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Revelaciones 52

Jueves, 13 de junio de 1.996   Rezo…      21:44 h. a 21:59 h.

Yo.- Amado Jesús, esta tarde, Fuerza, ha telefoneado al Sr. Rosdonta, y se ha puesto su esposa Xal al teléfono. Es una señora muy amable, y hemos pensado en pedirte si deseas decirle algo, ¿lo deseas, Dios nuestro?

+ Eso es, soy vuestro Dios, el tuyo, amada y fiel Primavera, y el de mi amada y buena Xal.

Y sí que deseo decirle a mi hijita, algo muy importante:

¿Sabes, amada y buena Xal, que Yo, Dios, te amo? ¿Lo sabes?, pues ya va siendo hora de que te enteres.

No tengo en cuenta ninguno de tus pecados, al darte mi amor; te lo doy porque sí, y de la misma manera, quiero tu correspondencia a mi amor, porque sí; eres libre para amarme, ámame, bonita niña, ama a tu Dios, que tanto te amo.

Ay, bonita Xal, lo bien que estarás durante toda tu eternidad, en el Cielo junto a Mí, junto a tu Dios, que tanto te amo.

¡Ámame!, vamos, niña mía, ámame, ¿no ves que morí de amor por ti en la Cruz?

Yo quiero tu amor, y lo quiero para que así veas el mío; si tú no me amas, mi amor por ti se pierde; no seas mala, bonita mía, y dime que sí, que me amas.

Y si me amas, que sé que me amas, vas a confesar tus pecados y acudes a comulgar. Y ya jamás te soltaré. Y cuando mueras, no tendrás miedo de ver mi rostro, ya que el rostro de Jesucristo, Dios, está lleno de amor por ti, sólo por ti, mi amada Xal; ven a Mí, y vivirás la maravilla de mi amor, eternamente.

No temas a tus pecados y faltas; si los confiesas, Yo, Dios, a la hora de la muerte, no te los tendré en cuenta; y detrás de la muerte, están tus padres, junto con Santa María, esperándote para llamarte: “Xal, mi niña”.

¿Vendrás a confesar? Yo, Dios, te espero. Ven, no tardes. Ven.

 

Rezo… 10:14 h. a 10:22 h.

Yo.- Amado mío, mi buen Jesús niño. Te pido por el Sr. Rosdonta. ¿Deseas decirle algo?

+ Amado y fiel Rosdonta, aquí, a mi lado y al lado de nuestra bondadosa y guapa Madre, está dispuesto un lugar para ti; mi Cielo eterno te espera, y tu Ángel vendrá contigo.

El camino será dichoso, lleno de luz, pleno de hermosas flores, cuyo perfume fascinador aplacará tu atormentado corazón.

No sufras, no temas, amado y fiel Rosdonta, tus pecados te fueron perdonados cuando fuiste a confesarlos. Tu alma brilla con el blanco vestido que, por mi sangrante muerte, tejí para ti. ¡No sufras! ¡Te prohíbo que sufras, amado hijo mío!

Rosdonta, Rosdonta, ay, cuánto nos amamos los dos, ¿verdad? Pues queda contento, tranquilo y en paz, que Yo, Jesucristo, junto con la Divina y Santa Trinidad, te bendigo. ¡Queda en paz, amado y fiel amigo, Rosdonta! Yo, Dios, te amo, te amo, te amo.

 

Rezo…      10:38 h. a 11:07 h.

Yo.- Amado amor, ayer me fui a confesar, y te vi en Sagrario. Luego fuimos, con mi amado esposo Fuerza, a otro recado, pero cómo llegamos con tiempo sobrado, fuimos a otra Iglesia para estar un rato más contigo, Jesús mío. Y cuál fue mi sorpresa, que no te vi, y en vez de Ti, estaban tres demonios, jugando ante tu Sagrario: ¿Puede ser?

+ Fue, y es; tuviste miedo de la realidad, oh, amada mía, pero Yo, Dios, seguiré hablándoos de mi amor.

Sacerdotes, estáis llamados a la santidad. Podéis, debéis ser santos. ¡Dadme a los demás! Los Sagrarios están llenos de demonios que se burlan de vosotros. ¡Consagrad santamente! Este es vuestro deber y mi santa voluntad.

¡Soy Amor! Y no puedo demostraros mi santo amor, si no me dais a los demás, por vuestro amor a Mí.

¡¡Obispos!! Pido, exijo, vuestra obediencia al Santo Padre. No la tengo, mas, no dudéis, la tendré. Soy Dios; ¿recordáis quién Soy?

Yo.- ¿Puedo hacer algo por Ti, Dios mío?

+ Sí. Además de pedir, en el rezo del rosario, por la salvación del mundo a través del Santo Padre, y su persona, como hacéis, pedid, rogadme, así:

“Que el látigo de Dios, limpie la Casa del Padre”.

Yo, Dios, os oigo, y si me pedís, vuestra libertad me pide y me da permiso para actuar. Y ya no piso vuestra libertad, ya que, con la libertad, me dais ocasión de actuar con justicia, con la justicia de Dios, que no puedo violar vuestra vida, si no es que me pedís; y al pedirme, me dais permiso, y soy Yo, Dios, quien dirijo el mundo por el permiso que me da vuestra libertad, al rogarme os ayude a ayudarme.

Hacedlo así, hijos míos, y el mundo será mío; os necesito, necesito vuestras oraciones.

Acudid a María. Ella es vuestra estrella. Ella me tenía. Y por tenerme, por quererme libremente, pude hacer justicia y venir a vosotros y vivir en el mundo y tener cuerpo físico y morir sin dejar de vivir.

Acudid a María, ¡todos con María! María, María, oh María, mi María, vuestra María. Por los siglos de los siglos, es y será bendita, mi amada María; la que me ama, la que amo, la que os ama, la que amáis.

¡María!, María, María, jamás me cansaré de pronunciar tu amado nombre.

Yo, Dios, amo a María, y María me ama; vosotros amad a María; María os ama.

María da la dicha, el Amor, María, María; ella destruirá el error. Es la guerrera del amor. Su amor siembra la guerra, la lucha entre el bien y el mal. Ella lleva la lanza del verdadero amor, del amor que gana todas las batallas, el amor con que Yo, Dios, la amo.

Ella ganará a Satanás. Ella os vencerá, eclesiásticos malvados, que seguís haciendo negocios en la Casa del Padre, en la Casa de Dios, del Altísimo. Ella golpeará con mi látigo, y su mano será mi mano.

¡Quien no esté con María, no vendrá al Cielo!, ¡se lo niego!; quien no ame a María, no descansará en la Mansión de los Justos, ya que María es la Madre de Dios, ¡de Dios! Mi amada, mi bella, mi pura e inmaculada, mi bendita María.

Id a María y vendréis a la justicia. Ella os dio a Dios, y es de justicia que quien da, reciba. ¡¡Es de santa justicia!! Lo sello, Yo, Dios.