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Revelaciones 28

Jueves, 22 de Agosto de 1.996   Rezo…      Por la mañana hasta 11:48 h.

+ ¿No habéis oído contar, de los Santos, el que han luchado físicamente con demonios en forma de persona, y que otros ángeles, en forma de persona, acudieron a ayudarlos, y se golpearon físicamente unos con otros?

Los cuerpos gloriosos no son de carne física, de huesos y sangre.

Los ángeles tienen el poder de utilizar el cuerpo humano para cumplir con mis mandatos, y venir a ayudaros.

Y si los ángeles pueden hacerlo por mi permiso, el permiso de Dios; los demonios, si Yo, Dios, consiento a ello, pueden usurpar el cuerpo físico de quién sea suyo, de quién se haya entregado a él, de quién se le haya consagrado. Yo, Dios, lo sé, y lo permito por mis fines, aunque él crea que lo hace por sus fines.

Todo cuanto acontece en la vida, acontece porque Yo Dios, lo permito.

Los demonios cuando tienen cuerpo humano, actúan humanamente, con la astucia diabólica del mal. Su poder es limitado. Yo, Dios Espíritu Santo, se lo limito, ya que Satanás esta encadenado, y María Santísima tiene su pie puesto en la cabeza del Maligno, de la serpiente antigua. Por eso, el mal, siendo mal, está controlado gracias al sí de María Virgen, que por su sí, le pisó la mente, que no encontró manera de hacerla desistir de su entrega a Dios, a Mí. Y por su entrega, cuando Yo, Dios, morí en la Cruz, até a Satán, con las cadenas que le cortan la libertad de actuar potencialmente el mal.

Ahora, por daros Yo, Dios, mi doctrina, mi Santa y Única Iglesia, que es la que os suministra los sacramentos, que os permiten luchar y vencer al mal, a Satanás, el demonio, la serpiente antigua, el dragón apocalíptico, no estáis solos. Yo, Dios, por el sí de María Virgen, Madre de Dios, estoy con vosotros. ¡No estáis solos! ¡No estáis solos! Venid a Mí, usando de los sacramentos, viviendo los mandamientos. ¡Venid a Mí! Sois libres ¡Venid a Mí!, y  Satán no os despedazará.

Yo.- Dios mío, no entiendo nada del libro del  Apocalipsis, ¿Tú puedes explicármelo? 

+ Te lo resumiré, amada Primavera. En el Apocalipsis, San Juan escribió el futuro del mundo hasta su fin.

Las dos muertes, son la muerte del cuerpo y el fin del mundo, el final de los siglos.

El demonio está en vuestro presente, mas por la gracia de María, el demonio quedó postrado a los pies de los hombres, por haber María dado vida a Dios Hijo, al Bien, que vino a dar la gran oportunidad a los hombres libres, de buena voluntad, a los luchadores.

Durante el futuro de San Juan, muchos pueblos se han levantado en el mundo y lo han dominado, en el nombre de Satanás.

Y si el mundo no pereció a la destrucción total, fue por los santos: su oración, sacrificio, mortificación y holocausto.

El mismo mal, hizo el bien, ya que oprimiendo y asesinando a los hombres, estos me pedían ayuda y compasión por el mundo.

Todo el mal es siempre un bien para mis herederos.

Y cuanto más mal desataba la Bestia, más bien, Yo, Dios, derramaba al mundo, por los santos, por los mártires, que son santos que han tenido ocasión de dar doble fruto al mundo, el fruto de su santidad, y el fruto de su santo martirio.

Cuánto más sufría el mundo, más amaba Yo, Dios, al mundo.

Y el tiempo va pasando, y la Fiera está asustada de oír las campanas de la Iglesia, que sigue anunciando el Santo Sacrificio de la Misa, la muerte siempre viva de Jesucristo, y con esto no puede luchar.

Y es la santa Misa, lo que os preserva del mal, y os dará el nuevo mundo celestial; y está a punto de acontecer.

No está lejos el día feliz en que la Fiera de diez cuernos, uno por cada mandamiento de mi ley, de la Santa Ley de Dios, deje de molestar a los santos hijos del Creador.

El futuro del apóstol San Juan, está llegando a su final.

Y os digo, que a pesar de tantos hijos malvados, que no me aman, saldrá vencedor el bien; y no es por los pocos hijos que me amáis, es por el amor de María Santísima a Dios, ¡a Mí!; es que gracias a su amor, el Santo Sacrificio de la Misa sigue uniendo y salvando al mundo.

¡Amad a María!

Si no fuera por Ella, ni los santos, ni los mártires existirían, y la Fiera no estaría atada y la nueva Era no estaría empezada.

¡Cantad gozos a María!; ¡María, María, María!

Cuán bello es el universo, gracias al Sí, al humilde sí de una Doncella judía.

María, cuánto te amo, nadie usurpará jamás tu lugar en mi Corazón, en el Corazón de Dios. A nadie amaré tanto como a ti, bonita María, mi Hija, mi Esposa, ¡mi Madre!

Y reinarás, por ser la reina de mi Corazón, del Corazón de Dios; y reinarás en mi Corazón. Y en mi Corazón, en el Corazón de Dios, está la Nueva Tierra. Tierra que no finiquitará jamás, tierra fértil, tierra de amor, de total entrega a Dios, por amor, como fue la entrega de María Inmaculada, total.

Y por esa total entrega de mi amada María, Yo. Dios, cerraré a Satanás por siempre jamás, ¡eternamente!

Por María, Luzbel se sublevó a Mí, a Dios, por saber del amor de una humilde doncella.

Luzbel era celoso de su Dios y no quería que ningún hombre me amara con perfección, con la perfección espiritual de su condición de ser puro.

No soportó Luzbel el saber que una criatura inferior a él, le ganara y sobrepasara en amor, ya que por el perfecto amor de María, Dios cogería la naturaleza humana y se haría hombre, amigo y hermano de los hombres.

Luzbel no pudo soportar que por mi gran amor a todo lo creado por mis propias manos, amara tanto a vosotros los hombres, que me dejara matar por vosotros mismos, para daros un definitivo destino en la eternidad celestial.

Luzbel, por su odio a María Inmaculada, se rebeló a mi amor, al amor infinito de Dios.

Él, me quería para sí, y si no me tenía como quería, no me quería.

Y se rebeló, y separó a la opinión de mis ángeles, y unos se unieron a él, y otros lucharon con Miguel.

Deseo hablaros de mis ángeles buenos. De Satán y los demonios, sabéis muchas cosas, pero de mis ángeles de bondad, sabéis poco.

El amor de los ángeles es amor perfecto; aman todo lo que Yo, Dios, amo; siendo perfectamente libres e individuales, por y con su total y verdadera libertad, aman lo que Yo, Dios, amo. Aman a María, no por sí misma y su pureza, ¡no!, la aman porque saben y ven que Yo, Dios, la amo. Y os aman a vosotros los hombres, no por vuestra santidad o imperfección, sino porque Yo, Dios, os amo. Siendo libres, sus gustos son mis gustos, los gustos de Dios; y aman todo lo que amo. Y lucharon contra Satanás y sus hermanos, por la negación de ellos a mi amor, al amor de Dios. Y lucharon por la verdad, que es una: Amar a Dios sobre todas las cosas.