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Revelaciones 30

Viernes, 8 de marzo de 1996… Rezo… (3:20 h) a (3:48 h).

Yo.- Amor y Dios, dime.

+ Satán acaba de regresar derrotado, por la bondad de mi Madre María, al Infierno.

Se cierran las puertas del Infierno.

Ya, la Era de la Paz, brilla en el universo.

Los ángeles me cantan el aleluya.

Amados de Dios, ¡se han abierto definitivamente las puertas del Cielo!

Los hombres vendréis a Mí, por infinidades.

¡Gloria a Dios en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad!

La voluntad del hombre, se une a la Divinidad.

Beben de la copa de oro, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Y al beber de ella, sellamos con nuestra voluntad, la Era final de la humanidad:

¡Ha empezado, con la niña Flos, el amoroso resplandor de la fragancia Trinitaria!

¡Aleluya!

El Santo Padre, recobra sus fuerzas, y ya nadie detendrá el Espíritu que mueve a la Santa Iglesia.

¡Cristianos!

¡¡Cristianos!!

La voz del Cordero, os llama a la reconciliación.

¡Venid!

¡Acudid!

La Sagrada Hostia se ofreció en aromático holocausto de expiación, y la Cruz fue su herramienta de acción.

¡Sea alabada la Cruz del Cordero!, la Espada que hizo posible su Santo Sacrificio.

Hoy, Satán regresa a los infiernos; sus pasos son del vencido.

¡Viva el Rey!

¡Viva Jesucristo!

¡Qué bonita está la Iglesia!

Su vestido púrpura es transformado, y se ha vuelto dorado; y prenden de él numerosísimas rosas rojas, de los fieles caballeros, a Ella, y de las damas de honor.

Yo, ¡Dios!, te doy en Nombre de mi Madre, amada hija Primavera, la rosa roja de las damas de honor a mi Madre santísima, de la inmaculada y pura María.

Has sufrido mucho, acabas de pasar una terrible prueba. Satán, en su último y desesperado intento, ha querido dominar tu mente mientras soñabas, y deseaba que, en tu locura, pusieras fin a la vida de tu hijita Flos; pero , firme en nuestro amor, en tu consagración a la Divina Trinidad, del que Yo soy Dios, Dios en Unidad, y en tu amante consagración a María y a su casto esposo san José, has huido de la tentación, y humillándote en el mismo momento, en el mismo instante de tu locura, te has puesto, con lágrimas en los ojos y terror en tu corazón, a nuestros pies. Yo, Dios, te alzo, amada Primavera. Te doy en la misma acción, todo el amor de Dios y mi Paz. Bendita tú, Primavera, dama honorífica de las dolorosas a María, a la Esclava, a la Pura; a la que me llevó en sus entrañas, y que Yo, Dios, amo, beso y le entrego mi Reino, el Reino del Cielo, el Reino donde viviremos eternamente.

De par en par, se han abierto las Puertas del Cielo.

Mi Iglesia brilla con su vestido dorado, que es el Cáliz que contiene la Santa Hostia, mi Cuerpo y mi Espíritu, vivos.

¡Ha triunfado el Amor!, ¡Yo!, ¡Dios!

Uníos a los cantos de los ángeles, uníos en adoración a Dios.

Glorificadme, benditos del Padre. Os cuento como a mis ovejas. ¡Llenaréis la Nueva Tierra!

¡Aleluya, aleluya, aleluya!

(Veo a innumerables ángeles, relucientes ángeles, cantando. Y veo un Infierno oscuro y negro. No hay fuego; está todo acabado, ¡todo!).