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Revelaciones 30

Miércoles, 28 de Agosto de 1.996   Rezo…      9:31 h. a 9:41 h.

Yo.- Amado mío, Jesús; cuando ayer leímos tu explicación sobre los Papas, San Malaquías decía del actual: “El trabajo del Sol”, y Tú comentaste de él: “La gloria del Sol”.

+ Sí, y os diré, que el trabajo aprovechado y lícito a mis ojos, a los ojos de Dios, es la gloria para Mí, para Dios. 
Si el trabajo de los hombres, si vuestro trabajo no me da gloria, es un trabajo vano, desaprovechado, un trabajo estéril, que se hace bajo el sol, bajo mis ojos, que, como el sol, me infiltro en cualquier lugar, en el trabajo del pobre, del rico, del sano, del enfermo, del niño, del hombre, del viejo.

¡Yo soy vuestro sol!

Puedo daros calor y luz, si vosotros me glorificáis con vuestra vida.
Y la vida es trabajo, y
la vida es sojuzgar la naturaleza creada. 
Y tú, eres naturaleza, y tu trabajo, para darme gloria, es sojuzgarte a ti mismo, dominar tus instintos de imperfección humana, y con tu trabajo, luchar contigo mismo y rendirme gloria con la lucha para tu santidad, tu perfección. 
El trabajo no es solo para alimentar el cuerpo, el trabajo es para consagrarme un perfecto carácter. 
Tu trabajo es trabajar para alimentar y sustentar tu cuerpo, con un trabajo que te reafirme a un santo carácter. 
Y eso es darme gloria con el trabajo.
Y puedes trabajar en esto, sea cual sea tu edad, tu situación social, y si tienes salud o enfermedad. 
El Santo Padre, Juan Pablo II, me da su trabajo, la gloria de su trabajo, con su salud y enfermedad, en todo tiempo y lugar, y esto es dar más que trabajo en sí, es darme gloria por vivir en Gracia; y por su gracia de estar en Gracia, su trabajo es el trabajo del Sol, la gloria del Sol, ¡mía! Yo soy su luz; Yo, Dios, soy su guía.

 

Rezo…      9:57 h.

Yo.- ¿Deseas amado Dios, decirnos algo? ¿Debemos hacer algo en particular?

+ Os recuerdo que os amo, y os pido me deis gloria con vuestro trabajo.

Imitad a mi amado y fiel Karol, y sed todos para Mí: el trabajo del Sol, la gloria de Dios.

 Dejaos guiar por el Papa, él sabe darme gloria con su trabajo. ¡No entorpezcáis su trabajo! Su labor es para el sol, para dar vida a las almas que andan en la oscuridad de Satanás.

Uníos a él, Iglesia mía.

No vayáis solos, os perderíais sin su guía. Él tiene mi luz.

¡No le tengas envidia!

Sométete a la verdad, a la verdad de que él es el cabeza de familia.

Nuestra Madre, Santa María, lo acompaña de día y de noche; con la luz de su pureza le alivia el corazón, que sufre por el mundo y su perdición.

Y Yo, Dios, te digo: Amado y buen hijo mío; el mundo está en manos de Satanás, reza por el mundo y lucha por nuestra Iglesia y su pureza.

¡Saca a Satán del altar!, ¡este es mi santo lugar!

No dejes, amado mío, que el mundo domine el catecismo.

Mi doctrina es para los santos; ¿qué saben de ella los mundanos? Y sin saber, la desean mancillar.

Tú serás mi puño de hierro.

¡No tengas miedo! Soy Dios. Y por ser Dios, nadie puede ir contra nosotros dos.

Nadie que Yo, Dios, no le haya dado mi permiso, y no se lo doy a nadie.

¡Ha llegado la Era de la paz para mi Iglesia, “para nuestro mundo”; el mundo que no pertenece a este mundo, sino al Reino celestial!

¡Golpea!, golpea, hijo mío, mi ultimátum: Deseo la pureza en nuestra Iglesia.

Puedes, debes hacerlo; Dios, Yo, estoy contigo. ¡Tú estás Conmigo! Nadie puede destruirnos.

Además de estas, mis santas palabras, te daré salud y fuerza para ejecutarlas, y verás que soy Dios quien te hablo, a través de Primavera.

