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Revelaciones 19

Rezo…      10:25 h. a 10:55 h.

+ Amados míos, en vuestro camino de fe, deseo que andéis solos, es decir, no os apoyéis unos a otros, ya que cuando uno cae por su irreversible imperfección, los demás, podéis perder la fe, por apoyaros en un semejante; apoyaos en Mí, en Dios.

¿Que cómo?, pues usando de mis santos sacramentos; Yo Dios, estoy en ellos, y si venís, me tenéis; Yo Dios, estoy siempre, para quien quiera venir.

No hay condiciones por mi parte, por parte de Dios; sois vosotros que os excusáis con condiciones, mas no hay condiciones por mi parte, por parte de Dios.

Y no os apoyéis ni en los sacerdotes, ni en los obispos, ni tan siquiera en los papas.

¡Apoyaos sólo en Mí, en Dios!, porque los demás sois iguales, y por tanto, imperfectos.

¿Cuáles son los más grandes de mi Iglesia? ¡Los santos!; y los santos no tienen condición social, sino espiritual.

Por lo tanto, todos estáis destinados a la santidad; no sólo los papas, obispos y sacerdotes. Ellos también, como vosotros, están destinados a la santidad.

Y, ¿qué destino es este?

Pues es el caminar por mi camino, el camino de Dios, en los diez mandamientos, que además de daros la felicidad terrena, os conducen al Cielo.

No es lícito para quien me ama, no desear traspasar el velo blanco de la muerte y venir directamente a Mí, a Dios, al Cielo.

No es lícito para quien me ama, el no importarle pasar tiempo de eternidad en el Purgatorio.

Cuando dos se aman, desean casarse de inmediato, para ser los dos uno solo. No desean vivir el doloroso tiempo de espera, no desean «el Purgatorio», y hacen cualquier cosa para casarse. No les importa no tener casa, ni bienes, su deseo es unirse en casamiento.

A los santos, no os debe importar tener casa o bienes terrenales, vuestro deseo debe ser uniros junto a Mí, a Dios, para siempre en el Cielo Eterno.

Ese es el verdadero amor, esa es la única visión lícita de mi amor. Todo lo demás, por muy bien que suene, no es mío, no proviene de Dios.

Yo, Dios, digo: ¡Cumple con los mandamientos!; no digo: Espera a tener casa y bienes para cumplir con todos y cada uno de mis mandamientos. Y los sacerdotes que osan aconsejaros esto, ¡son unos traidores! Y son peor que Satanás, ya que cubriéndose con piel de cordero, son lobos que trabajan para el mal.

No, ¡No! No os apoyéis en nadie que sea humano. Apoyaos sólo en mi santa doctrina católica.

¿Ya sabes el catecismo de mi única y Santa Iglesia?

Pues ya va siendo hora de que te instruyas en lo que te dará la felicidad total, la felicidad que no muere, y que te sirve para ser fuerte, libre, ¡un héroe! ¡Un santo!

No seas perezoso, y estudia el catecismo, allí encontrarás la solución a todos tus problemas.

Y si eres fiel, y con fe, sigues la conducta que te pide tu Iglesia Católica, aunque te parezca absurdo e ilógico, y sigues el hacer el bien siempre, alejándote del mal, sin poner “la otra mejilla” (habla de la mejilla física), ni devolver jamás mal por mal, aguantando tu imperfección, y haciéndolo por Mí, por Dios, por tu amor a mi amor, ¡Serás feliz! Sentencio que no habrá nadie más feliz que tú, en la tierra y en el Cielo.

Aunque te digo que no te apoyes jamás ¡Jamás!, en otro semejante, no te pido que estés físicamente solo, ¡No! Perteneces al mundo ¡Te debes al mundo!, por mi amor, por el amor de Dios.

Por tanto, deseo que camines tu camino de santidad, en medio de buenos, malos y necios.

Y no dejes que nadie se apoye en ti, enséñales a apoyarse en Mí.

Ellos, si ven que tú te apoyas sólo  en Mí, aprenderán de ti, a apoyarse en Mí.

Y no es solo porque tú eres imperfecto y vas a caer muchas veces, sino que también es porque tú vas a morir, y, ¿qué harían ellos sin ti?

En cambio, Yo, Dios, no muero jamás.

Eso, hijo mío, es la libertad; la libertad es saberte solo, y actuar el bien sólo para Mí y por Mí, por Dios.