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Revelaciones 25

Lunes, 18 de Noviembre de 1.996   Rezo…      13:23 h. a 13:36 h.

Yo.- Amado Dios, ha muerto el padre de Ñai. Todos te lo encomendamos; ten misericordia de él y de nosotros.

 + Yo, Dios, grande en misericordia, pleno de bondad, amo a todos y a cada uno de los hombres; y cuando acudís a Mí, a Dios, Yo, os llamo benditos, ya que hacéis lo bueno acudiendo a Mí, a Dios, a quien tanto os amo y que derramo perdón a raudales por un instante de alzar vuestros ojos a Mí, si vuestro corazón me pide compasión.

Soy compasivo con quien me busca, aunque sea en el instante último, antes de ejecutar su último suspiro; tengo piedad, soy Dios.

No os olvidéis de Mí, y Yo, Dios, no me olvido de ti.

Confiad en las enseñanzas de mi Santa Iglesia, la Católica, Apostólica y Romana. Ella me conoce, Ella sabe que todos los que me pedís perdón, encontráis mi santa misericordia de amor. Y por vuestra humildad al pedirme perdón, Yo, Dios, os perdono, y venís al Cielo. Se aleja de vosotros el Infierno.

Amada Ñai, mi niña Ñai. Es cierto, tu padre ha muerto, como todos los hombres tendréis que hacerlo, si no, no podréis vivir en el Cielo. Es la única manera de poder disfrutar y alegraros eternamente en la vida sin fin, la vida plena, la vida verdaderamente feliz. Tenlo presente, hija mía.

Todos vais, algún día, a morir para vivir.

Recuerda mi amor, el amor de Dios, con que tanto os amo. Sed santos.

 

Rezo…      13:40 h. a 13:53 h.

Yo.- Amado, ¡mi Amor! Oh, Dios bueno, me acuso de amar a los demás, no por Ti, sino para tener así su amor, amor a mí. Deseaba tanto que las personas me amaran, que si era buena con ellas, era para recibir su simpatía y que correspondieran a mi amor. ¡No lo hacía por Ti, lo hacía por mí! Merezco su desprecio, merezco su desamor, ya que egoístamente deseaba su amistad, no el amor a Ti, sino a mí. Debes perdonarme, ya que no me daba cuenta. Y yo pensaba que era buena. Dios mío, lléname de Ti y que tu luz me haga descubrir mis errores y ayúdame a rectificar y a ser buena de verdad.

+ Eres buena cuando rezas. Y rezar es abrirme tu corazón de par en par. Eres fuerte, no te temes a ti misma, eres capaz de vencerte para descubrir la verdad. Y te digo, hija mía, eres buena, y si sigues así, serás cada vez mejor. Yo, Dios, te daré mi amor y tu amarás a los demás, no por simpatías, sino por ser tu deber Conmigo, con Dios. Amarás lo que Yo amo, por ser mi deseo y voluntad; y no desearás, ni necesitarás su amor, ya que vivirás por mi amor que vive en ti.

Cuanto más me dejes amarte, más amarás. Y los demás te corresponderán, ya que se darán cuenta de que los amas porque me amas, y no por la necesidad humana de amor. Yo, Dios, cubriré todas tus necesidades, y estarás tan arropada por mi amor, el amor de Dios, que el amor de los demás, te hará amarme más, ya que su amor por ti, te unirá a Mí, a Dios, al Dios, Uno y Trino, al Dios de dioses, al Dios que tanto amo a todos y a cada uno de los hombres. ¡A todos, como a ti!