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Oración para casarse

.Oración para casarse:

+ Todos, todas, que estén en gracia y deseen encontrar marido o mujer, el esposo, la esposa, por Dios elegido.

 

+ “Como María y José, así deseo enamorarme y casarme; sirviendo con nuestro santo matrimonio y el fruto de éste, que son los hijos, a Dios, Uno y Trino. Y, con amor a Él, acudo.

Oh Dios, pon en mi camino al amor, y sea su rostro, y sea su alma, la compañía sacramental, por Ti, Dios mío, deseada. Amén, amén, amén.”

 

+ Y no os preocupéis, hijos míos. Yo, Dios Padre, providencialmente, me ocuparé de complaceros. ¡Lo sello!

Rezadla cada mañana.

 

Mujeres:

Sed buenas, discretas, femeninas, educadas, sociables, sacrificadas. 
Haced pequeños servicios a vuestros semejantes, sobre todo a los padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos, amigos, compañeros-as, vecinos.

A todos los que os atiendan, dadles las gracias con una sonrisa.

Sed cariñosas con los niños, los ancianos, los enfermos; tened detalles con ellos.

Respetad a todos los hombres, y no deis confianzas a los varones.

Con las mujeres, sed simpáticas, y discretas con vuestras intimidades y proyectos. En cambio, hablad con ellas, con bondad, con dulzura, sin protagonismo. Y escuchad siempre todo lo que deseen deciros; lo meditáis, me rezáis: “Jesús ayúdame”, y contestad a todo, aplicando siempre el respeto a la libertad, al bien, a la bondad.

Y Yo, Dios, evangelizaré a través de vosotras.

¡No sigáis la moda!, ni en el vestir, ni en el horario para ir a dormir, ni en la forma tosca de hablar, ni en las distracciones, ocupaciones o aficiones, que no sean para tu santidad.

Y espera, espera, y Yo, Dios, te daré el hombre que será tu santa pareja.

 

Hombres:

Como las mujeres, sed buenos con todos.

Pero a ellas, no las tratéis con familiaridades, antes bien, respetadlas y tratadlas como a damas, tengan la edad que tengan, ya sean niñas o abuelas.

Las estudias, las analizas, y rezas por ellas.

Y la que sea santa y te agrade, y sientas por ella, tu corazón latir con alegría, alegría, digo, Yo, Dios, y no pasión física, ésa puede que sea mi elegida por ti, hijo mío, amadísimo.

Te informas de ella, y si puede ser, te haces amigo de algún familiar suyo, y tratándolo a él, te irás dando cuenta, si te podrá satisfacer ella como persona, ya que las familias tienen todas un mismo sello, por su convivencia y su mutuo ejemplo.

Y luego, tras mucha meditación, y pasado el tiempo, te acercas a la interesada y le pides una salida a la luz del día.

Me la tratas con amistad.

Y le cuentas lo que le darás a la que sea tu mujer: 
Tu trabajo, un hogar, unos hijos que cuidar, un futuro a compartir, para alcanzar la felicidad en la santidad conyugal, la fidelidad, el amor, el respeto, el cariño, tu cuidado y el sustento.

Y luego escuchas sus deseos, los meditas, y si son complementados a los tuyos, es señal que es mi santa elegida para ti.

 

Oración sacada de las Revelaciones 12, del libro 3 titulado; DANDO LA MANO A DIOS.