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Revelaciones 1

 

LA HISTORIA DEL AMOR QUE DIOS SIENTE POR TI

Primer libro de Revelaciones Divinas a Primavera de la Gloria de Dios 

 

Domingo, 17 de septiembre de 1.995 (hora 00:02 minutos- madrugada.)

 

Yo.- Siguiendo lo que me ha mandado mi confesor, me he santiguado con agua bendita, también he hecho la señal de la cruz en la nuca, he rezado la oración de la luz:

“Que la luz de Dios me envuelva por todas partes para que nada ni nadie pueda hacerme daño y la voluntad del Padre se haga en mí. Que la misericordia de Cristo crucificado caiga sobre todos nosotros. Amén.” 
He cogido papel y bolígrafo, y escribo lo que pregunto a Dios, Jesús.

Yo.- Dios mío, ¿qué quieres de mí?

+ A tus hijos.

Yo.- (He vuelto a rezar la oración de la luz, porque tengo miedo y no quiero que sea imaginación mía, que Dios me habla.)

Yo.- Dios mío, ¿eres Tú quien me habla?

+ Sí, sí, sí.

Yo.- ¿Qué quieres de mí?

+ Que seas buena.

Yo.- Yo quiero ser buena.

+ Lo sé.

Yo.- Tengo miedo.

+ Lo sé.

Yo.- Te amo.

+ Lo sé.

Yo.- ¿Para qué quieres a mis hijos?

+ Para que salven al mundo.

Yo.- (Vuelvo a rezar la oración de la luz, no sea…) ¿Cómo tienen que salvarlo?

+ Bailando.

Yo.- ¿Bailando?

Yo.- (Vuelvo a rezar la oración de la luz)

Yo.- ¿Quieres que hagan ese proyecto para darte gloria?

+ Sí, lo quiero.

Yo.- Y, ¿qué quieres de mí?

+ Que les ayudes a conseguirlo.

Yo.- ¿Cómo?

+ Con tu ejemplo.

Yo.- ¿Tú les ayudarás?

+ Les ayudaré… les ayudo.

Yo.- ¿Quieres que hablen de Ti?

+ Quiero.

Yo.- ¿Por qué con ese proyecto?

+ Porque llega al mundo entero.

Yo.- Y, ¿por qué ellos?

+ Porque son buenos.

Yo.- Gracias a Ti.

+ Sí.

Yo.- ¿Por qué me hablas de esta forma tan corta y directa, y por qué a la señora del libro que el amado sacerdote Xifón me dio, le hablas de otra forma?

+ Porque a ti te gusta más así.

Yo.- ¿Tú crees?

+ Sí.

Yo.- Y, ¿qué me dices del sacerdote Xifón?

+ Es bueno, muy bueno.

Yo.- ¿Puedo copiar estas palabras y enseñarlas a mi amiga Lix?

+ No.

Yo.- ¿Por qué?

+ Porque no es asunto de ella.

Yo.- ¿Puedo enseñar estas palabras a mi esposo Fuerza?

(- Primero está callado)… Sí.

Yo.- No lo comprenderá.

+ Ya lo sé.

Yo.- ¿Por qué no le das una prueba de que es verdad?

+ Se la daré.

Yo.- Es muy bueno mi esposo.

+ Sí, lo sé, y me ama mucho, tanto o más que tú.

Yo.- (Ahora ha venido Satanás y lo tengo a mi espalda, creo que tiene un puñal. Rezo rápidamente la oración de la luz y miro detrás, Satán ya no está. Estoy en la cama y he puesto mi espalda apoyada al cojín.)

Yo.- Eres muy poderoso. (Sonríe feliz) Te amo, y a tu Madre también.

+ Hoy no la llamas Mamá (Yo.- y lo dice sonriendo).

Yo.- ¿Quieres algo más de mi?

+ Sí…te lo diré más adelante.

Yo.- (Oigo una voz fría, que me ha sobrecogido el corazón y me ha puesto la carne de gallina. Esa voz me ha dicho que: “¡Fuerza morirá!”)

+ No es verdad. No he sido Yo, ha sido Luzbel, que te asusta por lo de Víctor.

