Saltar al contenido

Revelaciones 11

Viernes, 26 de Julio de 1.996    Rezo…      19:20 h. a 19:50 h.

Yo.- Amado Dios, di.

+ Sí, Yo, Dios, os digo, creed en Mí, en Jesucristo, en el Cordero, que os redimí de las garras de la muerte; ese soy Yo, ¡el mismo Jesucristo!

Aquí estoy, presente en estos Escritos, sabiendo de vuestro amor, y de la sed que tenéis de Dios, de Mí.

¿Crees en Mí?

Yo, Dios, creo en ti, en que saliste de mi mente, y que por pertenecer a mi pensamiento, al pensamiento de Dios Creador, existes.

Vosotros sois libres, mas, si Yo, Dios, no hubiera pensado en vosotros, en ti, no serías libre, ya que no existirías.

Si es mi deseo, existes, aunque tu madre aborte; si es mi deseo, rompo el yugo del vicio, y os creo, soy consciente de ello.

Sois libres, pero acontece todo lo que Yo, Dios, he pensado de antemano.

Vosotros diréis que esto no es libertad; mas Yo os digo, que esta es la libertad humana.

Aunque os escondáis, Yo, Dios, os veo.

Si lo deseo, te persigo hasta el confín del mundo y te doy la fe.

Sólo tiene fe quien Yo, Dios, he pensado que tuviera fe.

Sólo me pertenece lo mío, lo que Yo, Dios, deseo.

Yo, Dios, el Cristo, usé de la libertad humana, y cedí a ella, y morí por ella; por mi libertad humana, al ser Jesucristo, decidí beber el cáliz de mi muerte humana, para daros la vida eterna.

Yo, Jesús, tenía ganas de vivir, y ayudaros, y seguir derramando mis santos milagros, en unidad a la Santísima Trinidad, Dios.

Pero el Padre me dijo: “Ha llegado tu hora, amado Hijo Divino.”

Yo, Jesús, deseaba vivir, amaba la vida.

¡Amaba a María!, mi Madre bonita, y amaba a mis amigos, y ellos me amaban; mas llegó la voz del Padre, y obedecí; y por mi libre obediencia, siendo Jesucristo, hombre perfecto, lo pensado por Mí, por Dios, aconteció, como todo pensamiento divino.

Si Yo, Jesús, morí por ti, es que te amo tanto como amo a mi Padre, ya que el amor de Dios es perfecto e infinito, y cuando amo, no me guardo el amor, sino que lo doy todo de Corazón.

Si Yo, Jesús, te salvé la vida es que te amo.

 Y si mi amor es tan grande, es que viene del Cielo. Y todo lo que viene del Cielo es bendito.

Hijo mío, hija mía, por favor, piensa libremente: si Yo, Jesús, di la vida por ti, sin pedirte nada a cambio, por lo menos, soy digno de hablar, y de que tú me escuches. 

Pues escucha, amado, amada; No morí, no obedecí al Padre si no fuera por darte la vida eterna. Uno no muere por otro, sin motivo, a menos que desee salvarle la vida. Y eso hice contigo, te salvé la vida.

Por Mí, puedes vivir eternamente.

Y por ti mismo, puede ser en el Cielo o en el Infierno.

Yo, Jesús, estoy en el Cielo.

En el Infierno, vive Satanás, el diablo, el dueño del mal.

Yo, soy el dueño del bien.

Morí por ti, sin pedirte nada. Eso es el bien, como es bien, dar vida a un hombre, sin pedirle nada.

Pero como a los padres, Yo, Dios, os enseño el camino de la felicidad, de los diez mandamientos. Te los di, para que seas feliz, eternamente feliz; feliz en la tierra, y feliz en la eternidad celestial.

Yo, como los padres, no os abandono jamás.

Mi Iglesia, la Santa, la Católica, Apostólica y Romana, es vuestra tutora: ella tiene mi pan, en la Palabra y en los sacramentos.

Hijo mío, hija mía, sé como Yo, Jesús; obedece al Padre, y vivirás feliz con quien te precedió, Conmigo, con Jesucristo, Dios.