Miércoles, 22 de mayo de 1.996 Rezo… de mañana hasta 11:50 h.
Yo.- Amado y Dios bueno: ¿Qué deseas?
+ No deseo os enfadéis entre los dos, entre Fuerza y tú, Primavera.
Os diré que es natural que las buenas madres estén pendientes de sus hijos, los defiendan y estén gozosas y orgullosas, cuando hacen algo digno de mención.
Los hijos son engendrados en el vientre de la mujer, de la madre. El padre deposita en ella su semilla, y es la mujer, la esposa, la encargada de formar el cuerpo y, más tarde, su carácter.
Por eso está feliz y contenta, cuando ve que su hijo nace sano. Se creó en sus entrañas, y se siente responsable de lo que sale de ella misma, como cualquier artista se hace responsable de su obra, y está orgulloso, cuando su obra da y hace bien al mundo; lo mismo ocurre con las buenas madres.
Pero, a veces, el hombre no sabe entender la naturaleza de la mujer, ya que él, le da la semilla del hijo, y su deber es dar de comer y cuidar a la mujer, para que esta lleve a cabo su santa empresa de crear al hijo de los dos.
El hombre, para mantener a la mujer, tiene que salir a buscar el alimento, y no está, por eso, tan apegado al hijo, mas, la mujer, la esposa, está de continuo con el fruto del amor de los dos, el hijo.
Es ella, que da huesos a sus huesos, sangre a su sangre, carne a la carne de los dos, del hombre y de ella.
Ella es la parte directa y más influenciable para el hijo; si ella no se cuida, su hijo, el hijo de los dos, del hombre y de la mujer, no está cuidado.
Si ella decide matarlo, abortarlo, aunque el esposo no esté de acuerdo, puede matarlo si quiere, ya que “no necesita” del permiso del padre, ya que es ella la que lo lleva en su vientre.
Por eso Yo, Dios, cuando una mujer, maldiciendo al mundo, decide ir contra la naturaleza y contra Mí, contra Dios, y aborta, Yo la juzgo y la maldigo a ella. El esposo que no desea la muerte del hijo, está libre de pecado.
Y pido Yo, Dios, a mi Santa Iglesia, que separe la santa unión matrimonial.
Yo.- (Nota (02-01-08): No es lo mismo, separación que anulación).
+ No puede un hombre de Dios vivir con una bestia feroz, ni por el bien de los hijos nacidos.
Una madre que es capaz de matar a su hijo, es incapaz de amar a su esposo, ni a los otros hijos.
Una buena esposa, ama a sus hijos, ya que son el fruto del amor en la unión conyugal.
Si tu esposa ama a sus hijos, te ama a ti, no lo dudes.
Y no tengáis celos de que ese amor esté pendiente de los hijos y se enorgullezca de las buenas obras de los mismos, ya que ella las ve como suyas, ya que creó al ser, e influyó en su carácter y realización como persona individual.
Una madre, siempre, siempre, forma parte de su hijo; y un hijo, de una madre.
¿Verdad que tú, como hijo, recuerdas a tu madre, con un lazo invisible que te une a ella, a pesar del tiempo, e incluso, de que esté muerta o no?
Eso lo permito Yo, Dios, para que no os sintáis desamparados jamás.
Y Yo, Dios, me asemejo a la unión de una madre con su hijo, hay algo invisible que os une a Mí; es mi Santo Espíritu, ya que Yo, me doy a ti, en el mismo instante de la unión de vuestros santos padres. Y digo santos, ya que con su perfecta unión, permiten mi vida en su hijo y mi hijo. Así es.
Rezo… 12:06 h a 12:08 h.
* Hijos míos. Yo, María Inmaculada, soy una buena Madre, y os amo, y me ocupo de vosotros.
De continuo os vigilo, y los ángeles de Dios, bajo las órdenes de Él, me obedecen, y os cuidan, ya que les pido lo hagan.
Yo, María Inmaculada, soy una buena esposa, ya que amo a los hijos de Dios ¡os amo a todos, hijos míos!