Saltar al contenido

Revelaciones 21

Martes, 19 de diciembre de 1995… rezo… (Madrugada)

 

* Hijita buena, Primavera, Fuerza, niños míos: os suplico Yo, vuestra Madre, la Madre de Dios, que tanto amáis…

(- Satán intenta continuamente intervenir en las palabras, pero hay “algo” que no lo permite). Este algo, hijos míos, es la abundante cantidad de ángeles, que mi Hijo ha ordenado, por Él y por vuestras sinceras oraciones, que os están protegiendo.

Amados míos; como te decía, mi buen bebé, mi niña, mi jovencita, mi madura Primavera, y a todos, Yo os pido, vuestra Madre os pide, (- y llora, ¡Mamá llora!) que no dejéis solo a mi Hijo Jesús, os necesita; podéis hacer tanto bien.

Él os ha dado y os da, su poder, en unidad a la Santísima Trinidad.

Miradme bien, hijos míos, y veréis mis sufrimientos, que los hombres sin amar a Dios, a mi Hijo, el Salvador, me dais.

Yo lloro porque os amo, y os pido de rodillas, (- veo a Mamá de rodillas y llorando) os pido que vosotros, vosotros me améis; améis a mi Hijo, a Dios.

¡Por lo menos, vosotros no me dejéis, no nos dejéis, por favor!

Al menos, vosotros sednos fieles hasta el final.

Os lo pido Yo, María, la Esclava del Señor, la María que os di, por mi obediencia, al Dios Vivo, que vivió por mi sí, y murió por vuestro sí.

¿A qué tanto haceros rogar?

¿Por qué me hacéis sufrir tanto?

¿Es que no amáis a vuestra Madre?

Y mi Hijo, ¡miradlo! (Yo.- lo veo sentado en su Trono, llorando, con la cabeza inclinada).

¿Es que no os importa que llore mi Hijo, vuestro Hermano?

¡Dios!

¡¡Dios!!

¿Es que no tenéis corazón, hijos míos?

¡Necesito vuestro sí para Jesús!

¡Necesito oír vuestro sí!