Saltar al contenido

Revelaciones 12

Jueves, 3 de Octubre de en 1.996   Rezo…      10:43 h. a 12:28 h.

Yo.- Amor mío, cariño, corazón: Te amo cada día más; mas deseo y te pido te ame más y más, tanto y tanto que no piense en otra cosa que en Ti y sólo en Ti y Mamá. Te pido que todo, todo lo vea bajo la luz de tus ojos, de tu voluntad y Santa Providencia. Hazme mansa, hazme buena;  buena a tus ojos. Deseo fundirme en Ti y sentirme tuya, como María, tu esclava; yo deseo ser tu esclava; ¡ayúdame! Lo deseo con todo, todo mi corazón y con toda mi mente. Deseo sólo lo que Tú, Dios mío, mi Jesús, desees; y sólo, sólo, lo que desees. Estoy dispuesta a ello, sólo que no sé cómo se hace para lograrlo; dímelo Tú, Jesús mío.

+ Ante todo tendrás que llorar, llorar de amor; sufrir como sufro Yo, Dios, por los que no me aman.

Si quieres ser como María, mi esclava, tu paciencia tendrá que ser infinita, inagotable; y unirás a ella la santa caridad.

Sí, veo tu corazón, Primavera, y sé que es cierta tu petición, aunque te ha entrado miedo cuando te he dicho que deberás llorar de amor, mas es el único camino. ¿Estás dispuesta? Di.

Yo.- Sí. Tengo miedo, mucho miedo, pero Sí, sí, sí, sí quiero.

+ Entonces empezará hoy, día 3 de Octubre tu aprendizaje. No temas, llorar por amor de Dios, no es llorar con lágrimas de los ojos, sino del corazón. Mas te recuerdo que María es y era la dulzura infinita, y tú serás esto, la dulzura. Yo, Dios, te ayudaré con los hechos que acontecerán; no temas, no temáis, vuestros Ángeles tienen orden mía, de Dios, de cuidaros y llevaros a la santificación. Llorar por amor a Dios, es bueno, es lo mejor. Y se llora, sufriendo por ayudar al mundo a amarme, a amar a Dios. Este llorar, Primavera, no tiene nada que ver con el llorar por el sufrimiento humano, que acontece a todos sin discriminación. Este llorar, hija mía, es santo, ya que es llorar por amarme tanto, es la purificación del corazón; es limpiar tu alma, y llenarte de pureza. ¿Estás más tranquila? Has pensado que para conseguir tu petición, permitiría que alguien querido por ti iba a morir. Yo, Dios, no te lo he aclarado hasta oír tu sí, tu sí que me has dado pensando en la muerte de alguien amado. Eres inocente, Primavera, tu ingenuidad en mis cosas, me permite sondear tu corazón; ¡serás santa!, serás santa por vivir eternamente Conmigo, si sigues este camino. Y Yo, Dios mismo, en Unidad, te ayudaré a seguirlo, ya que verdaderamente lo deseas, mas no sabes cómo hacerlo. Yo, Dios, soy tu Santo Director Espiritual, y te llevo por mi camino, ya que al ser el mío, lo conozco más y mejor que el hombre mismo. Y por ti, fiel instrumento mío, por ti, Primavera, el mundo sabrá directamente de Dios, cuál es el paso que hay que dar para ser santos, santos que viviréis en el Cielo, en mi Cielo, Conmigo, Jesucristo, con Dios mismo en sí mismo, con Santa María y San José.

Ya te dije hace tiempo, amada Primavera, que tu forma de ser me recuerda a San José. Él, por la santa influencia de María, aprendió a esclavizar su corazón al Mío, al de Dios. Él, San José, lloró por amor a Mí, a Dios, y lloró en su corazón, ya que jamás salió una queja de su boca, ni de su corazón; aceptaron todo, todo, por mi amor. Aceptaron que hubiese malvados que desearan matarme, y que recayera mi muerte en los Santos Inocentes de Belén. Cuando mi Espíritu, en sueños, le dijo que era el hijo de María, el Mesías, enseguida su mente recordó las profecías y creyó y me amó, y lloró en su corazón por mi amor, por mi sufrir, que él, como María, y muchos judíos, conocían por conocer las Santas Escrituras. Y cuando mi Ángel le habló y le dijo que tenían que partir de Belén, lloró de nuevo José, en su corazón, por Mí, por Dios. Y sólo se obsesionó su mente en ponerme a salvo, en cuidar de María y de Mí, de Dios. Sólo, sólo, pensó en nosotros, ni un instante pensó en él y en sus contratiempos; sólo pensó en Mí, en Dios, en ponerme a salvo. Y esto es lo que tenéis que hacer los santos, pensar en Mí en Dios y en mi Santa Doctrina, la que imparte mi Única Iglesia, la Católica, Apostólica y Romana; sólo debéis obsesionaros en hacer, decir y pensar, en sólo lo que me agrada, lo que agrada a Dios, y llorar en vuestro corazón por mi amor, por la lucha, la santa lucha para conseguirlo.