Yo.- ¿Cómo está mi amado hijo Víctor?

+ Muy feliz Conmigo.

Yo.- ¿Y el tío Vid?

+ También está con él.

Yo.- Yo te quiero mucho.

+ Lo sé.

Yo.- Mi marido se enfadará conmigo.

+ No.

Yo.- ¿Por qué?

+ Porque te ama mucho, muchísimo.

Yo.- (Se mete la otra voz que dice: “Se va a morir”. Pero no le hago caso, Dios está conmigo y ahora que me voy convenciendo de que es Dios en verdad, me entran unas ganas de llorar, las sienes me duelen y los ojos se me llenan de lágrimas.)

Yo.- Todos mis hijos te quieren.

+ Los amo, los bendigo, los guío, los cuido y los protegeré hasta el fin de sus días. (Yo.- Como yo pienso en mi esposo Fuerza, añade.) A tu Fuerza, también.

Yo.- (En este momento pienso en mis cuñados, que siempre están preocupados por si nos morimos, ya que no quieren “cargar” con mis hijos.)

(- Jesús sonríe) Tú tendrás que ayudarlos a ellos, tú y tu esposo Fuerza, y a través de esa ayuda, encontrarán el camino al Cielo.

Yo.- Tengo miedo a la muerte.

+ Lo sé, has sufrido mucho por la muerte de Ana y Víctor. Sí, Ana también está Conmigo, el Padre y el Espíritu Santo y Mamá (Yo.- cuando dice Mamá, sonríe feliz) en el Cielo. 
Todos los niños que mueren antes de nacer, aunque los maten, ya sé que tú no lo has hecho, van al Cielo.

Yo.- (He vuelto a rezar la oración de la luz, ya que Satán vuelve a rondar. Le digo: “Dios te quiere, te ha amado siempre, aún hoy”.) 
(Jesús se ríe al oír lo que le digo a Satán. Aunque se lo he dicho en pensamiento.)

Yo.- ¿Puede el sacerdote Xifón, enseñar estos escritos?

+ A estas alturas, sí. Hay tanta gente que saben que te amo y te hablo.

Yo.- Sí, ya me lo has hecho saber en espíritu. Incluso que graban mi voz. No me gusta que me analicen como a un bicho.

+ Has tenido mucha paciencia. (Yo.- Y sonríe, es encantador) Amas mucho a Lix.

Yo.- Una no encuentra una amiga del alma, así como así.

+ Está avergonzada contigo, porque te ama y te espía. Yo la quiero mucho.

Yo.- ¿Es malo amar?

+ (- Se ríe a carcajadas) Si Yo soy amor, ¡Amor!

Yo.- ¿Por qué no quieres que le enseñe estos escritos?

+ Los verá… todos están conectados. Pero te aman y esperan en ti.

Yo.- ¿Qué esperan de mí?

+ Tu amor y tu ejemplo.

Yo.- Me preocupa el sacerdote Cal.

+ Saldrá de esta, Yo estoy con él.

Yo.- Pero, ¿qué le ha “dado” la señora Zulita?

+ Nada. Es Satán, como tú lo llamas. Y Yo lo permití, porque así buscases como director espiritual, a mi amado hijo Xifón. (Yo.- Y cuando dice el nombre, lo hace con mucha ternura)

Yo.- Me duele la mano. ¿Lo dejamos por hoy?

+ Has escrito mucho hoy, ayer.

Yo.- ¿Te molesta que escriba?

+ No, a muchos hijos míos, le hacen bien tus cartas; son muy divertidas. (Yo.- Y se ríe).

Yo.- ¿El sacerdote Xifón, también se ríe con ellas?

+ Es el que más. Te ama mucho, y a tu esposo también.

Yo.- Yo también amo mucho a mi esposo.

+ Así lo permito para edificación de otros matrimonios.

Yo.- ¿Es que si nos amamos, es porque Tú lo permites o lo quieres?

+ Así es.

Yo.- Y entonces ¿por qué no permites que el señor Amarim, ame a su esposa?

+ La ama, la ama, la ama.

Yo.- ¿Ah, sí? ¿Por qué no se lo demuestra?

+ No sabe cómo.

