Rezo… 12:43 h. a 13:52 h.
+ Muchos pensáis que andar mi camino, el camino de Dios Hijo, que lleva a Dios Padre y está lleno de Dios Espíritu Santo, es un camino fuera del mundo, mas no es así; mi camino es la conducta de santidad.
Yo, Dios, lo anduve cuando estaba en el mundo, y caminé entre justos e injustos, entre santos y pecadores.
Me relacioné con el mundo, con todo aquel que quiso de Mí, de Jesús, de Dios.
Pues vosotros, siendo mis discípulos, debéis actuar como Yo, Jesucristo, Dios, y haceros santos en medio del mundo, sin ser del mundo y sin pertenecer al mundo, mas viviendo en el mundo.
Cuando el mundo os llame locos, por vuestras obras de fe, sabréis que andáis mi verdadero camino, que sois míos, del Dios todopoderoso y valiente, que no teme. Y vosotros, por ser míos, sois valientes y no teméis; y al no tener miedos a los ojos de los demás, sois locos, por no tener miedo.
¡Sois locos, por ser libres!
La locura ante los hombres, es no estar atado a nada terrenal: al dinero, al sexo, al miedo, por ser llenos de fe, es decir, de locura, es decir, de libertad.
Y no os comprenden, ya que muchos tienen miedo; y a lo que tienen miedo, por miedo a enfrentarse a ello, lo llaman locura.
Y no soportan ver que algunos hijos míos, muchos, practiquen su libertad, esa libertad que les da la fe, y sus obras son heroicas.
¡No lo soportan!, ya que las obras de los santos, les recuerdan su debilidad, su podredumbre, y es por eso que ponen lazos a los hijos libres que vivís la fe.
Y os torturan con sus sentencias, y os acorralan con sus pecados, ya que desean que os volváis “cuerdos”, es decir, miedosos, para que no seáis más valientes que ellos.
No desean saber, ni ver, que sois capaces de amar tanto a Dios, que por mi amor, desaparezca vuestro terror y miedo al mundo; y es cuando los malos actúan para dañaros; así si las cosas os van mal, dejéis a Dios y os unáis a ellos, que os apremian con sonrisas traicioneras, y palabras dulces como manjares de ricos, que al final deberíais vomitar si los probarais.
Y toda su vida, la vida de los malos, consiste en perseguir la bondad del mundo, y transformarla; ¡no soportan la santidad!; ellos luchan por sus vicios y pecados, y no soportan que luchéis por la bondad, el amor a Mí, a Dios, y con él y por él, a hacer un mundo mejor.
Muchas veces, con sus argucias, han devuelto la “cordura” a un hijo mío que andaba el camino de la santidad.
Os aviso, amados míos, como buen Padre Dios, que soy: guardad vuestros sentimientos; en los sentimientos está la bifurcación del bien y del mal.
Muchos han caído en las redes de un amor humano, que es pasión carnal, arropada por sentimentalismos del qué dirán.
Aunque “todo el mundo” lo haga, la pasión no es amor de verdad.
Y otro argumento que utiliza el maligno para que dejéis vuestra libertad, es el dinero, el poder, el capital, e ilusoriamente, muchos os habéis encadenado al consumismo, creyendo que tener es ser.
Ser libre en verdad, no tiene nada que ver con el dinero.
Y llamo tontos, a los hijos que han postergado seguir en libertad, para mañana.
Os decís; «hoy, ahora, haré dinero, luego tendré fe, y actuaré libremente; mas ahora, necesito del dinero, del sexo, para así poder, mañana, ser libre.»
Ay, hijos míos, qué triste es para los Ángeles, ver como os han reducido; ellos no cayeron ante Luzbel, ellos siguieron con su locura de amarme, y lucharon, lucharon como debéis hacerlo ahora vosotros; y vosotros, como ellos, los que sois libres, no viviréis en la prisión del Infierno, que el Infierno es la prisión eterna de quien es cobarde y miedoso. Mas la libertad está en el Cielo, en la perfección, allí donde podréis hacer todo el bien que queráis, ya que la verdadera libertad y felicidad, es hacer el bien, ya que el bien es bonito, bello.
