Rezo… 23:20h. a 0:23h. (22-1-97)
+ Y continúo, amados hijos del Dios vivo, del Dios verdadero, del Dios que sólo tengo una Iglesia mía; y Ésta es la Iglesia del Papa, la Iglesia Católica, Apostólica, y Romana. Incluso en esto mis malvados sacerdotes silencian la verdad, de que mi Iglesia; además de ser Católica, es Apostólica y Romana.
Silencian el que es Apostólica: que es viva a través de la evangelización, y que es Romana; que viene y está en el Papa.
Desean arrinconar a mi sucesor, al superviviente legítimo de Dios, al Único que posee el Espíritu Santo. ¡No hay otro!
Hijos míos, me estáis destrozando el Catecismo y eso, ¡no lo permito!
Queréis anular los sacramentos. Ya no deseáis bautizar; ponéis pegas al “nacimiento” de un hijo mío, de un hermano vuestro.
¡Sois egoístas y rastreros!, ¡sois falsos e hipócritas!, ¡sois traicioneros!, ¡idólatras del sexo!
Volved, devolved la unidad que me habéis robado. Estas ovejas no se han perdido del rebaño, no me las habéis abandonado, ¡no! Habéis hecho algo peor: las habéis marcado con un hierro falso, les habéis puesto la marca de Satán en su conciencia. Ya no saben lo que es el bien o el mal, y a vosotros os interesa su confusión, su oscuridad; ya que así creéis que os pagarán para que podáis casaros, concubinaros.
¡Vete!, ¡lárgate de mi Santo ministerio! Mas no persigas ser sacerdote y hombre casado con mujer.
Muchos os dicen: “Pobrecitos, no pueden acostarse con nadie, no les es lícito.” Pero a los casados y a los que pueden casarse algún día, ¡no les es lícito Consagrarme en la misa, ni confesar, ni darme a Mí, a Dios, a través de los Santos Sacramentos! A menos que no sea bautizar, y por necesidad, que hoy hay mucha, ya que los malos sacerdotes no tienen prisa para dar vida a los hombres; y con mil y una excusas, los hacen esperar.
¡Hijos míos, si os acontece esto, pedidle a un laico cristiano que os bautice! Tenéis mi permiso, el permiso de Dios, ¡El mismo! ¡No importan tanto los papeles: lo importante es que Dios Espíritu Santo entre en vosotros y os infunda vida! Y acudid al sacerdote a darle la buena noticia, la de que ya sois católicos, la de que tenéis vida. ¡Que hable, que gruña, que se enfurezca! Tanto da, ya que con ello no podrá evitar que vosotros tengáis entrada en la Eternidad Celestial. ¡Sed audaces! Dios, ¡Yo! Antes que todo y todos.
Esos mismos malos sacerdotes, que no siguen al Papa, que imparten el Catecismo a su modo, son los mismos que os piden esperéis a ser bautizados; mientras no llevéis dos o tres años de las clases de su catecismo privado. ¿Cómo podréis entender mis cosas, las cosas de Dios, si no tenéis a mi Espíritu mismo, que os haga abrir el corazón y la conciencia, hacia mi santa y total obediencia?
Mirad que no os engañen estos falsos profetas de los últimos tiempos. Sí, de ellos es de quienes hablan los Evangelios; de esos necios.
Amados míos, os vuelvo a pedir Yo, Dios, que os alejéis de estos malos sacerdotes: acudid a los santos, a los sacerdotes que os dan el Espíritu Santo, a los que me dan a Mí, a Cristo, a Dios mismo. A los que cumplen con el Catecismo del Santo Padre, ¡El mío! El de Dios Uno y Trino, y os hablan de mi Amor: de que tenéis que amar a Mí, a Dios, ante todo, y que a todos hagáis el bien.
Y hacer un bien a estos malos sacerdotes es dejarlos de lado, ¡abandonados a sus errores! Debéis ayudarlos, y no con palabras; ellos ya saben cuál es su deber, estudiaron para ser mis santos sacerdotes y son los que dan de beber hiel al Papa; al que les pide obediencia, y se ríen de él diciendo que es anticuado, que debería dejar su cargo. ¡Qué tamaña tontería!
Debéis, amados míos, uniros al Papa y a los sacerdotes que le obedecen en todo, incluso en el vestir: que la santa sotana no tiene nada que ver con la moda, sino que es la señal exterior de un fiel servidor de Dios y del Papa.
