Miércoles, 15 de noviembre de 1995… rezo… (14:06) a (14:28)
Yo.- Dios y amor mío; tus dulces ojos me llenan de paz y amor. Ha llegado Fuerza, y hoy ha pasado por el apartado de correos que tenemos. (No vamos cada día) Y en él ha hallado dos cartas del sacerdote Xifón. En una de ellas, está un folleto, y en la otra carta, sin fecha y sin firmar, está una nota de él que va dirigida a Primavera, y dice que renuncia a ser mi director espiritual y que ha roto todos tus Escritos, y hace resaltar que en ellos hay dos herejías: Primera, “la humildad no la puedo dar Yo”, que me lo dijiste el uno de noviembre de 1995 a las 16:36 horas, y segunda, que es sobre el purgatorio, y que me dices: “Un lugar en el Cielo”. Lo dijiste el día cuatro de noviembre de 1995, a las 18:24.
Te pido humildemente, me digas algo al respecto, aunque ahora comprendo tus palabras al amado sacerdote Xifón, que me dijiste el lunes pasado, día trece de noviembre de 1995, en mi escrito de las 10:30 horas, y en el que yo no te decía nada del amado sacerdote Xifón. Y ahora comprendo cuando dijiste: “No rompáis nada de lo que ha salido de la boca de Dios, es un sacrilegio”
+ Primavera, hija, deja pasar el tiempo. Las cosas de Dios son tan grandes a los ojos de los hombres, que necesitan tiempo y sumisión. Es decir, pequeña mía, ahora, aunque Yo quiero y deseo la humildad de mi amado hijo Xifón, no la tengo, no se la puedo “dar”; es él y sólo él, quien puede y debe dársela. Por eso te dije que Yo no puedo dar la humildad. ¿Lo comprendes, niña mía?
En cuanto a que el Purgatorio no está en el Cielo, entonces, ¿dónde estoy Yo? Cuando un hombre muere, Yo le juzgo, y está escrito que sólo se puede ver a Dios, cuando se está en el Cielo.
¡No llores, no me llores, bonita! No entiendes, pero hay personas de mi Iglesia, que discernirán estos, mis Santos Escritos. No te sorprendas de que los llame Santos, ya que son míos, de Dios.