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Revelaciones 51

Martes, 11 de Junio de 1.996 –   Rezo…      20:46 h. a 21:12 h.

Yo.- Amado Jesús. Te dice Unsa:

Pregunta de Unsa: “Ya sé que lo sabes, pero quiero decirte que te quiero mucho”.

+ Si me amas, cumple con mi voluntad. Ya sé que temes volver al convento, mas es allí donde te deseo. Pero te deseo libremente. Tienes todo el tiempo que desees para meditarlo, incluso meses y años. Yo, Dios, deseo que todo lo hagáis libremente, como, libremente, os doy a todos mi amor.

Yo.- Pregunta de Unsa: “Te pido por Sambra y Pensul. ¿Qué consejo puedo darle a mi hermana, referente a su separación conyugal?”.

+ Amada y buena Unsa, dile así a tu hermana: Dios dice:

“Lo que se unió de mutuo acuerdo, no lo rompa el desespero”.

Dile a tu hermana que pida a su esposo cohabitar juntos nuevamente, para siempre.

Sambra, bonita, no descansarás en paz hasta estar nuevamente en los brazos de tu esposo; no hiciste bien, y sufrirás por ello, mas sé perseverante y humilde, y con humildad, pídele a Pensul, vuelva a ti y, que junto a ti, envejezca.

Te advierto de su enfado, pero sopórtalo por tu necedad; miras demasiado la televisión, los hombres normales no se comportan como los galanes de las películas; no piensan en las flores, y sí en la buena comida; no desees las estrellas; no vives en el firmamento, sino que tienes los pies en el suelo.

Los hombres aman de distinta forma que las mujeres, pero aman igual que ellas; baja de las nubes, bonita Sambra, y no veas las cosas tan negras.

El hombre es el protagonista social, la mujer es la reina del hogar, y es la que gobierna, por su amor, al varón, que, al sentirse amado, se deja gobernar por su amor, mas él, recuerda: Su trono social, conseguido con el fruto de su lícito trabajo, es su triunfo. ¡No lo pise jamás la mujer!, ya que ella es, por su amor, la dueña de su corazón y sus hechos, que él se los rinde como prenda de su cariño, y en demostración de su lucha ante el dolor del trabajo diario.

¡No mires tanto la televisión, Sambra!; tu esposo te amaba, mas tu tonta necedad, ahora te hace llorar.

Reza, reza; no te olvides de rezar a Santa María.

* Sambra bonita. Sé humilde y constante en la búsqueda de la reconciliación con tu esposo. Escríbele. ¡Escríbele! No te canses de escribirle, pidiendo perdón y restaurar la unión. No le digas que lo pides por el niño. ¡Sé sincera! Dile que lo amas y que hay un sagrado sacramento que os une indisolublemente en esta tierra.

Sé persistente y vencerás; sé humilde y ve a Dios.

Ve a confesar y a comulgar, y cumple con el bautismo. Hazlo así, y yo, María Inmaculada, pediré constantemente a mi Hijo, Dios, por ti y por vuestro amor.