Jueves, 21 de septiembre de 1995… rezo… (18:54) a (19:07)
Yo.- (No me apetecía escribir pero Dios me ha insistido, lo he notado dentro de mí, sin voz).
+ Amado hijo Vert, cuánto me amas. Yo acepto tu amor y te doy el mío.
Mi Casa es tu casa, y en Ella hay flores plantadas por tus oraciones, que esperan ser regadas. No puedes imaginarte su belleza, que es infinita; son hechas a imagen de tus oraciones.
No me olvido de tus hijos y de tu familia. Hay buenos tiempos; tus oraciones han sido como lluvia que penetra en la tierra árida de los corazones de mis y tus amados. No has sufrido en vano.
Sé feliz, que Dios es el amo de las almas. Ve con mi paz, que se hará mi voluntad, y ésta ha escuchado tus súplicas. ¡Que tiemble Satán!, ya que las almas no le obedecerán; todas seguirán al pastor, y Yo reuniré el rebaño y ni una se perderá.
Amado hijo Vert, no llores, mi Madre está con los tuyos y ya jamás podrán dejarla. Y tú, hijo mío, descansa tranquilo; Yo te amo tanto como a mi hermano Lázaro. Tu mano y la mía se tocarán, y oirás mi Voz: “Vert, hijo mío, de mi sangrante Corazón”.
Yo.- (Cuánto más escribo, más faltas de ortografía hago. Es como si no pensase lo que escribo.)