Miércoles, 28 de febrero de 1996… Rezo… (8:23 h) a (8:53 h).
+ Amado mío, mi hijo Ciril. Te habla tu Dios, el Dios de tus padres, el Dios de tus hijos. Voy a derramar un milagro en ti, por mi amor, por tu amor, por el amor de tu hijo Fuerza y tu nuera Primavera. Tú lo verás, ¡el mundo lo verá y se maravillará!
¿¡Qué, como el poder de Dios!?
¿Hay algo más valioso que amarme y glorificarme?
¡No!
Yo, Dios, puedo dar, lo que el dinero no puede comprar.
Yo, Dios, puedo proteger, aunque haya personas que droguen o envenenen.
Puedo hacer confundir la lógica y destruir, por mi santo poder, las trampas mortales del enemigo de un hijo mío, de una hija mía.
¡Soy Dios! (Y lo grita con voz autoritaria).
Y este Dios, amado y fiel hijo Ciril, te dice: Te devuelvo la salud de tu cuerpo, por mi amor, por mi misericordia, y porque me gozo en confundir al malvado y derramar mi justicia en forma de milagros.
¡Lo veréis y temblaréis!
Unos me darán gloria, otros se esconderán para siempre, de mi todopoderoso poder.
Has bebido, amado Ciril; te han dado hoy a beber, agua de Lourdes, en la que, por las oraciones de tus hijos y mis hijos, Fuerza y Primavera, se ha añadido a esa agua de Lourdes, mi especial deseo de hacer un milagro en ti, amado mío, mi fiel Ciril.
Y cuando mi voz, la voz de Dios, sale de mi boca, se cumple mi deseo, el deseo del Dios, Uno y Trino, que siempre escucha la súplica de María Santísima, la Madre del Dios Hijo.
¡Soy el Dios que vivo y dirijo la Santa y Única Iglesia, Católica, Apostólica y Romana!; la Iglesia que fundé en Pedro, y que es mi deseo, que todos obedezcáis al Santo Padre, sucesor de Pedro y ¡mío!, de Cristo, del Cordero, del Manso, del Verbo, de la Luz.
Y hoy, hijo mío, mi Luz derramará mi milagro en ti, amado Ciril.