Martes, 28 de mayo de 1.996 Rezo… 19:24 h a 20:07 h.
Yo.- Amado Dios ¿Es que deseas decir algo a Ansisto y Vulga?
+ Soy el Dios que fundé la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Uníos a la verdad, al Santo Padre; Yo, Dios, estoy con él y mi Santa Iglesia.
Acudid a María, rezad el Santo Rosario; os insisto a ello, Yo, Dios. Amados, Ansisto y Vulga: me buscáis. Estoy en la Iglesia Católica, soy la Santa Iglesia Católica.
Si deseáis servirme, servirla a Ella, soy Yo. Yo, Dios, estoy en los bautizados, y si estoy en ellos, soy parte de ellos: Soy Católico. Pertenezco a la Iglesia, a la Santa Iglesia de Pedro. Estoy verdaderamente y fielmente en los sacramentos, en todos ellos.
Que nadie abuse de ellos. Ya que si abusa de ellos, abusa de Mí; si alguien los maltrata, me maltrata, ¡a Mí! A Dios.
Este es vuestro destino: Proteger mis sacramentos.
Mi voz os lo pide: ¡Id por el mundo, anunciando que Yo, Dios, estoy y soy la Santa Iglesia Católica!
Juntad mi Iglesia, obedeced en todo al Santo Padre.
Repito, amados Ansisto y Vulga. Mi Mensaje para vosotros, amadísimos de Dios, es que habléis de mis sacramentos, al mundo.
Mis sacramentos soy Yo mismo, Dios Uno, en Ellos está la voluntad del Padre, la fuerza del Espíritu, y la obediencia, por amor, hasta la muerte, del Hijo.
Yo, ¡Dios! estoy y soy. Estaré y seré.
Sedme fieles, amadísimos del Verbo; Yo hablaré cuando vosotros habléis; el mundo me escuchará, os escuchará.
Que se una mi Santa Iglesia al Santo Padre, y respeten y utilicen mis Santos Sacramentos.
Esto es lo que Yo, Dios, espero de vosotros. Sedme fieles y dóciles, y la eternidad celestial es vuestra. Os la daré Yo Dios, por mi Santo Poder, mi Misericordia y mi Justicia.
No temáis a vuestro pasado, a vuestros pecados. Yo Dios los blanqueé con mi Santa muerte; aprovechaos de la suerte que tenéis, por la muerte del Cordero.
Yo, Dios, hago mis cuentas y mis cálculos, que son muy distintos a las cuentas físicas. Yo soy espiritual, y mi recompensa por un denario de lealtad, es la Eternidad Celestial, la felicidad junto a María Inmaculada, Madre de Dios, y que os ama tanto, que si vierais el amor que brota de su mirada y de sus dulces palabras, pidiéndome misericordia, no pensaríais nada más que obsesionaros por acudir a sus brazos en la Eternidad, y haríais cualquier sacrificio para servirme. Ella desea decíroslo. Escuchadla, hijos míos, hijos del Altísimo.
* Yo, María…
Yo, María…
Yo, María…
Es eso lo que deseo:
Amad a Dios Padre, amad a Dios Hijo, amad a Dios Espíritu Santo; amad; y por vuestro santo amor, obedeced y servid.
Y acudid a Mí, a María, y os ayudaré a amar a la Santísima Trinidad, Dios, y a obedecer, y a ser fieles; y os cubriré con mi manto protector.
En él, hay Amor, Valentía, Humildad, Confianza, Fe, Perseverancia, Bondad y Justicia; y todos los dones y frutos de Dios, de Dios Espíritu, que está en la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y que tiene el poder de Dios en sus Santos Sacramentos.
Anunciad al mundo que Dios vive. Está vivo en todos y cada uno de los Sacramentos, y que desea unirse por Ellos a todos los hombres, para llevarlos al Cielo Eterno, y hacer de este mundo, un mundo de felicidad.
Vosotros pensáis: “Debemos cumplir con los diez mandamientos, ya que si no lo hacemos, Dios nos castigará con el Infierno eterno”.
Decíos la verdad, abrid la verdad al mundo, y que todos os digáis, con certeza de la verdad más maravillosa, justa y verídica:
“Debo cumplir con los diez mandamientos, ya que ellos me dan la felicidad terrenal y eterna. Y ser feliz es lo que quiero, deseo. Y sé que la obtendré, si cumplo con ellos. Y libremente lo hago y lo haré. Ya que ser feliz, es bueno, y Dios lo quiere, quiere que sea feliz. Por eso me ha dado a conocer lo mejor para mí, para conseguirlo, que es cumplir con los diez mandamientos. Y si fallo y peco, por ser imperfecto/a, tengo los Sacramentos y los utilizo, y vuelvo a empezar, y sigo empezando hasta llegar a la Eternidad Celestial. Junto a mi felicidad, llego a la santa y total felicidad”.
Amados Ansisto y Vulga: Tened, os alargo mis manos. (Y veo a Mamá con sus brazos extendidos y las palmas de las manos en acción de coger las vuestras. Sus manos me llaman, y es irresistible la dulzura que ellas desprenden ¡Yo quiero cogerlas! ¡Yo quiero!).
Todos los que queráis acogeros a Mí, acudid a mi Iglesia, a la Santa Iglesia Católica. Y mis manos sostendrán vuestras oraciones, vuestras plegarias, y os consolarán en las desgracias. Y teniendo desgracias, seréis felices, como si no las tuvierais, ya que mis manos os elevarán del suelo, y viviréis terrenalmente como si vivierais ya en el Cielo. Vuestro espíritu dominará al cuerpo y nada terrenal será eterno. Yo, María, le pido a mi Hijo Dios, que lo selle.
+ Y Yo, Dios, lo sello con mi santo sello. Que quede escrito. Que quede constancia de los deseos de mi Madre Santa, María Inmaculada.