Saltar al contenido

Revelaciones 46

Viernes, 7 de junio de 1996   Rezo…      19:52 h a 21:26 h.

Yo.- Amado Dios, al querer hacerte la siguiente pregunta, noto a Satán muy violento conmigo; detenlo, Dios mío, Jesucristo. Y la pregunta es: Me comentó una persona, que un hermano suyo es homosexual y que vive con otro hombre y tienen relaciones sexuales. Y me dijo esta persona que a ver qué opinas Tú, Dios verdadero, de esto.

+ Mi Santo veredicto, la sentencia del Dios Vivo, es que a los homosexuales que no rectifiquen a tiempo, les devorarán las eternas llamas del Infierno.

¡Todo acto sexual debe ser y estar abierto a la vida! Y, ¿Qué vida pueden dar dos sexos iguales?, ¡Ninguna!, sólo placer, como el placer que se da el hombre con una bestia, cuando con ella se acuesta.

Yo.- Perdóname, pero me da asco escribir esto, Dios mío.

+ Te da asco, ya que es asquerosa la acción antinatural de dichas uniones carnales. Mi Madre Purísima, esconde su rostro y llora amargamente ante la vejación de un hijo nuestro al practicar tal desorden.

Yo.- ¿Es verdad que hay naturalezas humanas que sienten irremediablemente inclinación a tales uniones?

+ Es falso. Sólo los cobardes, los tarados espiritualmente, caen en la fantasía de su miedo a su propio cuerpo, y Satanás en persona, enciende en su mente tal diabólico impulso, que dicen no poder dominar. ¡¡Sois libres!! Y si lo sois, y lo sois, no estáis atados a nada ni a nadie, que libremente no deseéis.

¡Es verdad! ¡¡Es verdad!! (Y lo dice con voz de trueno). Hijos míos, no pensáis bien. Vuestro orgullo trueca vuestra libre naturaleza, y  os mentís y sois capaces de sentir en vuestro cuerpo, la mentira que machaconamente os repetís en la mente.

Os digo Yo, Dios, el Dios que os creé: estáis enfermos de la mente. Vuestra mente no funciona correctamente, le dais mensajes falsos, por las tonterías que pensáis y oís.

Yo, Dios, os prohíbo tales aparejamientos: ¡¡Os los prohíbo!! Os hice para la verdad, no para la mentira.

Empezáis pensando mal, luego actuáis  mal y hacéis de vuestro error sexual una acción progresiva, hasta que el vicio lo convertís, a vuestros ojos, como algo natural, siendo lo más bestial en el hombre, hijo del Dios Creador.

Vuestra falta de amor, ya sea por no conocerme o por creeros dios, y haciendo un acto de dios, os inventáis nuevos mandamientos. Y como no hay nada bueno para inventar, y al tener que inventar para rebelaros contra Mí, el Único Dios, inventáis porquerías, lascivias canallescas y anormales, y os decís: “Soy dios, decido mi nuevo mandamiento, y lo sigo, por ser el dios de mí mismo”. Cuánta miseria está en estos bajos instintos.

¡Cobardes! Muchos, deseáis saciaros de sexo, pero os dan miedo las personas del sexo opuesto: ¡Soberbios!

Otros, lo hacéis para daros placer al cuerpo, y que no se entere la sociedad: ¡Necios! ¡Necios!

Otros, os pavoneáis de vuestra irregularidad sexual, para demostrar que sois libres.

Pero si sois libres, ¡¡Lo sois de verdad y en verdad! Sois libres para hallar lo natural, la santa belleza de lo creado por mis santas Manos.

Rectificad, ¡Rectificad!, antes que la muerte acuda a vosotros y os arrastre al Infierno.

¡No me pongáis de excusa que vuestro instinto os lo pide! ¡Os miente la mente!

Estáis enfermos, como enfermos están los que os suicidáis, o los que matáis en un acto de ira: ¡No pensáis! ¡Estáis enfermos!

La sociedad cuida de los enfermos mentales, y los desviados sexualmente, sois unos enfermos mentales y espirituales, por muy calladitos y “sumisos” que seáis. Yo, Dios, sentencio que dentro de vuestro espíritu, reside el mal, ¡Satanás!

Oh, hijos míos, amados de Dios, del Dios que os creé; por mi santo Amor os lo pido: ¡Venid a Mí! Venid a Jesucristo, perfecto Hombre, que sentí en Mí el valor del sexo, y, por mi amor a Dios, lo sojuzgué, ya que mi destino era morir en la Cruz por ti. Sí, por ti, amado mío.

Yo, Dios, te amo mucho más  que cualquier motivo de pasión carnal.

Ve a confesar, y, si vas con humildad, curaré tu espíritu, viniendo Yo mismo a ti, por mi santa Gracia espiritual; y ven a comulgar y te daré mi amor, el perfecto amor de Dios.

Sé bueno, sé valiente, y ve a Santa María. Mi Madre te ama. Mi Madre Inmaculada, es tu Madre Santa, y con su santidad te ayudará a realizarte perfectamente como persona que eres.

* Hijo, hija, amados míos, venid a mis brazos, y os consolaré de vuestros pecados.

Y os llevaré a mi Hijo, a Dios; a Jesucristo, Dios y Hombre perfecto, que sojuzgó su cuerpo como lo hacen hoy muchos, muchísimos santos sacerdotes, frailes y monjas.

