… rezo… (16:26) a (17:09)
Yo.- Amado mío, ayer, Dios mío, les dijo el señor Simba, a nuestros hijos, si sabían de una señora de ochenta años, para casarse. Bondad le preguntó si la señora Lourdes no lo quería. Él, dijo, que se lo había pedido, pero le contestó que no.
¿Deseas, Dios mío, decir algo al respecto?
+ Sí, hijos míos; Yo digo que las personas sois libres para casaros, y casaros con quienes libremente os plazca.
Pero sí, que vuestro deber para Conmigo y con vosotros mismos, os pide, que una vez casados, por libertad, por vuestra libertad, cumpláis obedientemente y con justicia, con los santos deberes matrimoniales.
Cuando, hijos míos, os dais en casamiento, y mi Iglesia Católica, por mi autoridad, os bendice y eleva la unión al santo sacramento, digo Yo, vuestro Dios y Señor, que la unión es indisoluble y finiquita a la muerte física de uno de los contrayentes.
Como deber supremo en el matrimonio, es amarme a Mí, vuestro Dios y Señor sobre todas las cosas, y amaros uno al otro por Mi mismo amor, amor que se simplifica en la expresión de dar.
Dar uno al otro, amor total y único, fidelidad íntegra, obediencia justa, justicia equitativa, fecundidad absoluta y total.
Mirando siempre y en todo momento y ocasión, de agradar uno al otro, no sólo en lo que desearíais recibir, sino también en investigar y analizar y dar al otro, lo que éste desea justamente de ti.
Amar por vuestro amor, el amor que todos los esposos cristianos, se deben el uno al otro, y que es reflejo de mi amor, del amor de Dios.
Y dároslo, además de uno al otro, a cada uno de vuestros hijos, uno a uno, como si fuera único, y a los padres y hermanos de los dos esposos.
Y así, si lo cumplís, viviréis en paz, en la paz del Dios Espíritu, que a través del sacramento que recibís, al daros ante mi Iglesia Católica en casamiento, y que derramará paz a todas vuestras santas acciones, que haréis por amor, por mi amor, que llevará mi bendición, y con ella, mis gracias espirituales; y la dicha y el gozo, vivirá en vosotros, y los demás verán y observarán que sois hijos de Dios, y todo cuanto os acontezca, llevará mi sello y mi santa voluntad, y siempre será para el fin bueno de vuestro Dios de amor.
Si en algún momento o circunstancia, ya sea por despiste, por ingenuidad a mi Verdad, a la verdad de Dios, o por las interferencias del mundo, vosotros mismos, con vuestros egoísmos y temperamentos indomesticados, o por la astucia de Satanás, os veis entregados a una conducta falsa, por ir contra la verdad de la libertad con que os distéis mutuamente el sí, o que de mutuo acuerdo, o por presión de uno de los dos, habéis abandonado mi camino, el camino de vivir para servir y glorificar al Dios vivo: acudid al perdón en el confesonario, donde estoy Yo, vuestro Dios, que tanto os ama, y reconciliaos Conmigo, con vosotros mismos, y uno con el otro.
Y cogiéndoos uno al otro de la mano, llevando en vuestra mente, voluntad y decisión, el seguir con mi Voz, con esta Voz que tanto os ama y os dice:
Amados míos, Yo vuestro Santo y Único Dios, os ama y os deseo dar mi amor. Cuando mi amor sea aceptado por vosotros, mis tan amados, me amaréis, seréis humildes, y mis gracias recibiréis, y la dicha de ser y sentiros hijos míos, vendrá a vosotros, y vuestra cruz, que es mi Cruz, la llevaremos entre los tres: Yo, vuestro Dios, y vosotros dos, amados míos, que siendo dos, por mi sacramento, sois uno.
Dad ejemplo de unidad, dad ejemplo de vuestro amor en mi amor, y vuestro ejemplo dará fruto, en vosotros mismos, que seréis mucho más felices, en vuestros hijos, si es que Yo Dios, os los doy, y en vuestros familiares y amigos. Y por vosotros, oh amados míos, por vuestro santo amor matrimonial, Dios será amado, seré glorificado, y me daréis y os daréis servicio, y con el servicio hay la paga, la justa paga, que es en moneda espiritual, la del amor temporal y eterno. Yo Dios lo afirmo, lo firmo y lo sentencio. ¡Os amo a todos!