Martes, 27 de febrero de 1996… Rezo… (11:57 h) a (12:10 h).
Yo.- Oh, Amado mío. ¡Te amo tanto!, porque eres Dios, porque me cuidas, y noto tu amor. ¡¡Eres maravilloso!!
+ (Se sonríe). Primavera, hijita mía, si te cuido, es porque tú y los tuyos, permitís mi Providencia y mi protección, al poneros humildemente bajo mis órdenes, y obedecéis.
Si todos los hijos hacéis lo mismo, notaréis mis cuidados.
Yo, Dios, os cuido a todos, a todos, hijos tan y tan amados. Pero, para daros cuenta, debéis obedecerme, amándome y cumpliendo con mis mandamientos, y utilizando de mis sacramentos.
Mi amor, el amor de Dios, está en vosotros; mi Espíritu vive en vosotros, cuando estáis en gracia, oh amados míos, y el mismo estar en gracia, es mi solícito cuidado, ya que al estar en gracia, tenéis mi protección, que por vuestro amor a mi amor, adquirís al confesaros de vuestros pecados, faltas y debilidades.
¡Os amo a todos!
¡Os cuido a todos!
No hay discriminación, en vuestro Dios. Sois vosotros quienes os marcháis de Mí, de Dios, por el hecho de no amarme lo suficiente, ya que es por no amarme, por lo que no me obedecéis y no cumplís con los mandamientos. No es porque sea muy difícil hacer, el cumplirlos, ya que aunque no es fácil, os di mis sacramentos para limpiar vuestra alma y volver a empezar, tantas y tantas veces como haga falta.
¡Amadme más, y comprobaréis mi amor! Aunque Yo, Dios, os amo, si no me amáis, no podréis comprobar mi amor, y es por vuestro desamor.
Oh, hijos míos, deseo tanto haceros dichosos, ya en esta vida, y protegeros y daros mis maravillas.
¡Amadme, que Yo os amo!
Amadme, y no tendréis nada que temer.
¡Amad a Dios, y vivid!