Domingo de Pascua, 7 de abril de 1996 Rezo… 13:45 h.
Yo.- Oh, Aleluya, ¡Aleluya! Jesús mío, mi Dios, Aleluya.
¿Qué deseas de nosotros hoy?
+ Benditos los hombres que creéis en la resurrección de Dios, del Cristo, Jesús.
Mi Madre, la Santísima Virgen, viste de blanco con los rebordes dorados y está a mi lado, ¡al lado del Cordero!, del que degollaron, ¡del que resucitó de entre los muertos!, del que vive y vivirá por siempre jamás en la Eternidad.
Yo, Jesús, Dios, os invito a pasar la cuaresma y entrar en la gloria de la resurrección.
¡Dios, Dios os dice!: Os amo. Os amo, hijos benditos del Padre, hijos rescatados por la sangre del Cordero. Os amo Yo, Dios.
Estad gozosos, ya que tenéis el amor de Dios, amaos unos a los otros, limpiaos los pies los unos a los otros, cubríos, por mi amor, las faltas, unos a otros.
Yo, Dios, Yo, Jesús, pagué por vuestros pecados; sólo yendo a confesaros, ante el secreto de la confesión, ya estáis salvados, ¡salvados!
Soy Jesús, el Salvador, el que tanto ama al Padre, que por el amor del Padre a vosotros, Yo, Dios Hijo, Jesús, morí por su amor, al que mi amor obedeció, y por el amor estáis salvados.
¡Sois libres!, ¡¡libres!!; cada golpe de martillo que me clavaba al madero, rompía vuestras cadenas de esclavos; ¡sois libres, hermanos!
Nuestro Padre Dios, nos hermanó por su amor, y mi amor, el amor de Jesús, os llama, hermano mío, hermana mía, hijos de Dios, del Dios de amor, de la Madre Virgen, que tanto os amó, por amar a Dios, a Mí, y por darme su Sí.
El Sí de María es la rosa blanca y perfumada que prende en mi pecho el día de Pascua; si Ella, si María, no me hubiese entregado su rosa blanca, blanca por su bondad, por la pureza y humildad de sus intenciones, Yo, Dios, no la llevaría hoy prendida, y la oscuridad de la noche estaría infiltrada en vuestros corazones; mas, por María, por la Purísima María, Yo, Dios, pude obedecer a Dios Padre, y, gracias a Ella, pude morir por vosotros, todos y cada uno de los hombres; sí, por ti, por ti, que tanto me amas, y por ti, que te escondes por sentirte pecador, y por ti, que dices que no existo, ¡por ti también, Yo, Jesucristo, morí en la cruz!; y es que, os amo tanto a todos, a todos.
Déjame decirte a ti, seas quien seas, que te amo; Dios te ama y te amaré siempre, siempre.
Como por siempre, perdurará la gracia de María Santísima, su Sí; el Sí de la esclava de Dios, es el primer Sí a Cristo.
¿Me das hoy tu sí, como lo hizo la buena María?; anda, sé bueno, sé buena, y dime:
“Sí, Dios mío, muéstrame tu amor, ven a mi corazón, que está deseando sentir este amor que te llevó a la redención, pasando por la Cruz y el dolor. Sí, Jesús, sí, Dios mío, deseo tu amor y resucitar contigo a la vida feliz de la eternidad celestial. Sí, sí, sí, intentaré con todo mi amor, el amor que moverá mi fe y mi lucha, cumplir obedientemente tus diez mandamientos y los cinco de la Iglesia Católica. Y tantas veces como haga falta, acudiré a confesar mis pecados y faltas, y vendré presuroso, presurosa, a comer la Sagrada Forma, en la que Tú, Dios, el Cristo, Jesús, estás físicamente presente. Y me dirás que, a pesar de ser como soy, me amas. Y por este amor de Dios, Uno y Trino, moriste en la cruz y me redimiste. Ahora, mis pecados son fácilmente perdonados, por el amor de Dios, de mi hermano Dios, que amó tanto al Padre, Dios, que se dejó matar por mí.”
Rezo…
+ Amada Primavera, obedece al que murió por ti, y llama por teléfono a tu amiga del alma, Lix, y felicítala, porque Yo, Dios, morí por las dos; morí por quien te quiere y por quien no te quiere; sí, hijos míos, morí por vuestros amigos y morí por vuestros enemigos.
Tú, para Mí, eres igual que un amigo tuyo o que un enemigo tuyo; tú, eres para Dios, igual que un rico o igual que un mendigo; vuestras almas son todas igualmente redimidas por Dios; en Dios, en Mí, no hay discriminación de personas.
Y si Yo, Dios, soy vuestro hermano, por tener el mismo Padre, Dios, vosotros sois iguales a Mí, y si sois iguales, como Yo, Jesús, debéis obedecer a Dios Padre; y si Él me mandó morir por amor, sin discriminación de personas, y por ello daros la vida, morid vosotros al orgullo y vivid por amor, como Yo, Dios, vivo por mi amor al Padre que me resucitó. Yo os pido: resucitad a la bondad, a la misericordia, a la justicia de saber que sois todos redimidos por Dios, por tanto, iguales en verdad, en la verdad de Dios, que es la única verdad, la verdad del amor.
14:35 h.