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Revelaciones 12

Lunes, 17 de Febrero de 1.997        Rezo…     21:08h. a 21:42h.

Yo.- Amado Dios, ¿qué ocurre con las personas deficientes mentales, discapacitados, subnormales, que mueren?

+ Mi sentencia es unánime y definitiva: de los brazos de María, Madre mía, de Dios, pasan directamente a Mí, al Todopoderoso, en el mismo Centro de mi amante Corazón, en el Cielo Eterno, en la Gloria Imperecedera.

Estos hijos no son juzgados por Cristo, ya que no han sido libres, por lo cual mi justicia los perdona y los absuelve de todo mal.

Estos hijos tan amados, y tan deseados por Mí, por Dios, son salvados, y por ellos, sus padres lo son también; si es que, con amor, los han aceptado y los han cuidado.

¡No abortéis jamás! Ya que, por un hijo subnormal, tenéis el Cielo ganado de antemano: vosotros, padres, y ellos.

No miento, soy justo y sincero, ¡Soy Cristo, el Rey del juicio Eterno!

Amad todo lo que os dé la vida, amadlo y cuidadlo por amarme a Mí, a Dios, sobre todas las cosas, incluso sobre las desgracias y lo que creéis deshonras.

¡No es una deshonra tener hijos subnormales, es una gracia santificante! ¡Es el Cielo instantáneo para los padres y ellos!

Hijos míos, por vuestros hijos, os doy mi Santa bendición.

Vivir, son 80 años, más o menos; más vivir Eternamente, son billones interminables de años, gozando de la eterna felicidad.

Y siempre se cumple mi sentencia, la sentencia del que Soy: ¡EL AMOR!

Yo no hice la enfermedad, ¡no soy malo! No me digáis tal injusticia. Yo, Dios, permito la enfermedad, como permití el que Luzbel se rebelara a Mí, y luego lo sentencié al Infierno, llamándolo Satanás, que quiere decir: desdichado, ya que sembró la desdicha en sí mismo y en el mundo.

Y así fue; por él, por su engaño, Adán y Eva pecaron, y por su pecado llegó la desdicha al mundo:

El dolor.

El sufrir.

La enfermedad.

La muerte.

Y por esto hay hijos míos que son subnormales. Por la desdicha del Desdichado, que por su soberbia, prefirió su desdicha antes que pedir perdón, antes que recibir mi amor, el amor de Dios, que no es un amor como el vuestro, sino que es el verdadero y lícito amor, el auténtico amor. Y eso os doy, Yo, Dios, a todos: a todos sin discriminación, a sanos y a enfermos, a ricos y a pobres, a hombres y a mujeres, ¡de cualquier edad! Y si os lo doy, es que es mío. Vosotros sólo debéis libremente aceptarlo: y es mi amor, que os llena vuestro corazón, de amor.

Yo, Dios, soy el único que puedo haceros dar amor, ya que soy la potencia del Amor Verdadero, del amor que engendra y crea lo bueno.

Todo lo bueno del mundo, es mío, viene a través de Mí.

Y lo bueno es aceptar cualquier acontecimiento, incluso el tener un hijo o hijos subnormales, ya que os digo y no miento, que estos hijos tienen, por sí mismos y su incapacidad, el Cielo ganado por heredad de mi Sangre en la Cruz. Y sus padres heredan, por su amor, mi Amor y mi Gracia, de un juicio justo, que los sentencia a la Felicidad Eterna: por sus cuidados terrenos, con quien ha nacido de ellos y lo aceptaron tal y como es.

Hijos míos, os amo Yo, el Amor con que creé al mundo, la capacidad Ilimitada de amar, ¡Yo, Dios! El mismo que crucificaron, el mismo que ahora os hablo, ¡Yo, Dios! ¡El mismo Dios que siempre he existido y existiré! Yo, Dios, el que Soy; el Amor en función al amor, ¡Dios por Dios!