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Revelaciones 64

Martes, 14 de noviembre de 1995… rezo… (9:20) a (9:35)

 

Yo.- (Esta noche he soñado… No era un sueño triste, ni de violencia. Era un niño que tenía mis escritos, y tocaban las campanadas de las horas, y los escritos seguían igual, pero al final de ellos, en la última hoja, el niño los leía, pero las palabras se movían y querían irse y cambiarse. Pero el niño, con su mente firme, los colocaba tal y como estaban escritos; era una lucha titánica, ya que las palabras se movían, venían otras de nuevas que querían añadirse a los escritos, y otras se querían ir, pero el niño, con suma firmeza, rechazaba las palabras que venían y colocaba todo el escrito con orden, con el mismo orden que al principio, y así indefinidamente.

Mi mente parecía que iba a explotar, parecía que no era mía, ¡que me la habían robado!, y no quería obedecerme. Era un sufrir insufrible… Al final me desperté y estaba tan asustada. Parecía que en mi mente había otra fuerza, que no era la mía. Recé; recé enseguida. Cogí agua bendita, me levanté y mis pasos eran precipitados. Mi mente veía que la mente no estaba en sus cabales, y me asusté muchísimo, lloré. Llamé a Mamá, a Fuerza, y recé y recé y recé, y seguí pidiendo ayuda a Dios. Vino Mamá cuando ya había empezado a rezar el santo rosario, y Fuerza me decía: “Conecta en oración y por tu escritura, con la Virgen María”. Lo demás es lo que ya he anotado.

Al final me dormí, con un sueño muy profundo: soñé que iba de excursión con mi colegio y que encontré por el camino a tres niñas de los De Belén, y que vinieron conmigo en el autobús y luego estuvieron conmigo en clase.)