Yo, Dios, no sigo la moda, soy quien marco la moda de siempre, la modestia; el vestir con pureza, el resguardar el cuerpo del sacerdote, que no es cualquier hombre, ¡es mi hombre! Hombre de Dios, forjador de santos.
No todos mis hijos sois iguales, los sacerdotes son especiales. Ya os he dicho y os repito, que los sacerdotes son los que me dan a vosotros Vivo, Vivo en Cuerpo y Alma.
No es un símbolo la Eucaristía: es la verdad maravillosa de que Dios os amo tanto, que a través de los santos sacerdotes Vivo y vengo a vosotros; si vosotros antes habéis acudido al sacerdote, y confesándoos de vuestros pecados, os ha perdonado.
Fijaos si es importante un buen sacerdote, ¡es el que os da a Dios, a Mí!
Debéis reverenciarlos como algo sagrado, ya que tienen la Gracia de ser los santos intermediarios del amor de Dios, el Dios Cristiano.
No me los dañéis con insultos, no me los despreciéis: ya que Yo, Dios, estoy con ellos.
Y vosotras, las mujeres, sed decorosas con quien; por voluntad propia me eligió a Mí, a Dios, sobre todas las cosas. No seáis malvadas, no persigáis con coqueterías a los sacerdotes. Muchas no tenéis respeto a nada, ni a nadie; vais dispuestas a aliaros con Satán, y deseáis hacer perder la “cabeza” y el corazón, de quien tiene el santo sacramento del sacerdocio. ¡Pagaréis por ello con el Infierno eterno!
Hijos míos, amados sacerdotes, ejército de salvación. Vosotros sois destinados a altos cargos, no así los casados: vosotros tenéis el poder de dar a Dios a los hombres de fe.
Y todos sabéis que esto es lo más importante que un hombre puede hacer, mucho más importante que ser médico, abogado, futbolista, príncipe o rey; es la vocación que es entrega total a Dios, y por Mí, a todos los hombres sin discriminación: sin horario fijo, con un sueldo, que sin saber por qué, siempre se reparte con el necesitado; y es porque un santo sacerdote ama a los hombres, por tener mi amor, el amor de Dios viviendo en él.
¿No has pensado en añadirte a mis filas?, ¿a las filas del ejército de mi Salvación?
Si deseas un lugar seguro en la eternidad Celestial, sigue tu vocación de santo sacerdote, y vive en el mundo, para darle el Espíritu de Verdad.
Serás pobre, serás humillado, estarás solo y a veces pensarás que todos te han abandonado: pero me tendrás siempre a Mí, a Dios, cada día, al celebrar la Santa Eucaristía, en el Sacrificio de la Santa Misa.
Pero, si no tienes verdadera vocación, ¡no te hagas sacerdote! Me sobran muchos de esta calaña, de los que son sacerdotes sin tener vocación.
No os asustéis, hijos míos, por las estadísticas de que no hay suficientes sacerdotes para todos. ¿No tenéis coche? Pues podéis acudir a Mí, a Dios, allí donde estoy.
No faltan con tanta urgencia sacerdotes, ya que de ser así, Yo, Dios, os los daría.
Lo que se precisa primero; es limpiar mis Altares de los malos sacerdotes, ya que éstos perjudican a los buenos.
Lo tengo todo dispuesto: si en el séptimo día descansé, hoy no descansaré, y limpiaré con la ayuda del Papa, mi Iglesia Santa, la única Iglesia de Dios, la Católica, Apostólica y Romana. Sí, Romana: la que es de Pedro Apóstol, la del Papa.
00:32h. a 00:37h. 22-1-97
Yo.- Amado Dios, menos mal que Fuerza no está, ya que se ha ido unos días por asuntos de trabajo; ya que es muy tarde y estando contigo, Dios mío, no lo encuentro a faltar tanto. ¿No te enfadas verdad, porque ame tanto a mi esposo?
+ Esta es mi voluntad, el amor verdadero es hermoso.
Y no temas por nuestro amado Fuerza, Yo, Dios, estoy con él y también con vosotros. Duerme tranquila, que Mamá viene, y ya está todo el día haciéndoos compañía. Descansa en paz, que mañana, hoy, escribirás más. Buenas noches, niña mía. ¡Descansa tranquila!
Yo.- Te quiero, Dios mío, y a ti Mamita, también.