Todos sabéis que matar, robar, mentir, seducir, es malo, es feo, sucio e indigno de quién es libre, ya que el que es libre, es grande, poderoso; por su libertad de hacer el bien, tantas veces como quiere.
Piensa, hijo mío, en una persona que sea grande a tus ojos, y te darás cuenta que siempre es alguien que, libremente y duramente, ha luchado bien, para dar al mundo bien. ¡Es así!
Nadie ve grande a un asesino, a un Hitler.
Nadie que sea libre o ame la verdad de la auténtica libertad, llama héroe a quien ha dado mal al mundo, ¡nadie!, ni los necios.
Yo.- Amado Dios, al hablar Tú de Hitler, me viene curiosidad por saber de él. ¿Deseas decirme algo?
+ Fue malo, verdaderamente malo, fue lo que se cuenta en los evangelios, un falso profeta. Engañó a muchos, en su mismo engaño. Ahora vive con Satán en los infiernos, y aunque sufre, está “gozoso” de su sufrir, es decir, no se arrepiente de vivir eternamente allí.
Yo, Dios, digo que sólo van al Infierno, quienes desean ir. Si tan solo tienen una décima de instante de remordimiento por sus pecados, Yo, Dios, tengo misericordia y les doy una entrada en el Purgatorio, hasta que, por su dolor, desean verdaderamente estar con Dios; hasta que, justamente, no han limpiado su alma de todo pecado; hasta que la pureza no brilla en ellos, y desean desesperadamente ser perfectos y vivir en la perfección.
Cuando Hitler estuvo ante Mí y nuestra Santísima Madre, ni la belleza, ni el amor y dulzura de María, le movieron a tener una chispa de remordimiento. Su soberbia al ver a Dios, fue la de crecerse ante Mí, ante Dios, y quiso incluso juzgar a Dios. Le dejé hablar; por mi justicia, dejé que dijera cuanto quería decir, mas no le permití insultar a mi Madre, llamándola “maldita judía”. Aquí terminó su locución, y mi santa sentencia, le condenó al Infierno.
Yo, Dios, judío de nacimiento, como María Virgen, hago un llamamiento a todos los judíos.
Yo, Dios, sin dejar de ser judío, soy cristiano; María Inmaculada, sin dejar de ser judía, es cristiana; ¡vosotros, sin dejar de ser judíos, haceos cristianos!
Yo, Dios, fui el primer judío-cristiano. No es una vergüenza, al contrario, es de justicia, de santa justicia, uniros a Dios.
Amados judíos, raza de Dios: por vosotros y vuestra lealtad, Dios habló a los hombres a través del tiempo. En la santa Biblia está todo documento, y Yo, Dios, os amo por vuestro amor y lealtad de antaño, y por la misma, os perdono de muchos pecados, mas os pido que os unáis y sirváis al cristianismo, de quién Yo, Dios, con mi muerte en la cruz, abrí el camino; y vosotros, como todos los hombres, tenéis, por mi muerte, la vida eterna. Sí, aunque no me aceptarais, por mi muerte, os digo que tenéis entrada a la Eternidad Celestial; mas, qué pena, que tantos os perdáis eternidad en el Purgatorio, al no poder venir directamente Allí donde resido Yo, Dios, el primer cristiano.
Recapacitad, hombres, hijos de Dios, recapacitad, sois libres, que no os sojuzgue el qué dirán.
Acudid a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, ¡mi única Iglesia!; acudid y comed mi Carne, y bebed mi Sangre.
Todo aquel que no coma, ni beba mi Sangre, con amor y por amor, tendrá que sufrir interminablemente en el Purgatorio.
Sólo quien coma mi Carne y beba mi Sangre, puede perfeccionarse, es decir, dominar su imperfección; y siendo santo, en medio de luchas, victorias, y caídas, que la confesión de los pecados levanta y sostiene, podrá comer en mi Mesa Celestial.
La Gloria es la máxima felicidad, y la felicidad sólo está en lo bello, en lo que no tiene mancha y es perfecto, por ser verdadero.
Yo, Cristo, Dios, morí, para que tú y Yo, Dios, vivamos juntos en la gloria. ¡Ven! Te espero.