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Revelaciones 25

Miércoles, 14 de Agosto de 1.996   Rezo…      9:40 h. a 10:18 h.

Yo.- Te amamos Jesús ¡Te amamos Dios y Señor del universo!, y deseamos oír tu amada voz.

+ Mi voz os responde, mi voz proclama mi amor por vosotros, y el mundo verá qué grande y frondoso es el amor del Santo de los santos, por los Lluvia.

Verán mi Providencia, y desearán imitaros. A todo aquel que me ame, Yo, Dios, le daré mi santo amor, como hago con vosotros.

Mas os recuerdo, hijos míos, que mi santo amor os prueba en la desgracia, en la pobreza. Así he hecho con los Lluvia, y así hago con todo aquel que me ama sobre todas las cosas.

Si deseáis amarme sólo para conseguir la prosperidad, ese amor no es santo; antes, deseo me améis en la desgracia, en la soledad, sin amigos; sólo Conmigo y con Santa María, San José y los ángeles, pero solos socialmente, alegres por compartir mi dolor, el dolor de Cristo en el Calvario.

Yo, Dios puedo dar, y doy la riqueza, mas la riqueza sin humildad, es perdición.

Por eso, antes de daros la riqueza, os quito la soberbia, y pongo en su lugar la humildad y la mansedumbre de corazón. Y esto sólo se consigue, con el dolor humano, con la enfermedad, con la miseria de no tener nada, nada que llevarse a la boca, ni siquiera la esperanza de llenarla mañana.

Eso lo han pasado mis amados hijos, y seguían dándome gracias por lo que tenían:

¡Su amor y su fe en Mí!, y el amor entre ellos; y sintiendo la frialdad del mundo seguían sirviéndome.

No tenían para llevarse a la boca, mas seguían filmando mi película, y seguían buscando trabajo para salir del pozo negro y profundo al que el enemigo de Dios, Satanás, los encaminó, y Yo, Dios, lo permití, para demostrar al demonio que, una vez más Job, me amaba más que a nada ni a nadie, y seguía hablando Conmigo, y seguía sirviéndome, a pesar de no tener para comer.

Mis amados hijos, mis tan amados, Fuerza y Primavera, seguían ofreciéndome su vida entera. No se puso su miedo ni su egoísmo en sus relaciones maritales, y éstas fueron siempre abiertas a la vida; y estando en la miseria, engendraron con amor y por mi amor, un nuevo hijo, fruto de su lícito y fecundo amor, amor con que se aman el uno al otro, amor con que alimentan el corazón de sus hijos, a los que nunca les ha faltado nada, a pesar de no tener para comer.

Y tal como les pedí en locución Conmigo, con el Altísimo, no se quejaron ante nadie, teniendo innumerables visitas, y derramando Yo, Dios, a través de ellos dos, de Fuerza y Primavera, mis santos milagros; milagros que no tienen precio humano, y por eso no se pueden pagar, y quién los da no puede aceptar nada a cambio, al contrario, debe poner siempre de su parte, ya que Yo, Dios, les dije que de lo que necesitaran, eso tendrían, por mi Providencia. Y me ofrecieron su miedo, su dolor, su desesperación, que les llenaba, en ocasiones, de mal humor. Yo, Dios, les observaba, y María estaba de continuo arrodillada ante Mí, pidiendo por ellos. Mas, Yo, Dios, no acudí hasta ver saciada mi santa curiosidad, hasta no ver su total humildad, su abandono por amor.

Nadie supo nada, hasta que pasó el tiempo de prueba. Les pedí que confiaran en Mí, y confiaron en Dios. Y Yo, desaté lo atado por Satanás, y Fuerza encontró trabajo, y pudo dar de comer, y se saciaron, y vencieron el miedo a la miseria, y vieron que estar en la miseria y tener a Dios, eso era dar gloria a Dios.

Yo, Dios, les avisé, les dije que acudiría a rescatarlos cuando realmente su carga fuera excesiva, que antes no acudiría. Y acudí, y los alivié, y me dieron las gracias. Y Yo, Dios, les doy las gracias.

Todo aquel que me ame, coja su cruz y sígame: Sin saber la ruta, sin saber el tiempo; sólo sígame con fe. Y os llevaré por el camino de humildad, a la santidad.

¿Deseas alcanzarme?, pues: ¡Sígueme!, y confía en Mí, ten fe, ¡ten fe!

Y por vuestra fe, que comprobaré, os daré todo lo bueno que os merecéis, y que pondréis su precio por el valor de vuestra fe.

Cuanta más fe, más obras de fe obtendréis de quién tanto os ama, del que os ama más que nadie, de Dios en Unidad, ¡Yo!, el que soy, fui y seré.