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Revelaciones 33

Domingo, 22 de octubre de 1995… rezo… (9:48) a (10:25)

 

Yo.- Amado, mi amado Dios, quiero darte las gracias por todo, por la vida, por la voz, la vista, el oído, mi mente, mi cuerpo todo, mi vida con mi amado esposo Fuerza y mis diez hijos vivos, también por mis dos hijos que ya gozan de tu Presencia. Así, tirada cuerpo entero al suelo, en señal de humildad y sumisión a Ti, mi Dios, te agradezco todo; gracias amor y Dios mío; muchas gracias, muchísimas gracias.

Ayer, en casa de los señores Listral, tuve una gran, enorme, tristeza. La señora Noa, una mujer extranjera, se ocupaba diligentemente del cuidado de la casa y los tres hijitos de los señores Listral. Hablé con ella y me dijo que tenía cinco hijos a los que no podía cuidar, ya que debía ir a trabajar para alimentarlos; el más pequeño le tenía seis años, y me comentó que es su madre, quién se ocupa de ellos. Estaba triste Noa, porque me dijo que sus hijos no la veían casi nunca. Le dije: “Mañana, domingo, los verá”. Pero me dijo que trabajaba, y por las noches, también. Yo le hablé de Ti, Dios mío, de que nos pruebas, pero también nos ayudas. Ella me habló de Ti con amor, pero estuvo de acuerdo conmigo, que a veces, aprietas mucho, Dios y Señor…Lloramos todos por ella, y rezamos por ella. ¡Me gustaría que me sobrara algo de dinero; se lo daría cada mes! Pero sólo, sólo puedo rezar por ella. También se me ha ocurrido, comentarle a Escarma lo que sufre esta madre, para ver si ella, ya que conoce tanta gente, puede buscarle un trabajo que no le ocupe tantas horas y tantos días. ¿Cómo pueden formarse unos hijos, sin la presencia amorosa de su madre? También se lo comentaré al señor Juliumpius, que vendrá, providencialmente, el miércoles a comer, y se ocupa este buen señor, de aportaciones caritativas.

¡Yo, no puedo ver tristeza y quedarme cruzada de brazos!…

+ Primavera, amada hija mía, y ¿no entiendes por qué mi Espíritu habla en ti? Tú, amada mía, tienes mi amor en tu gran corazón. Harás maravillas con él, porque Yo, ¡Dios! te ayudaré.

Has pensado muy bien, eso de mi amada hija Noa, que sufre y soporta una carga excesiva; sigue rezando y trabajando por ella. ¡Sabes encontrarme en los pobres y desamparados; conoces mi rostro y mis manos! La caricia que le diste a mi hija Noa, y el amor que tus hijos le profesaron; ayer por la noche, cansada de su trabajo, levantó su corazón a Mí con la esperanza que le disteis, ya que sois hijos míos y actuáis como tales. Me enterneció que tu hija Deber (Yo.- tiene seis años) pidiera un buñuelo para ella y se lo fue a llevar a mi amada hija Noa. Con este gesto, y tantos otros como dais, y nos os dais cuenta, las personas ven mi sello en vosotros. ¡Cuánto bien hacéis al mundo! Os amo con delirio, hijos míos. Ayudarás a mi hija Noa, y ella, por vosotros, confiará en los hijos de Dios.

¡Con audacia, hijos míos, vuestros hermanos esperan ser alumbrados por vuestra luz, que es mi gracia! Mis ángeles cuidan de mi hija Noa, su madre y sus hijos, pero necesitan de vuestros hechos.

¡Vienen tiempos de paz y amor! Los hombres os daréis la mano, y mi Madre guiará vuestros espíritus a la Eternidad Celestial. Acudid a Ella con presteza, está ansiosa de ayudaros. ¡Gracias, hijos amados!