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Revelaciones 65

… rezo… (10:30) a (11:07)

 

Yo.- (Quiero decir que cuando me desperté de mi pesadilla, era como si tuviera dos mentes, una normal y lúcida, aunque asustada, que me hacía rezar y razonar, y otra que yo, en mi mente consciente, veía que no era yo, que no tenía juicio y que iba por su cuenta. Recuerdo que mi mente normal razonaba así: “Ahora siento cómo deben sentirse los locos que no consiguen hacer lo que desean”. Era como si una fuerza rara, estuviera dentro de mi cabeza, pero al mismo tiempo, yo y mi verdadera mente, rezábamos con amor, ansias y devoción total y auténtica, a Dios nuestro Señor, al que amo sobre todas las cosas, incluso sobre mi misma mente, si es preciso.) 

Yo.- ¡Jamás te dejaré, Dios mío, ya que es mi amor lo que me une a Ti! No es el miedo, ni el no saber qué elegir. Es que te amo, te amo, ¡te amo! Ámame y vive en mí. 

+ Te amo, pequeña flor. (- Ríe con una felicidad nueva) Sí, Primavera, es la alegría de un Dios que se sabe amado por su criatura, con auténtico amor, comprobado en la prueba.

Sé feliz hoy, con tu esposo y tus hijos. No discutas, Primavera, con tu esposo, mi amado y fiel patriarca Fuerza, por culpa de que no desee el amado hijo Xifón, que le des la continuación de mis escritos.

Mi amado hijo Xifón, siguiendo su carácter impulsivo, ha puesto a algunos de mis amados hijos, en guardia, referente a mis Escritos, elaborados por tus amadas manos, amada Primavera.

Amado hijo Xifón, te ordeno Yo Dios, tu Dios, al que amas y debes obediencia, rectifiques las palabras que has dicho a los demás, sobre estos Escritos míos. ¡No son de Satanás!, y tú lo sabes bien. Deja de interferir en la santa voluntad de Dios. No porque ya no seas el director espiritual de Primavera, debes dejar salir tu temperamento de protagonismo. Ya te he contado mis razones, las razones de tu Dios y Señor. Rectifica ante los hombres, lo que has dicho sobre mis Escritos, inspirados en la mente de mi hija. No tienes por qué enfadarte, ya que no le he puesto otro director espiritual sacerdote, sino que soy Yo, Dios, Dios, quien la dirige, y lo has notado en mis Escritos. Le aconsejo a ella, a su esposo y a sus hijos, en los mínimos detalles. No te ha dejado para ir a otro sacerdote, sino a Mí, y es mi santa voluntad que lo comprendas. Yo, Dios, te lo hago comprender ahora. ¡Rectifica ante los hombres, hijo mío! Además, ningún sacerdote tiene autoridad suficiente para negar o afirmar que estos escritos son o no son míos. Sabes bien que la Santa Sede, que es la que tiene mi poder, jamás se define por las Locuciones Divinas. Sólo puedes y podéis decir algo, si hay en estos escritos, algo que vaya contra Mí o la Santa Iglesia, que Yo dirijo. Y sabes bien que no hay nada que vaya en contra de Mí, en la escritura de mis Palabras, hecha por mi inspiración, a Primavera, ni en contra de la Iglesia. Sólo es, el que tú ya no seas su director espiritual. ¿Quién crees que era el director espiritual de San José? ¿Y el de San Juan Bautista? ¿Y el de San Pablo? ¿Y el de tantos otros Santos? Yo, Dios…

Sí, amado hijo mío, Fuerza, ve y dale el resto de mis Escritos al sacerdote Xifón, y dile así: “Dios me lo manda, y es mi supremo director espiritual”. También déjale el resto, a mi amado hijo Juliumpius; no hace falta que lo veas, se lo dejas en un sobre. Ve a hacer fotocopias de todo, hasta esto mismo, y se lo apuntas todo.

Amados, Cal y Juliumpius, soy Dios; discernid, vosotros y vuestros directores espirituales. Discernid y dad gloria a mi justicia. No rompáis nada de lo que ha salido de la boca de Dios, es un sacrilegio.

Cal, hijo mío; tienes mi Paz en tu voz y en tu persona; si tú no te has dado cuenta, los demás, sí. Esa Paz de Dios, de Mí, que resplandece a través de tu persona, es santa Paz de Dios. Satán desea destruírtela, pero él no puede, no ha podido ni podrá, contra mi santa voluntad, ¡jamás!

Yo estoy en ti y en todos mis hijitos, que tanto me aman y van a dar a conocer a Dios al mundo. Estate alegre Cal, eres mi instrumento para acercarme almas a Mí, en Cuerpo y Alma, presentes en el Sagrario.

¡Llega la luz de Dios al mundo de las tinieblas! ¿Qué, como el poder de Dios? ¡Nada! ¡Nada!