Saltar al contenido

Revelaciones 33

Domingo, 15 de Diciembre de 1.996   Rezo…      Mañana

Yo.- Amor mío y Dios mío, esta mañana al abrir mis ojos al día, se ha abierto en mi corazón la luz de que no me basta cumplir con mi deber, ya que si lo miro a secas, es muy frío, ya que hay deberes que, ante Dios, podrían y creo que son ilícitos, como el ceder a otros organismos que van contra la Ley Sagrada de Dios. Hoy ¡Por fin! He visto claro que debo cumplir con mi deber por mi libertad de amar a Dios sobre todas las cosas. Y quiero decirte Dios mío, que esto me ha sacado un enorme peso de encima, en la educación de mis amados hijos. Ya que a veces, por deber y por disciplina, parece que uno tiene que esconder su bondad y llegar incluso a la crueldad, por el bien de la educación de los hijos. Y esta mañana he visto claro que no puedes, Dios mío, pedir eso, Tú que eres AMOR, sino que mi deber con mis hijos es ser un “Ángel”, es decir, debo amarte tanto a Ti, que incluso debo olvidarme de los disgustos y enfados, y debo actuar como el Ángel de la guarda para mis hijos, y esto es: Obedecerte a Ti Dios mío, a pesar de sus debilidades y fallos; y obedecerte a Ti, amor mío, es amarlos, y no por ser mis hijos, sino por ser tus hijos, tal y como hacen los Ángeles con nosotros los hombres. Yo, como madre, debo, por amarte a ti, Dios mío, sobre todas las cosas, amarlos y ayudarles con mi AMOR a ellos, aunque parece incongruente y poco eficaz. Eso, y la oración continua, unida a Mamá, y tener fe, total fe, en los rayos de tu Divino Amor. ¡Lo he visto claro, por fin! Y esto me va a solucionar muchos problemas; ya que no me acuerdo de aplicar de continuo la disciplina, y paso de dar mi amor, a dejar salir mi mal humo. Lo dejo todo en tus Manos, Señor Jesús, ya que yo sola soy incapaz de hacer santos, y deseo que mis hijos lo sean ¡Lo deseo tanto! ¿De eso te ocupas Tú, verdad amor mío?

+ Cuán difícil es haceros llegar a comprender esto:

¡Vosotros, hijos míos, sin Mí, sin vuestras santas oraciones, no sois nada!

Yo, Dios, soy el único que tengo poder de hacer santos.

Vosotros podéis intentar formar hombres y mujeres, más o menos buenos, pero santos, esto pertenece al Cielo, por eso, hay tantos hijos de padres cristianos, que se pierden; porque os creéis, los padres, que dándoles una buena educación en cristianos colegios, les da el seguro de santidad, y no es así; ayuda muchísimo un buen colegio, mas lo que ayuda todavía más, es la santidad de los padres, que amándome, los amáis. Sólo el verdadero amor, salva a vuestros hijos del Infierno.

Y el verdadero y único amor, es amarme a Mí, a Dios, sobre todas las cosas, incluso sobre ellos mismos, vuestros amados e imperfectos hijos; y la oración, unida a la Madre de la humanidad, es el dardo certero que se clava en el mismo centro del corazón de vuestros amados hijos.

Madres, sed los ángeles de la guarda carnal del hogar; y Yo, Dios, os garantizo, os prometo, una familia, eterna y terrenalmente, feliz. ¡Por siempre! ¡Por siempre!

¡¡Yo, Dios!!, soy el que hago santos, el único que puedo hacerlos; no hay manuales ni colegios, suficientemente buenos, para suplirme a Mí.

Yo, Dios, soy Justo, y la santidad es mi regalo. ¡No se puede comprar con dinero! Sólo los padres, sois los únicos que directamente tenéis mi Gracia santificante, para los de vuestra carne: Vuestros hijos, ¡Mis hijos!

Sólo vosotros, con vuestro amor verdadero a Mí, a Dios, me dais vía directa al corazón de vuestros amados hijos. Recordad que el hombre es carne y espíritu; y cuando vosotros, los esposos, os unís para engendrar un hijo, la perfecta unión es así: espiritual y carnal, por ser el hombre, huesos y alma inmortal.

Bienvenida a la sabiduría, amada y buena Primavera; sé fiel, persevera en la oración, y tu deseo se verá cumplido. Verás por Mí, por Dios, la santidad en tus tan amados hijos. ¡Déjalo todo en el Amo del espíritu, en Dios, que sólo puedo actuar cuando libremente, por la oración sincera, se me abre la puerta! ¡Padres!, abrid la puerta del corazón de vuestros hijos, para que Yo, Dios, los santifique. ¿Cómo? Pues, amándolos, amándome a Mí, a Dios, sobre todas las cosas. ¡Sed santos!, y tendréis hijos santos.

¡Os amo tanto, Yo, Dios, os amo!