Sábado, 11 de noviembre de 1995… rezo… (10:30) a (10:40)
Yo.- He estado Dios, y amor mío, repasando los escritos de ayer, y no quiero que por mi culpa te enfades conmigo. Tu ira es de temer.
+ Amada hijita, linda. Mi ira es justa, es de Dios.
No temas, aunque hagas pecados y faltas, si te vas a confesar con arrepentimiento humilde de corazón, Dios Espíritu vuelve a ti, y te amamos aún más. Es la dureza del corazón, lo que Nos llena de ira; el saber lo que tenéis por deber, hacer, y que no queráis libremente hacerlo. Pero los despistes humanos, las tentaciones que recibís de Satán, del mundo o de vosotros mismos, o incluso vuestra incultura sobre la Verdad, la única verdad verdadera, que es conocerme y amarme, todo eso, llena de misericordia a Dios, a Mí. Y no es ira, sino amor, lo que siento por vosotros, amados hijos míos, de Dios, de Dios.
Id con mi confianza, con la confianza de saber que tenéis mi amor. ¡Dejad que os ame! y os perfeccionaré en la Verdad, en la verdad que os dará la eterna felicidad. ¿Queréis mi amor?