Él, Jesús, como primer sacerdote, os enseñó que amar a Dios y tener a Dios, lo llena todo, ¡Todo! Y se vive feliz, con la libertad de amar a Dios sobre todas las cosas.

Jesús, mi Hijo, Dios, amó a Dios sobre todas las cosas, aún sobre mi mismo dolor, el dolor de María, que padecí la agonía de su calvario.

Ni por Mí, por su Madre Santa, se rebeló contra Dios.

Jesús cumplió con la voluntad del Padre hasta verter su última gota de sangre, para darle gloria, cumpliendo con los deseos de Dios Padre, que lo dejó libre, como a vosotros, ya que, como vosotros, era perfecto hombre, en el sentido de que dominaba su libertad, mas su libertad la ofreció a Dios en Unidad, para poder salvaros de la muerte, y daros la dicha sin fin en el Cielo Eterno.

Y allí os espera, y yo, María Inmaculada, estoy con Él, con Jesús, con mi Hijo, Dios.

Si me pides ayuda, yo, María, te ayudo; que, ¿cómo?

Pues diciéndole a Dios, encienda en ti el orden natural de tu cuerpo carnal.

Yo, María, amé a San José, y él me amó. Un amor de verdad, un amor físico y espiritual, que lo entregamos a Dios, porque así nos dio la gana, y porque sí; ni José ni yo, María, unimos jamás nuestros cuerpos, ya que libremente lo decidimos. Y así lo hicimos.

Vosotros sois libres, completamente libres para hacer el bien.

Para usar del mal, haciendo el mal, no necesitáis de la libertad, ya que toda libertad verdadera es hacer lo perfecto, y sólo lo bueno es perfecto.

Lo malo es falso y no necesita de la libertad, ya que se hace por instinto: Os apetece mentir, y lo hacéis, os apetece acostaros con quien sea, y lo hacéis. Es un acto involuntario, ya que lo hacéis por instinto, como las bestias, que no tienen la exclusiva pareja, y aún siendo bestias, Dios las sujetó, quitándoles la libertad, para no dañaros a vosotros, los hombres. Mas a vosotros, amados míos, os dio la libertad para obrar reprimiendo los instintos, por daros inteligencia para discernir y así poder libremente demostrar vuestra libertad; y por usar bien de ella, ser dichosos en la tierra y en el Cielo, donde vivo yo, María, Virgen, porque así lo decidí libremente, y libremente, mi casto esposo así lo decidió.

+ El amor, hijos míos, no es sólo placer; sin hacer uso del placer carnal, puede haber amor.

Habéis venido al mundo a luchar, a dominar vuestro cuerpo y darle sólo lo que puede hacerle verdaderamente feliz.

Yo, Dios, como Buen Padre, os enseñé, con mis diez mandamientos, dónde radica la verdadera y única felicidad en el hombre.

Os lo enseñé pero no os lo impongo; a las bestias sí que les impuse un basta, mas a vosotros, amados míos, sólo os dije dónde está la felicidad; y sois vosotros quienes libremente me obedecéis.

Si me amáis, me conocéis; y conociéndome, ya no estáis solos, por saber de mi amor.

Hijos míos, si me amáis, sed perfectos, y el desorden sexual no es lo perfecto, ya que lo perfecto es lo natural, y lo natural, es que para crear vida, debéis usar del acto sexual entre dos de distinto sexo: ¡Esto es lo natural!

El sexo por placer, lo da la unión entre hombre y mujer, y encaminado a crear vida, ya que la felicidad lo da lo espiritual, el sentimiento.

Y en la creación de vida, hay la parte espiritual que es que, por vuestra unión, creáis otro hombre que tiene espíritu y cuerpo.

Sois en verdad libres, como libremente, Yo, Dios, fundé los Infiernos, para todos aquellos que no luchan, que son unos cobardes; sé tú, hijo mío, hija mía, valiente; lucha y vencerás.

Yo, Dios, te doy las armas para ganar, que son los sacramentos. Sólo un imbécil, va a la lucha sin armas. Todo hombre cuerdo, va a la lucha para ganar, y si desea ganar, va con las armas que le darán la victoria. Mis santos sacramentos os darán la victoria ¡No tengáis miedo! ¡No estáis solos! Yo, Dios, creé los sacramentos para haceros libres, libres del Diablo y sus armas perversas, que son el haceros vivir como si no tuvierais mente.

Sí, muchos dais vueltas a una idea, pero pensar no es dar vueltas, es ir en línea recta, ya que la verdad sólo tiene un camino, el camino de Cristo, el camino de los mandamientos por amor.

Buscáis el amor en el placer físico, buscáis el amor en los desvíos sexuales, ya usándolos uno mismo en sí mismo, o con personas del mismo sexo, e incluso con bestias. ¿Creéis verdaderamente que esto os dará amor?

El amor es dar, es creador. Y en el acto sexual natural, es para dar, es para crear un nuevo ser que, como tú, podrá pensar, discernir, actuar.

Realmente el amor es creador, y el amor espiritual es el más creador, ya que crea amor por amor en amor; hijos míos, os bendigo, bendigo la lucha de vuestro lícito y natural amor; ¡os espero en el Amor!

Y, ¿dónde está el Amor? En la Eternidad Celestial; allí estoy Yo, Dios, y María Inmaculada está conmigo, por su amor al mío, al de Dios.