Es duro y no es duro tu trabajo, ya que cumplir con el deber, da la tranquilidad espiritual, que por la dureza del mismo mundo, daña, con su rebeldía, el organismo; sí, sé que el dolor es amargo.

Cuando Yo, Jesucristo, tuve que obedecer a la voluntad de mi Padre, quedé solo.

Cuán triste estaba; buscaba otra solución para pedirle al Padre otra opción, mas… no la encontré (y noto en su voz su dolor) Y tuve, por mi amor, que obedecer. Y el mundo se cernió en Mí, y sufrí, sufrí; y cuando sufría, mi Padre me dejó ver todo el bien que derramaría al mundo con la obediencia de su santa voluntad. Y le dije así: “Que se cumpla tu voluntad y no la mía”.

Y morí a mí mismo, antes de que me mataran. Morí por mi libertad de cumplir con el trabajo del sol. Y con mi trabajo, le di gloria a Dios. Y por dar mi gloria al Sol, el mundo vio, por fin, la luz. Las tinieblas se dispersaron y nació el cristianismo, y nació el mundo de Dios, que no es mundano sino celestial e inmortal.

Por dar mi trabajo al Sol, se empezó a edificar el Templo de Dios. ¡¡Te necesito, Karol mío!! ¡Te necesito! (Y veo a Dios postrado de rodillas, y veo que con sus manos agarra tierra del suelo, y elevando sus manos, besa la tierra). Mi Sangre, la sangre del Cordero, está en esta tierra, y por tener mi Sangre es santa, y la amo. ¡Amo el mundo! ¡Os amo, hijos míos, os amo y os necesito!

A vosotros no os pido reguéis con vuestra sangre la tierra, a vosotros os pido que os unáis al Santo Padre y que trabajéis por el Sol.

Si con vuestro trabajo me dais gloria, por la gloria que me deis, el Sol llegará al mundo, a nuestro mundo, que es la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y a la tierra de los gentiles, la tierra que trabaja para las tinieblas.

¿De qué les servirá su afán en el trabajo, si todo perecerá, si todo será destruido por sus mismas manos?

Mas quien trabaja para el Sol, su trabajo da fruto inmortal, ya que trabaja para Mí, para Dios, y Yo, Dios, soy inmortal.

¿Quieres trabajar para Dios?, ¡hazte católico!

Pero no me seas católico de boquilla. Un católico sólo puede ser una cosa, y esta es: santo.

Si no eres santo, ¡No eres católico!

Tienes las herramientas de la santidad, ¡mis santos sacramentos!

Trabaja con las herramientas del catolicismo, y serás católico, ¡serás santo!

Yo, Dios, te lo digo, te lo pido: Sé santo amado hijo mío, hija mía, ¡te necesito!

 

Rezo…      10:54 h. a 11:06 h.

Yo.- Amado Dios, desde la Casa Madre de los De Belén, no nos han dicho todavía nada sobre tu deseo de que entregasen estos Escritos tuyos al Santo Padre. 

+ Quedad tranquilos, amados y buenos hijos. Vosotros cumplís Conmigo, con Dios, y ellos, mis tan amados, también cumplen Conmigo, con Dios. Ambos me sois fieles, ambos me amáis, y Yo, Dios, amo a ambas partes, por ser ellos parte protagonista del futuro de nuestra Iglesia. El mundo los reconocerá como a los hijos fieles que viven en santidad. Por ellos, por los De Belén, y la gloria que me dan con su labor, mi Iglesia está pura, mi doctrina sigue viva.

Bienaventurados los fieles, su fidelidad salva al mundo, y por su fidelidad, el mundo no está todo oscuro.

Yo, Dios, os bendigo a todos y cada uno de los hijos que sois míos, por la gloria que me dio vuestro padre fundador, mi amigo Ris. Él, desde aquí, el Cielo Eterno, disfrutará de su heredad hasta el fin de los siglos.

Los De Belén, serán fieles como lo sois vosotros, Fuerza y Primavera.

Y te digo, hija mía: no les tengas tanta manía a mis hijos de De Belén; tal y como dice, su labor es para Mí. No tengas en cuenta los casos particulares, y Yo, Dios, no te tendré en cuenta tus muchos pecados. Limpia tu alma del rencor; ellos y vosotros, trabajáis por el mismo Dios, ¡Yo!