¿Lo vas entendiendo, hija mía? Te hablo como a un niño, ya que eres para Mí, para Dios, como un bebé, y te moldearé a mi gusto, igual que vosotros los padres hacéis con los hijos vuestros. No dudéis, siempre, siempre son moldeados a vuestro gusto. Lo que ocurre, que muchas veces, los moldean terceros, pero siempre es por vuestro gusto, el gusto de vuestra voluntad, que por vuestro gusto, ha permitido, consciente o inconscientemente, que vuestro hijo ha sido moldeado por terceros.

¡Madres! Tenéis en vuestro ser, por herencia Divina, la santa inteligencia para moldear a vuestros hijos, ésta está impresa en vuestro corazón. ¿Por qué no usáis de ella?

¿Quién dirige el mundo, el capital, la industria, o el hombre mismo? ¡El hombre! Pues vosotras, madres, tenéis el divino poder de dirigir el mundo, por el santo poder que está en vuestro corazón de madres, que os perfecciona para moldear al hijo, al que mañana dirigirá el mundo. ¡Ésa es la verdad! ¡La verdad de Dios, la verdad natural!

¡Madre! Deja de perder el tiempo, ocupándote  de lo que le pertenece al varón: El sujetar y dominar la tierra. A ti, mujer, te he destinado un alto cargo, de suma importancia Divina: La de ocuparte personalmente de formar a tus hijos, a los que van a formar el futuro del mundo.

Ay, madres, madres, cómo os ha engañado nuevamente Satanás, el Demonio. Esta vez no utiliza una serpiente, sino que se disfraza de monedas, de dinero, de capital, con el que podáis comprar cosas, que en verdad no tenéis tanta necesidad; cosas de las que podríais libremente pasar a voluntad. Hijas mías, mis amadas niñas: ¡Cuánto lloraréis por vuestra necedad!

Vais tan agotadas que tenéis mal humor, y por él alejáis al varón de la casa. Lo entregáis a la furcia en bandeja de plata. ¿Sabes lo que desea en verdad un hombre? Desea ser reconocido como persona, y como persona que es, precisa del cariño, la dulzura y la alegría de la mujer. ¿Tú, le das esto? Pues, si no se lo das, irá presuroso a buscarlo a otro lugar, ya que su naturaleza ansía le den lo citado. Él es lo suficientemente fuerte y capaz para rendir la naturaleza y sacar de ella su riqueza; de eso, y para eso, no te necesita,  él solo se vale. Mas lo que no puede darse el solo, es su irresistible deseo de cariño, de dulzura y alegría; eso sólo la mujer es la que se lo puede dar. Y para esto, para tener esto, es porque los hombres se casan. No es sólo para el sexo, que el sexo sin cariño, ¡muere! Y para tener el hombre de lo que precisa por su naturaleza, lucha y sale vencedor, si en su casa hay una buena esposa que, por amor a Dios, lo ama, lo cuida con cariño, con dulzura le habla, y con alegría lo respalda.

Te ha sorprendido, amada Primavera, el que te dijera que la esposa ama al marido por amor a Mí, a Dios. Ya va siendo hora que os hable claro: ¡Todos los hombres y todas las mujeres, sois imperfectos! Pues por ello y a causa de ello, si amáis sin contar Conmigo, con Dios, os vais a llevar muchas decepciones en el matrimonio, en cualquier matrimonio. Y aunque os fuera permitido por Mí, por Dios, casaros muchas veces, ¡todas fracasaríais, si no hay mi amor, el amor de Dios, que sostiene el vuestro! Por eso, donde está mi amor, el amor de Dios, sobra lo demás, ya que el amor a Mí, a Dios, lo es todo, y lo sostengo todo. Pero si te alejas de Mí, y pecas, y no te confiesas y vienes al Altar, entonces no es mi amor lo que está en ti, sino el amor a Satanás, a la mentira de creerte perfecto, perfecta, y ser el otro el que está siempre en un error, y es sólo el otro, el imperfecto, el tullido. Tú te crees, el, la, mejor.

