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Revelaciones 4

Domingo, 26 de Enero de 1.997        Rezo…    20:56h. a 22:24h.

Yo.- Amadísimo Corazón, mi Dios, mi Vida, mi Esperanza y Alegría: Te amo, pero deseo amarte más; y que todo el mundo te ame más y más. Lo deseo con sed de corazón.

+ El mundo me amará más, mucho más, gracias a mis Locuciones contigo: y mis hijos se harán más audaces, y usarán de los Sacramentos con más asiduidad, ya que mi Voz les llega al corazón y a los sentidos, y los hace removerse por dentro; saben que estoy Vivo y que Existo en cada uno de los Sacramentos.

Hablemos de ellos.

El Bautismo es la luz, el que da alegría al alma, el que despierta el corazón y agudiza los sentidos al seguimiento de Mí mismo, de Cristo, de Dios, Uno y Trino.

El Bautismo es el nacimiento a la fe, a la moral cristiana, que no está pasada de moda, sino que prevalece y prevalecerá hasta la Eternidad.

El que se bautiza entra en la Vida, en la vida sobrenatural de la Eucaristía; de ser mi hijo, hijo de Dios: no de adopción, sino legítimo, por ir a él, al momento del bautismo, mi Santo Espíritu, ¡Yo mismo, Dios!

La Confirmación: Al llegar al uso de razón, al dejar de ser un recién nacido, al ser un ser libre en la potencia de un ser, vas a que te den el sacramento de la Confirmación, el sacramento que voluntariamente, tú, hijo mío, hija mía, confirmas por tu santa libertad, que eres discípulo mío, de Cristo, del Dios que nací niño y que me bauticé a Mí mismo, por Juan Bautista, el precursor del bautismo.

La Confirmación es la llave que tú me das, das a Dios, para que venga a tu casa, a tu mente y corazón, y me instale, como al Primero, al Único que das tu vida, tu hacienda, tu amor.

Y Yo, Dios Espíritu Santo, al recibirme en el sacramento de la confirmación, te sello con doble sello: Te sello la mente y el corazón.

La penitencia; el sacramento que os da la entrada libre al Cielo.

Sí, el sacramento de la Confesión es para los verdaderos hijos míos, de Dios: éstos que sabéis que Soy todopoderoso, justo, magnánimo, misericordioso, bondadoso, y estoy clavado en el madero.

Cuando tú acudes a confesar, no veas al sacerdote que me representa en ese momento, sino, mírame tal cual soy: Soy Cristo, en el Santo momento de la Crucifixión.

Si cuando acudes a confesar, me ves a Mí, a Jesucristo, a Dios mismo: crucificado, desnudo, humillado, lleno de dolor, derramando mi sangre por ti, para que tus pecados te sean perdonados, te unirás a mi dolor, al dolor de Dios, por tus pecados: y te arrepentirás de todo corazón. Y por tal dolor, y por cumplir con la penitencia que te imponga el sacerdote, tú, ¡tú! Eres salvado de las llamas del Infierno.

Ven a Mí.

Mírame en la Cruz que sufrí gozoso por ti, y eres salvado; y no sólo esto, que además te regalo la fuerza mía, de Dios Espíritu Santo, para seguir con más fe, paciencia y alegría, tu caminar por la vida: y además te doy mi Amor de Dios Padre, que con mi Santa Providencia te escudo de todo mal. Con esto quiero decirte, hijo mío, hija mía, que todo cuanto te acontece, después de venir a confesar y antes de pecar nuevamente, es para un bien tuyo; aunque te lleguen sufrimientos y desgracias, es siempre para un bien tuyo, y del mundo.

La Comunión, oh, dicha de Dios, ya que en la Santa Comunión estoy Yo entero, Dios Vivo y pleno. Yo, Jesucristo, en Cuerpo y Alma; físicamente vivo, aunque no me ves ni me percibes, pero estoy aquí contigo, ¡en verdad y de verdad! Y te colmo de gracias, de regalos, que como amante enamorado, te entrego por ser mi deseo.

La condición: que vengas a Comulgar en estado de Gracia, es decir, sin pecados, por haberlos confesado.

¡Ven a comulgar! Que deseo demostrarte mi amor, mi ternura; la Gloria del Dios que vivo no sólo en las Alturas, sino que estoy contigo y te amo como a un hijo mío.

¡Morí en la Santa Cruz, loco de amor por ti!

La Extremaunción, es el sacramento que sólo puede recibirse en casos extremos.

Ahora se confunde el santo significado, por denominarlo “la unción de los enfermos”, y esto da malos entendidos, ya que cuando tenéis la gripe, o un catarro, o una torcedura, o estáis en manos de medicamentos psiquiátricos, también estáis enfermos; pero no son estas enfermedades extremas. Lo extremo es estar entre la vida y la muerte, todo lo demás no es extremo: y con una buena confesión, ya os doy las Gracias que deseo daros. En cambio, el sacramento de la Extremaunción, es para los hijos que estáis debatiéndoos entre la vida y la muerte física.

Vosotros pensáis que, con cambiar el nombre, el enfermo no tendrá tanto miedo.

¿Es que los enfermos de hoy son más cobardes que los de antaño?

¿Es que no es un cristiano el que va a recibir este santo sacramento?

Pues, todos los cristianos sabéis que hay un día final para la vida carnal, y si sois cristianos, sabréis que los sacramentos, son ante todo, acciones de fe; y el sacramento de la Extremaunción ¡no es una despedida! Sino que es una Gracia que os doy Yo, Dios, para, al que es de mi deseo, alargarle la vida o darle paz para enfrentarse a la despedida de esta vida.

