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Revelaciones 13

Domingo, 24 de septiembre de 1995… rezo… (18:30) a (19:02)

 

+ Amada Primavera, ¡cómo te ama mi Corazón!, reza, sé buena y fiel, como lo es mi amor por todos los hombres.

Estoy tan loco de amor por todos, que ya estoy alegre por el feliz día en que acabará el mundo actual. No tengáis miedo hijos amados, que la ira del Padre se ha desvanecido en el olvido; hoy brilla el amor de nuestra Madre Santísima, que se prepara para la nueva vida.

Mi amor es tal, que a veces me cuesta creer que haya personas que no se den cuenta de lo mucho que les amo. Yo se lo digo a todas, Yo se lo susurro al corazón y les sonrío en el alma, pero algunas tardan en amarme.

Hijo mío, a ti, a ti te lo digo: te amo, te amo intensamente. Te amo y espero que lo sepas. Cuando te des realmente cuenta de que Yo, Dios, te amo a ti, y sólo a ti, empezarás a corresponder a mi amor.

No pienses en tus pecados, en tus miserias, en tus debilidades, amado hijo, amada hija, piensa solamente que Yo te amo.

Empieza por el principio, y el principio de todo es el amor, la entrega, el conocimiento.

No quiero que pienses hijo, hija mía, que Yo espero tu santidad, la deseo, pero lo que espero es que me dejes amarte. Luego, mi amor dará fruto. Pero tú, hijo, hija, de mi Inmaculado Corazón, ámame, ámame, ámame.

Ay, cuánto te amo, cuánto te deseo.

Hay un Cielo para los dos, y allí en la Eternidad Divina, gozarás de la dicha de mi eterno amor.

Yo encenderé tu corazón, y mi amor será tu alimento; ya no desearás nada más que fundirte con tu Dios.

La dicha de los enamorados, la viviremos eternamente, y mis amores no acabarán jamás.

¿Puedo amarte? Di. ¿Me dejas amarte? ¿Quieres que mi amor te abrase? Vivirás la locura de la dicha infinita; la de poseer en ti el amor de tu Dios, del Dios de amor. Sólo tienes que decir sí. Yo lo doy todo y lo saco todo.

No quiero que al decir sí, pienses en ti, sino en Mí, en que soy Dios, en que te amo como eres.

Mi amor te salvará, mi amor te levantará, y tú pagarás mi amor con tu amor, ya que no tendrás más remedio que rendirte a mi inagotable fuego.

Te lo pido Yo, Dios: ¿Puedo darte de ahora en adelante mi amor?

Si me abres la puerta de tu corazón, ya jamás sentirás la soledad o la desilusión.

Mi amor es el más fuerte, el más puro, el más sincero. Si me das el sí, Yo haré maravillas en ti; se acabará tu tristeza, y sólo pensarás en mi amor, en que te ame. Y te amaré tanto, tanto, tanto, como sólo ama Dios.

Hijo, hija, mi amado, Yo me pongo a tus pies y te pido, y te suplico… a ti te lo digo: ¿Quieres mi amor?