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Revelaciones 44

… rezo… (18:24) a (19:02)

 

+ Deseas saber, hija mía, cosas sobre el Purgatorio, y tu amado Dios te las dirá, te las digo: El Purgatorio es un lugar en el cielo donde está Dios; los que van allí, sufren la espera de acercarse a mi Corazón; Yo los amo, pero ellos no me amaron lo suficiente cuando estuvieron en el mundo, y esperan las gracias de mis hijos vivos, para acercarse más al centro de mi amor, en el mismo Corazón de Dios. Por eso es tan importante, que los hombres vivos recéis y expiéis por las almas del Purgatorio. Por eso ellas están siempre pendientes de vosotros, y me suplican os dé mis gracias para que los ayudéis a redimirlos. 

Yo.- (Se ríe Dios, porque ve que no entiendo nada) 

+ Sí hija mía, me sonrío de tu útil ignorancia, ella trabaja para Dios y tus hermanos…

El sufrimiento de las almas del Purgatorio, no es el mismo sufrimiento de las almas del Infierno. (Yo.- Sonríe) Sí, Primavera, amada hija, otra vez te contaré el dolor de las almas del Infierno. Estoy dispuesto a contarte todo lo que me preguntes, soy tu director espiritual, y te dirigiré como el Dios que soy, con verdad, con luz y veracidad.

Y te contaba, del dolor de las almas del Purgatorio; su sufrir, es un sufrir dócil y esperanzado, es un sufrimiento espiritual, que saben que tendrá final.

¡No sufras por ellos, hijita! Están conformados con su sufrir, ya que saben que es justo, y lo pagan con amor a Dios, ¡a Mí!

Mi Madre está con ellos y cuida sus heridas; las va curando con su amor y con la esperanza del perdón de sus pecados y faltas.

¡Cuán felices son las almas del Purgatorio, cuando pasan al Cielo! ¡Su dicha no tiene fin! Y anhelosas, interceden con amor para con los hombres que tienen endurecido o atontado el corazón. Y, es que no desean que pasen su agonía, y me piden con fervor, que las ayude para que en vida, paguen sus culpas, y así cuando mueran, vengan directamente al centro de mi Corazón. Por eso tantos hombres sufren sin saber por qué, y es que están pagando sus culpas, para pasar del mundo a la perfección de Dios.

Te hablaré del Infierno, ya que tu anhelo no puede esperar. El Infierno es atroz, horrible, insufrible, y no tiene fin. Allí las almas sufren innumerables atrocidades en manos de Satanás y sus secuaces, que les martirizan con torturas interminables. Allí no va mi poder, el poder de Dios, ya que allí es del dominio de Satán, y es él, el que se ocupa de martirizar a las almas que en vida, le siguieron y le adoraron.

¡No sufras por ellas! Tu sufrir, amada Primavera, no tiene remedio, y las almas que están en el Infierno, prefirieron elegir ese padecer, antes que rendirse a Mí, su Dios y Señor, su Creador, que tanto las amo.

Soy justo, y ellas padecen del Infierno justamente, ya que libremente lo eligieron en el instante de su muerte.

Cuando un hombre muere, Mamá y Yo acudimos a él, y esta alma es juzgada por sus obras, pero Mamá, la Virgen Santísima, intercede por ella; la ama, la aconseja, pero si esa alma justamente juzgada, renuncia a sus palabras, ella sola, libremente, se encamina al Infierno, y padece sin fin, por su propia libertad, a la que Yo, Dios de amor, me someto por justa justicia.

Ríete, Primavera, ríete, amado Fuerza, reíos toda la familia Lluvia; me habéis entregado todo, y Yo os aseguro el Cielo Eterno, si seguís fieles a mi Voz, a mi Ser. ¡Os amo! ¡Estoy loco de amor por todos vosotros!, y, por todos los hijos que, como vosotros, me aman y me han ofrecido su vida entera. ¡Bienvenidos a la dicha sin fin! Mamá os espera, y la muerte es sólo la puerta al Corazón de Dios, del Dios eterno, justo, y que es amor.

¿Queréis venir al Cielo conmigo? Di ¿deseas venir, hijo mío, hija mía? Pues ven a Mí, coge tu cruz de cada día, sonríe y ven.

¡Ámame! Yo te amo tanto, que nací en un pesebre. No temas a la pobreza, Yo nací en ella y viví. Tú, reza, glorifícame con tus obras, y Yo te mantendré, y tú sentirás mi providencia.

Ten fe. Yo, Dios, ¡Dios!, te amo, te amo con locura, hijo mío, hija mía. Y si me das tu mano, ¡jamás te soltaré!

 

Lunes, 6 de noviembre de 1995… rezo… (11:55) a (12:10)

 

Yo.- Amor y Dios mío, ¿qué es y representa la Santa Misa? 

+ Primavera, mi niña, agradezco a mi hijo amado, Fuerza, que te dijera me preguntases por la Santa Misa.

La Santa Misa, el sacrificio de Ella, es el mismo que Yo, Dios Hijo, di por todos los hombres.

Lo primordial de la Santa Misa, no son las lecturas ni los sermones, sino que Yo, Dios, me vuelvo a dar por vosotros, por todos y cada uno de vosotros.

Para que lo entiendas tú, amada hija, te hablaré con suma sencillez. Cuando Yo me transformo en la Sagrada Forma, lo hago por amor a todos, igual que cuando morí crucificado, lo hice por amor a todos. ¡Es mi entrega!, esa humildad de Dios Hijo, a la docilidad de Dios.

¡Yo volvería, una y mil veces, a morir por vosotros! Y muero en cada Misa, ya que vuelvo a vivir lo que padecí, que era amaros y darme al Padre y a vosotros, todos mis hermanos.

Por amor, si morí, vuelvo a vivir, por amor, en la Sagrada Forma.

Lo importante es el sacrificio de Dios Hijo, de darse, de vivir y morir por mi amor, por la locura insaciable de mi amor, por todos y cada uno de vosotros.

(- Sonríe) No entiendes nada, Primavera, y así lo quiero y quería Yo, Dios, así escribes, sin interferir mi santa voluntad.

Fuerza, amado hijo, la Santa Misa es mi amor, el amor de Dios, que se renueva y vuelve a dároslo.

Tú no lo entiendes Primavera, pequeña flor, pero mi hijo Fuerza sí, y dejo que él te lo explique.