Viernes, 1 de marzo de 1996… Rezo… (Mediodía).
Yo.- Bueno, amado Dios, tú ya sabes lo que pensamos y cómo actuamos ante la política, pero le dijo un amigo de mi amado esposo Fuerza, que rezáramos y te pidiéramos para que el domingo día 3 de marzo, en las elecciones, hicieras algo. Ya sabes lo que quiere decir, ¿no?
+ (Se sonríe gratamente). Sí, hijos míos, sé lo que queréis decir, y no dudéis que Yo, Dios, lo controlo todo, y si permito barbaridades, por respetar vuestra libertad, siempre es para un buen fin.
La política es el mal del siglo; en ella hay todos los vicios y toda la corrupción.
Es luchar con el fuego de Satán.
A Mí, Dios, me importa más, mucho más, uno por uno, todos mis hijos.
Si uno por uno, me amáis y me obedecéis, la política cambiará.
Pero para apagar el fuego de Satán, tenéis que encender en vuestro corazón, el fuego dulce y pacífico de mi amor, del amor de Dios.
No cambiará el mundo, si no cambiáis vosotros.
El anticristo que manda en muchísimos hijos míos, os impide avanzar hacia la paz.
Normalmente, todos pensáis bien, pero cuando vuestros ojos ven un fajo de billetes, os olvidáis de pensar, y actuáis y obráis por instinto, el instinto de proteger vuestro temor ante el mundo, y creéis que el dinero os hará de escudo, ante los imprevistos de la vida.
¡No tenéis fe!
Suplís la fe, con dinero y poder.
Y como el dinero y el poder, son castillos de arena, os derrumbáis, junto con ellos, al menor problema.
Creéis, erróneamente, que lo físico, gobierna. Y es el espíritu, quien da vida y movimiento.
Los problemas que más os dañan, son los espirituales, los sentimentales, esos que el dinero ni el poder, pueden solucionar jamás.
Un ejemplo: por más dinero y poder que uno tenga, la muerte le llega cuando menos lo espera o lo deseaba; ¡no la puede comprar, ni él, ni otro por él! Y qué dolor cuando uno se va.
Otro ejemplo: cuando uno ama y no es correspondido, aunque pueda poseer el cuerpo físico de la persona que ama, si éste no le corresponde, su entrega es vacía, le llena de suplicio y agonía: ¡no puede comprar el sentimiento, no tiene precio!, ¡no está en venta! El amor se regala, no se compra, no es materia.
Y otro ejemplo: las virtudes del buen carácter, aunque uno quisiera pagar, para aniquilar esa luz que envidia en otro, ¡no hay dinero, no existe moneda corriente, que haga desaparecer, una forma buena de ser! La envidia de cosas materiales que otro tenga, eso puede comprarse y superarse, mas la envidia de un buen carácter, no puede comprarse ni liquidar con dinero.
Y son todas esas cosas, hijos míos, lo que hacen mover el mundo.
Muchas veces creéis que necesitáis, y lucháis por, el dinero o el poder, y lo hacéis por creer que, con tener dinero o poder, os amarán, seréis importantes, contarán con vosotros e influiréis en el mundo.
Pero no es así; y cuando lo comprobáis, os llenáis de eso que llamáis depresión, y que, muchísimas veces, esconde un pecado, el ir contra un mandamiento mío.
Os llenáis, a veces, innecesariamente de pastillas, que os atontan para que continuéis en vuestro error.
¡¡Haced una buena confesión!!
La humildad vence cualquier depresión.
Sed humildes, amadme, y el mundo y el gobierno cambiará, y la Era de la Paz será una realidad espiritual y física.
No la compraréis con dinero; ¡no se puede comprar! La adquiriréis con lo que de verdad tiene valor, y que no muere jamás, jamás: Con el amor.
Y el amor es el espíritu de uno, en perfección.
Haced caso a Dios; cambiad vosotros, y el mundo cambiará.
¡Esa es la verdad de Dios!