Saltar al contenido

Revelaciones 35

… rezo… (17:07) a (17:20) 

 

+ Amados míos, asistid a la santa Misa, mi Sacrificio, a (x), con el sacerdote (x). No deseo que vayáis a saludarle, y no os olvidéis de iros a confesar.

No quiero Yo, Dios, que discutáis, tú, Fuerza, y tú, Primavera, y menos, ante vuestros hijos; ¿qué van a pensar de sus padres, y cómo los van a admirar? Y por una tontería, como es la leña de la estufa. (Yo.- Se ríe). Sí, me río, ya que se nota que sois humanos e imperfectos. ¡No quiero que nadie que lea mis Escritos a través de ti, Primavera, piense que sois unos santos!

¡¡Los santos están muertos y viven en el Cielo!! Y vosotros estáis vivos y sois como cada uno de mis hijos, que necesitan acudir continuamente al examen de conciencia y al sacramento de la confesión, de sus pecados y faltas.

Sí, hijos míos, mirad, mirad a mis instrumentos, y veréis que son tan imperfectos como vosotros, a los que tanto amo.

¡Yo, Dios, os amo a todos!

Anda, hijo mío, sí, a ti, a ti te lo digo: esfuérzate para ser mejor; te lo pido por mi amor, por mi amor. (- Y sonríe con dulzura). Es la dulzura de un Padre, conocedor de las limitaciones de sus hijos, a los que tanto amo, y en los que me plazco cuando veo su amor a Mí, en medio de su imperfección; y esto me llena de compasión, de misericordia, de la infinita misericordia del Dios Infinito y Verdadero.