Martes, 6 de Agosto de 1.996 Rezo… 9:13 h. a 9:54 h.
Yo.- Te repito, amado mío, lo que te he dicho esta mañana, al rezar el Santo Rosario, yo sola: “Amado, perdóname, ya que yo te habría dejado solo en el camino del Calvario. Pero Tú, no me dejes sola, en mi caminar por la vida. ¡No nos dejes solos! Aunque yo, seguro, te habría dejado solo.”
+ Es bueno que lo sepas y me lo digas, ya que es cierto; me dejaste solo, de camino en mi calvario.
Yo, Jesús, me sentí solo, y seguí.
Vosotros, muchas veces, os sentís solos en la vida, y debéis seguir por mi camino, el camino de santidad, aunque esté lleno de penas y tristezas, de dolor y enfermedad.
¡Debéis seguir!, aunque os “muráis” de dolor, por vuestra cruel soledad.
Muchos, no lo podéis soportar, y os cambiáis de camino para no andar solos; os traspasáis al camino del maligno, al camino del vicio, sí, allí vais acompañados de otros pecadores, y os apoyáis en vuestros errores:
.-“Si él adultera, yo lo hago”.
.-“Si aborta, yo lo hago”.
.-“Si miente, yo lo hago”.
.-“Si roba, yo lo hago”.
.-“Si mata, yo lo hago”.
Sí, eso hacéis, hijos míos, os acompañáis en el mal; y todo y así, ¡estáis solos!
Cuando, por el mal, os sobreviene el mal, ¡estáis solos!
Cuando te pones enfermo o empobreces, ¡estás solo!
Y tan solo que estás, ya que Yo, Dios, no estoy contigo, por no estar tú en mi santo camino; y por tanto, ni mis ángeles pueden ayudarte.
¡Estás en manos de Satanás!, y él no te suelta, si tú no te vas.
¡Vete!, ¡ven a Mí!, ¡ve a confesar!, y estarás en mi camino, el bello y duro camino de la santidad.
El camino de los que se saben libres y que son fuertes y luchan solos.
Sólo Yo, Dios, estoy con ellos.
Claro que eso, a muchos os mueve a risa:
.-“¿Dios?”
.-“¿Están con Dios?”
.-“Si Dios no existe”.
.-“Si Dios está lejos, y no tiene tiempo para nadie”.
Eso decís; Dios, para vosotros, es un gigante, ¡un ogro!
Eso decís y pensáis que soy Yo, Dios, un ser grande, al que no le importa vuestra pequeñez humana.
Y te pregunto: “¿Por qué Yo, Dios, me hice hombre en Jesucristo?”
Como no lo acabas de comprender, prefieres decirte que Jesús, Yo, Dios, no era Dios, sino un hombre bueno, tonto, como lo que son los hombres buenos a vuestros ojos; y que me mataron.
No decís que morí, sino que me mataron: “Era Jesús, tan tonto, por ser bueno; tan indefenso, por ser hombre pobre, que me mataron.”
Y os digo Yo, Dios, ¡Jesús!, Hijo de María Virgen y Dios:
¡Morí!, morí porque quise obedecer en todo a mi Padre, Dios, a Mí mismo; morí.
Leedlo todo en los documentos que mis testigos escribieron, ¡leed los evangelios!
Pedro, mi amadísimo apóstol Pedro, cortó la oreja a uno de mis apresadores, y, ¿qué hice Yo, Jesús, Dios? Le devolví la oreja a su lugar. ¿Es esto no tener poder?; ¿es esto ser indefenso? Y cuando se la coloqué en su lugar, nadie me tenía sujeto, a pesar de haber habido violencia. ¿Os explicáis esto, hombres sin fe?
Leed, leed y creed.
¡Adquirid la fe!, ya que la fe no es algo que viene de la locura o del miedo al mundo; la fe viene por la mente, y del amor del mundo, por vuestros semejantes, que van perdidos por su falta de verdadera libertad.
Yo, Dios, amada Primavera, buena, a pesar de haberme dejado solo en mi calvario, y es que en la voluntad de Dios, es que estuviera Yo, Jesucristo, Dios, solo, para enseñaros que debéis caminar solos el camino de santidad; y es camino perfecto, por haberlo andado Yo, Dios, y Yo, Dios, sólo hago lo perfecto.
Pero, acordaos; en mis horas, en el huerto de los olivos, ¿estaba solo? ¡No! Dios estaba Conmigo. Yo, Jesús, Dios, hablaba con Él. Y ¿Con quién hablé en la Cruz, cuando pedí por todos vosotros? ¡Con Dios! ¡Con mi Padre, Dios!
Jesús, Yo, Dios, no estuve solo, estaba con Dios.
Vosotros, en vuestro camino a la perfección, a la santidad, ¡no estáis solos!, ¡estáis Conmigo, con Dios!