Yo.- ¿No puedes enseñarle?

+ Lo haré.

Yo.- ¿Será a través de su hijo Fila?

+ Sí. Él (- el señor Amarim, entiendo) cree que su esposa le ha robado el amor de su hijo, y está dolido. Cuando su hijo lo ame, como tú bien has puesto en la carta, tal y como el Espíritu Santo te ha guiado, por Voluntad del Padre y Mía. Y te digo, le digo a mi hija amada Lix, cuando su hijo le ame de verdad, volverá a Mí y a ella.

Yo.- Parezco la Sra. “Amar”, (años atrás, Amar, tenía un programa radiofónico de consultorio sentimental) y es que deseo que todo el mundo se ame.

+ Se amará. Vendrán días dichosos de amor y gozo entre los pueblos y naciones. El Santo Padre unirá al mundo, a través de mi Madre y de vuestros ejemplos.

Yo.- (Me he turbado)… ¿Nuestros ejemplos?

+ ¿No has pedido tan intensamente por la salvación del mundo, y has enseñado a tus hijos a pedir, desde pequeñitos, ser la luz del mundo? No se olvidan jamás de pedirlo.

Yo.- ¿El hijo de Lix, nos ayudará? 
(No quiere decírmelo; desea que aprenda a esperar los acontecimientos; me hace saber que si no, estaré todo el día preguntándole cosas, como si se tratara de una adivina, y Él es Dios)

+ Yo oigo toda petición que viene de los niños. (Yo.- Sonriendo, añade). Ya me han pedido tus hijos más pequeños, que quieren ser santos, y lo serán. Mamá tiene mucha ternura por ellos, y como tú me los has ofrecido tantas veces a Mí, al Padre, al Espíritu Santo y a Mamá, nos hemos unido y son bien nuestros; tu esposo y tú, también.

Yo.- ¿Voy a sufrir más? (Lo digo recordando la muerte de mis dos hijos, tan amados)

+ No.

Yo.- ¿De verdad? ¿Eres Tú, mi amor, mi vida, quien lo dice?

+ Sí, te probé, os probé. Y tú, desde pequeña, Primavera, has sufrido mucho. Ten mi Paz, pero tendrás que trabajar y rezar mucho. Con alegría y buen humor, has de amar al mundo. Amas tanto a todo el mundo, que tu amor causa envidia a los ángeles.

Yo.- ¿Qué hago con mis padres?

+ Espera, espera con mucha paciencia. Sé buena con ellos.

Yo.- ¿En verdad eres Tú quien me dicta?

+ Es mi Espíritu.
Recuerdo con amor y agrado, tus rezos: “para que todo el mundo sea santo”. 
A la Santísima Trinidad, de quien Yo soy el Hijo, nos enternece tu amor por todo el mundo, y eso es lo que le enamoró a tu esposo de ti. Cuando lo lea, verá que Yo soy Dios, El que te habla, ya que eso lo guarda en su corazón.

Yo.- Te amo mucho mi Dios, pero me ha entrado sueño. He pensado en Vert, (Dios sonríe con mucho amor al oír este nombre), en la señora Liasium, el señor Juliumpius (y van desfilando los familiares de Lix: su hermana, su marido, sus hijas…), pero me duele la mano, Dios amado, me duele la mano.

+ Dejémoslo por hoy. Yo siempre estoy contigo, y en cualquier momento puedes hablarme. Eres una buena hija, ya no dudas de que sea Yo quien te hable. Mañana, en el Sagrario, me verás, y llevaré mis mejores galas para ti. 
No olvides que me ayudareis a salvar el mundo. Vendrán buenos tiempos; hay muchas personas de De Belén, que rezan y se mortifican. Estás en buenas manos, ellos os ayudarán. Mi amado hijo Ris, escribió sobre ti. Mi Madre ha triunfado; muchos hijos míos, han rezado; el Santo Padre lo sabe. 
Te quiero mucho, hija mía; salvareis al mundo con la alegría…

Yo.- Pero Dios mío, acabo de leer tu libro, y a Dol, le dices que vendrán desgracias.

+ El tiempo ha pasado, mi Madre ha vencido, en el mundo ha nacido la esperanza…

Yo.- ¿Es verdad lo que me dices, o es que yo quiero oírlo?

