Saltar al contenido

Revelaciones 38

Viernes, 31 de mayo de 1.996   Rezo…      12:26 h a 13:24 h.

Yo.-  Amado y Buen Jesús, seguidamente te pido contestes, si quieres, a las preguntas de Olisa. 
Recuerda que te quiero mucho, Dios mío.

+ El amor de mis hijos amados está siempre presente en mi Corazón, y lo guardo como un tesoro, ya que el amor que me dais libremente, tiene un valor infinito ante los ojos del Dios Vivo.

Pregunta, Olisa, mi niña bonita. Pregunta a tu Dios. Soy todo oídos y todo corazón; no hay Corazón más grande que el de Dios, que el de Jesucristo, que padecí por los hombres todos, para recuperar la armonía de vuestros desvíos, que a causa de la desobediencia de vuestros primeros padres, vino a ellos, y por ellos, a sus descendientes, a vosotros, amados hijos míos; hijos del Altísimo, del más grande, de quien ama más que nadie.

Dime, dime, Olisa. Dile a tu Dios lo que te preocupa. Anda. Dime que a pesar de tu sufrir, me amas. Porque me amas, ¿verdad bonita? (Y veo a Jesús sonreír con muchísima dulzura).

Yo.- Pregunta de Olisa: “¿Por qué me ha tocado a mí?”

+ ¿Qué sabes tú, amada mía, del sufrir de tus semejantes? ¿O es que crees sinceramente que sólo sufres tú en el mundo? ¿No sabes que desde la imperfección de vuestros primero padres, entró el dolor?  Y si entró el dolor en el mundo, es que el dolor es un hecho real. Todos sufrís. Nadie se escapa del dolor, ya sea un dolor físico o espiritual, o ambos a la vez.

¿Qué sabes tú del dolor? Yo, Dios, y mi Madre, María Inmaculada, también seguimos sufriendo, y nuestro dolor seguirá hasta el fin de los tiempos, mientras que el vuestro desaparece en cuanto vuestra alma llega al Cielo Eterno.

Yo.- Pregunta de Olisa: “¿Por qué hemos de vivir eso?”

+Vosotros vivís “eso” como otros viven otras cosas, mas si nos ofrecéis vuestro dolor, por él, reparo el mundo.

Vosotros sois otros Cristos. Con vuestro dolor, si me lo ofrecéis estando en Gracia de Dios, salváis al mundo.

 Yo.- Pregunta de Olisa: “Te pido, que me des fuerzas para vivirlo bien y aceptarlo”.

+ Hija bonita, no me llores. Deseo tu felicidad, y debes, debéis, ser felices, ya que vuestro dolor es a la medida de vuestras fuerzas, si no, Yo, Dios mismo, ya habría acudido a aliviaros. Si no he venido, no dudéis, amados y benditos de Dios, si no he acudido antes, es que vuestro dolor es soportable. Confía en Mí, soy Jesús.

Yo.- Pregunta de Olisa: “¿Me dará algo este sufrir? Veo a mi hijo Santimo, tan mal, entre hierros, desde hace más de 10 años”.

+  Este sufrir no solo os dará algo, sino que ya os lo ha dado: ¿No me amas? Eso te ha dado tu sufrir, el amarme, y por ese amor, andar sufriendo el camino del Cielo Eterno. Y allí no hay sufrimiento ni dolor. Sólo hay amor, felicidad total, infinita e infinitamente.

Yo.- Pregunta de Olisa: “Mi hijo me pregunta: ¿Por qué, mamá, me ha tocado a mí, si no hemos hecho nada?”

+ (Veo a Jesús sonreír) Santimo, mi Santimo. Mi gran amigo Santimo. Tú, compartes con Dios, con Jesucristo, Yo, Dios mismo, el dolor del cuerpo. Tú no has hecho nada para merecerlo, ni tus padres tampoco. Pero en lo que sí puedes hacer algo es en merecer vivir eternamente en el Cielo, como los Santos. Y te digo: todo, todo el mundo sufre. El mundo está con dolores de parto. Es así, así es.

Yo.- Pregunta de Olisa: “Y me dice mi hijo Santimo de 14 años: ‘Veo tantos niños, y me ha tocado a mí”

+ Eso te ha tocado a ti, hermano Santimo, hermano de Dios Hijo y Dios mismo. A otros les toca otra cosa, o les ha tocado, o les tocará. A ti, Santimo, amado mío, te ha tocado eso, es cierto, pero, ¡cuánto amor hay en tu casa!. Y cuánto vas a amarme ¿verdad?, ¿verdad que me amarás más que a ti mismo?

A veces, pensáis los hombres que si Yo, Dios, os cambiara las situaciones, me amaríais luego más, mucho más.

Yo, Dios, te probaré, amado mío, mi Santimo. Verás mi santo milagro hecho en ti, porque me lo pides, porque me place,  porque oigo toda oración, y soy misericordioso.

Hijo mío, mi niño. Oh, Santimo ¡Cuánto te amo! Y mi amor hará derramar en ti mi santo milagro, que tú lo comprobarás despacio, pero así será. Bebe el agua de Lourdes que mis amados instrumentos Fuerza y Primavera, te prepararán. Te confiesas de tus pecados ante un sacerdote, y vas a comulgar. Y asistes a mi Santa Misa los domingos y días de precepto. Y por las noches rezas un Padrenuestro y tres Avemarías y un Gloria. Y Yo, afirmo, que sanarás totalmente de tu enfermedad.

Yo, Dios, estaré pendiente de ver tu amor, con las obras que darás al mundo; Yo, Dios, veré y comprobaré que eres digno hijo del Dios Verdadero, del Dios que fundé la Única y Santa Iglesia, la Católica, Apostólica y Romana.

Te pido que cada día ames más a mi Madre, la Virgen María, ella te ama tanto que me suplica te cure; es como tu madre, mi hija Olisa; como ella, está siempre pendiente de ti. Y además te digo, que hay otra persona que te ama: El Santo Padre, el Papa. ¿Por qué no le escribes y le cuentas que vas a obedecerlo en todo?, que serás un fiel cristiano. Y dile que puede contar contigo para hacer un mundo mejor. Porque puede contar contigo ¿verdad Santimo?, hermano de Jesús, de Dios. (Y sigue sonriendo Dios).

* Hijo mío, Santimo; hija mía, Olisa; aquí estoy. ¿No me pedíais ayuda y compasión? ¡Aquí estoy! Y estaré siempre.

Acercad almas a Dios. Os lo pido Yo, vuestra Madre, con vuestro ejemplo, con vuestras palabras. Recordad a la gente, que María Inmaculada les ama, y que deseo se acerquen a mi Hijo Jesús, que es Dios, y os ama como Yo, vuestra María.