¡Os falta fe!

El Orden Sacerdotal es el sacramento, que por vuestra individual libertad, os da el poder de ser los instrumentos divinos, para que a través del sacerdote, podáis “crear” a Dios mismo, Jesucristo, en la Sagrada Hostia, en el pan, en el vino; y podáis, a través de la penitencia que dais en la confesión, salvar a los hombres del fuego de Satán.

Me dais, con el sacramento del Bautismo; hijos.

¡Quiero más hijos!

Me los reafirmas en la fe, por el sacramento de la Confirmación.

A través vuestro, y por el sacramento de la Extremaunción, alargáis la vida a quien Yo, Dios, por su fe y vuestra obediencia, deseo. O le dais la paz para morir sin miedo a la misma muerte.

Me dais, cuando impartís el sacramento del Matrimonio.

Y cuando, los que tenéis permiso episcopal, me dais a otro, por el mismo sacramento del Sacerdocio.

Y, ¿qué te doy a ti, hijo mío, por recibir el sacramento del Sacerdocio?

Te doy mi amistad, la amistad de Dios en Unidad, por entregarte totalmente y auténticamente a mi Santa voluntad.

Y, ¿qué te da mi amistad? Los dones de la elocuencia, sea en obras y palabras, para transmitir tu fe en Mí, en Dios, a los demás. Pero, si tú no tienes fe, no la darás. Ya que Yo doy de lo que me das.

Sois siempre los hombres quienes reguláis mis Gracias.

Yo, Dios, por ser justo e íntegro, me doy totalmente a cada uno en todo momento.

El Matrimonio, el sacramento matrimonial, sólo viene en plena potencia Espiritual a vosotros, amados míos, cuando os casáis para darme todos los hijos que Yo, Dios quiera de vosotros, ¡ni más ni menos, que los que Yo, Dios quiera! Y además, que penséis en la fidelidad, uno al otro, para siempre: hasta que la muerte os separe. Y que viváis para el bien, el bien común y el bien individual.

Yo, Dios, os doy entonces mis amores, los amores del Dios de amor. Y os doy la fuerza de mi Espíritu, para afrontar juntos, los peligros, los latigazos de la vida misma.

Y os doy la Gracia de estado, que os da el privilegio de amaros cada día más, y el de saber educar a los hijos; a los amados hijos que os ayudarán a santificaros, a ganaros el Cielo, ¡la Gloria verdadera! A educarlos, para que ellos hereden vuestra herencia en la Gloria Eterna Celestial.

Yo, Dios, lo tengo todo controlado. Con los sacramentos activos, me doy a Mí mismo, y os cuido como a verdaderos hijos.

¡No estáis solos!

Yo, Dios mismo, estoy con vosotros y os cuido y os mimo.

Si vosotros lo deseáis, si vosotros lo queréis, podéis estar ya en esta tierra Conmigo, y luego, en el Más Allá.

Pero claro, ya sabéis que no podéis tener dos señores a la vez, a Mí, a Dios, y al anticristo, el capitalismo; con sus garras que te incitan al consumismo, consumismo físico, consumismo que te consume por ser capitalismo, un dios a tu medida; ya que a cada uno le pide lo que uno más desea, por tenerlo en tu corazón, y saber éste lo que más excita a tus sentidos.

En cambio, Yo, Dios, soy todo lo contrario: para ser mío tienes que dar sin pedir jamás, aceptando todo lo que te doy, sabiendo que es lo mejor. Pero, Yo, Dios, ¡no te dejo jamás solo, abandonado! Seas pobre o rico, estoy a tu lado.

En cambio, el anticristo, el capitalismo; sólo te pide más, más, más, y no te da.

Yo, Dios, sí que te doy, por eso tú, al ser mi hijo, tienes que imitarme y dar, dar tal y como lo hago Yo, Dios.

¿No te di incluso mi vida? Dame tú, tu vida, y vivirás feliz en la tierra y en la Gloria Celestial.

¡Da! Y ven a recibir lo que Yo, tu Dios, te doy a través de mis Sacramentos en acción.

¡Ven! Te estoy esperando.

¿Vendrás?

 

 

Domingo, 26 de Enero de 1.997        Rezo…    22:24h. a 22:35h.

Yo.- Amado nuestro, te pido, te pido por el compañero de la Cruz Roja, de Bondad; el que hace espiritismo y le pidió a Bondad que me dijera, que te dijera, si quieres decirle algunas palabras para él. Se llama Hoanchu.

+ Hay que esperar.

Bondad, amado mío, no te fíes de nadie; las palabras no son lo que siente su corazón. Este joven, lo que desea es arrastrarte a él. ¡Ya has hablado con él y le has dado de beber el agua de Lourdes que te pedí! Él no va solo por este camino, junto a él hay otros que le tienen seducido.

Amado Bondad, ¡no hables más con él, del tema de espiritismo! Y si te pide hablar Conmigo, recuérdale que acuda a Confesar y a Comulgar, y allí podrá Conmigo hablar. Ve con sumo cuidado; los lazos de Satán son seductivos. Te repito nuevamente tu deber, apóstol mío: es que sea tu ejemplo, el que mueva a la fe.

¡No hay nada más poderoso que el ejemplo!

Las palabras no son siempre sinceras. Procura, amado mío, no hacer caso excesivo de ellas. Observa, mejor, las obras. Créeme, Soy Dios.