Viernes, 19 de enero de 1996… rezo… (12:12) a (12:28)
Yo.- Amado Dios, dime qué podemos hacer por la madre de Ciriam.
+ Id a visitarla, ¡ahora!, mis amados, Fuerza y Primavera. Llevadle las dos estampas, la de Mamá y la mía, y llevadle un poquito del agua de Lourdes, la que os trajeron los señores Virrey, cuando fueron allí. Y tú y Fuerza, los dos juntos, tocáis el bote del agua y rezáis esta oración:
“Por el amor y misericordia de Dios, que se añada a los méritos de esta agua milagrosa de Lourdes, los deseos del Dios, Uno y Trino”.
Y se cumplirá mi santa Voluntad. Yo, Dios, lo sentencio.
Amo a todos los hombres, sin discriminación.
Por Mí, por Dios, les doy y daré mi amor, en forma de milagros.
Lo veréis, hijos míos, tan y tan amados, y lo comprobaréis. ¡Soy Dios!, el Creador. Y si creé el mundo, soy el Amo del mundo, y todo me obedece y cumple mi Voluntad.
Decidle a mi hijita, la madre de Ciriam, que beba agua cada dos horas; cualquier tipo de agua, pero con preferencia, agua salida de alguna fuente o manantial, agua sin embotellar. Podéis llevarle agua de la fuente que vais vosotros a buscarla. Pero repito, cualquier agua la ayudará a sentirse mejor.
Os amo, hijos míos: ¡soy Dios!, vuestro Padre Dios. Y un Padre no abandona jamás a sus hijos.
¡Yo, Dios, jamás os abandono!
Cuando esté un poco mejor, mi hija tan amada, no se olvide de confesarse y de comulgar; ¡quiero estar físicamente con ella cuanto antes!, y abrazarla, y decirle lo mucho que Yo, Dios, Cristo, la amo.
¡La amo!
Os amo a todos, ¡a todos!, hijos míos.
Mi amor es tan grande, que obro milagros por vosotros; lo veréis.
¡Os amo!
Dios os ama siempre, en la bondad y en el pecado.
Yo, Dios, os amo, ¡siempre!, ¡siempre!