+ El mundo va llegando al fin, pero antes habrá tiempos de paz, tal y como os dije, ya que si no, no habría llegado a salvarse nadie. 
El ofrecimiento tuyo y el de tu amado esposo, de tu hijo, primero en Ana, y luego en Víctor; su sacrificio, su agonía, su sufrimiento puro, al no tener mancha, puso tantas bendiciones sobre el mundo… 
Nadie había amado tanto al mundo, que me “diera” su hijo para su salvación. Nadie estuvo tan loco de amor como vosotros dos, hijos amados; y quisimos que no estuvierais casados para demostrar al mundo que el amor lo puede todo. 
Víctor, fue como otro Yo, ya que Yo estoy en todos los niños; sufrió tanto, tanto, que superó las oraciones que faltaban para que mi Padre tuviera misericordia del mundo. 
Un niño, pequeño, indefenso, me ayudó a parar la ira del Padre. Sí, porque todos los hombres han pecado, pero un bebé no puede pecar, y si sus padres, por su autoridad, lo han ofrecido a Dios, es grato sacrificio a Dios. Decidle al Santo Padre, que un niño, cuyos padres tienen un corazón muy grande, puso el peso en la balanza del universo, y llegan los tiempos de paz. Que mi hijo Xifón se lo haga llegar, ya que eso tranquilizará el corazón de mi hijo, mi sucesor. Él sabía que ocurriría.

Yo.- Me parece increíble. No te enfades Dios mío, pero, ¿es verdad que Víctor, que Fuerza y yo? No sé si se puede creer.

+ Díselo a mi amado hijo Xifón, y él te lo dirá, os lo dirá a ti y a mi amado hijo Fuerza, cuya madre, mi hija Lis, que está en el Cielo, ha rezado mucho por él.

Yo.- Yo no esperaba tanto.

+ Os disteis, y quien siembra, da fruto.

Yo.- Dios mío, ámame.

+ Te amo, os amo a todos los de esta familia. Tu hija Esperanza, os escribió: “…que la mano de Dios, os ha tocado”. Sí, Yo te toqué aquel día de febrero, amada hija Primavera (- en febrero del 1985, un amanecer, mientras dormía, sentí que una mano muy suave, acariciaba mi mejilla izquierda. Abrí mis ojos y vi… unos ojos mirándome: los ojos de Jesús. Tuve mucha paz, y cuando se despertaron mis hijos, les pregunté si habían notado algo raro, y me dijeron: “Mucha paz y alegría”.), y te puse a mi amado hijo, Fuerza, en tu camino, porque necesitaba de los dos para ayudarme a salvar al mundo. Hasta que no estéis en el Cielo, no sabréis cuán grandioso fue vuestro ofrecimiento; fue voluntario, Yo no lo pedí, pero la Trinidad Santa lo aceptó.

Yo.- Aún no acabo de creerlo.

+ Te lo dirá mi hijo Xifón.

Yo.- Ahora sí que termino de escribir por hoy. Te amo Dios mío, pero estoy confusa, y después de estas revelaciones, prefiero no analizar si eres Tú, Dios mío, quien me habla, o me lo imagino, pero no sé si jamás me habría imaginado esto. Yo no quiero ser orgullosa, y si esto es imaginación, mi orgullo no tiene fin. Dios mío, perdóname, y que mi ángel me proteja de mi imaginación. Dile a Mamá que la quiero mucho, mucho, y que no permita que sea mala y que escriba cosas inventadas.

+ Os amo, hijos de mi Inmaculado Corazón. Gracias por vuestra bondad y porque todo lo que sufristeis por Víctor, me lo entregasteis sin dudar de mi bondad. Os recompensaré ya en este mundo. 
Seguid siéndome fieles. Diles a tus hijos que los quiero con todo mi Corazón, y Mamá (Yo.- Siempre que dice Mamá, sonríe con mucha ternura y encantado) está siempre con ellos, ni un segundo los deja. Benditos seáis todos. Mi corazón rebosa de amor por vosotros, y el mundo os espera. Sedme fieles, mis ángeles os cuidarán siempre.