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Revelaciones 50

Miércoles, 8 noviembre de 1995… rezo… (7:26) a (7:43)

 

Yo.- Amor y Dios mío, ¡te amo más que a nada y a nadie! Pero… verás, ¿es de tu desagrado que desee que las personas me amen? Yo amo mucho a Lix, al sacerdote Xifón, al sacerdote Cal, al señor Vert, a la señora Liasium, a la señora Escarma y a Juliumpius. Pero, a pesar de mis fallos y mi carácter, y a pesar de que si supieran que escribes a través de mi, y se lo creyeran o no, a mí, a mí me gustaría que me amaran un poquito. Ya sé que deseas que sólo piense en Ti, pero… bueno, Tú eres Dios y sabes lo que te quiero decir, ¿verdad mi gran y único amor? 

+ Hijita linda, preciosa alma: todos te aman, no lo dudes y no sufras. Siempre has ansiado el amor, todo el amor; el mío que es divino, y el humano. Tranquilízate el corazón; Yo, Dios, me plazco en el amor que los hombres os tenéis unos a otros. No es como el mío, pero sé que os hace falta.

No te preocupes, amada hija, Primavera; ya te dije al principio, que por vuestro amor tan grande, que tenéis por el mundo, a Mí, a Dios, le place que todo el mundo os ame; y os amarán, porque amor, con amor se paga. 

* Hijita ¡ven!: Mis brazos te esperan y desean darte mi ternura y mi paz. Amas tanto a mi Hijo Jesús, que eres fiel. Y por tu fidelidad, que sólo puede verse a los ojos de la fe, mis hijos no te comprenden, pero mi amado Hijo Jesús, es Dios, y por su poder, puede hacer que los hombres os amen; y Dios te lo ha dicho: que así será. Pues, así será.