Hijos míos, ¡haceos sabios!, que la sabiduría hace gozar al corazón de paz, y con ella, os visita la alegría, y sois felices ya en esta vida. Todo es tan sencillo, sólo es vivir para Mí, para Dios, y Yo, Dios, por vivir vosotros en mi Gracia, os llevo de la mano y me alegráis el Corazón por amarme tanto, por vivir sólo por Mí. Y Yo, Dios, por tener mi Corazón contento, como un buen Padre, os voy conduciendo a lo que Soy, a lo Justo, a lo Bueno, a lo Santo.

Hijos míos, ¡os amo tanto!, tanto. Y deseo, con todo mi Corazón, el Corazón infinito de Dios, demostraros mi Santo amor, que por vosotros, por ti, late. Y es que me atas las manos con tu desamor o tu indiferencia, y no puedo darte lo que tanto deseo darte. ¡Desata mis manos! Ven a Mí, a Dios, al Amor. Acude a confesarte, y te llenaré de mis dones, de los dones del Espíritu Santo, Dios, y Éste te guiará a lo bueno, a lo lícito que desees; ¡todo lo conseguirás, amado mío, todo!, por vivir, Yo, Dios, Espíritu Santo, en ti. Y por estar tú en Gracia, me desatas las manos, las Santas manos de Dios; y Yo, Dios, en unidad, te doy, y tú, amado, por tu libertad al desatarme las manos, la recibes. ¡Eres libre!, ¡Auténticamente libre! ¡Desata por tu libertad, al acudir a confesar, las manos de Dios!, y te daré, por mi amor y libertad, a manos llenas; te saciaré. Ni tú te cansarás de recibir, ni Yo, Dios, de dar; ¡¡desata mis manos!!

Si piensas que tú solo, por tu inteligencia, tus estudios y tu sagacidad, lo vas a conseguir todo, estás equivocado; te has olvidado de que Satán está desatado, y anda por el mundo en espera de destruirte; ¡esta es la verdad! Yo, Dios, jamás engaño, ¡jamás! No es por Mí, que vas de caída en caída; es por Satanás, el demonio; es él que te hace la zancadilla, y tú tontamente vas perdiendo tu precioso tiempo preguntándote, “¿por qué, por qué me ha ocurrido esto, si lo tenía todo controlado, si lo que vi, lo que oí, lo que presentí, iba por allí?” Y te lo diré Yo, Dios: Oíste mal, ya que oíste la voz de Balam, de Satanás, el Demonio, el que siempre, siempre, miente y engaña. Y viste un espejismo, el espejismo que Zogo, el Demonio, te hizo ver, y presentiste lo que la Serpiente Antigua, Satán, te hizo percibir. ¡Todo fue y es falso!

Es mucho más fácil vivir en la vida, ¡mucho más fácil!, es abandonarse a mi Santa Providencia, yendo en gracia de Dios, mía, cumpliendo con vuestro deber de cada día. Y lo que encontraréis serán mis hechos, las obras de Dios, que no son oídas, vistas o sentidas, en sentido de anterioridad a ellas, sino que son un hecho, el hecho de ser lo que acontece, de ser mi Providencia Divina.

Hijo mío, prueba, si quieres, a ir, a vivir sin Mí, sin confesar tus pecados, sin cumplir mis mandamientos. Mas sé sensato y mira la verdad, y si ves que esto, el vivir sin Mí, es un fracaso para ti, ¡no me seas necio, rectifica! ¡Ve libremente a desatar mis manos! ¡Ve al confesonario! Ve a mi Iglesia, a mi Única y Santa Iglesia; a la Católica. Y búscate un director espiritual; un sacerdote que viva en mi Gracia. Por sus obras lo reconocerás. Y pide ayuda, y al mismo tiempo, discierne, ya que te juzgaré por tus obras; no te escudarás jamás bajo la dirección espiritual.

La dirección espiritual es eso, una dirección, mas eres tú y sólo tú, quien puede y debe decidir, y si dudas de tu director, acude a pedir información sobre el asunto, a varios santos sacerdotes; y tú, bajo la luz de mi Santa Doctrina, la Católica, lo meditas todo, y actúas bajo la responsabilidad de tu conciencia, que te dará la vida eterna, o en el Cielo o en el Infierno. Hijo mío, hija mía, ¡eres, has sido, y serás libre, libre!