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Revelaciones 37

Lunes, 1 de enero de 1996… rezo… (14:26) a (15:06)

 

+ Amados hijos de Dios. Yo, Jesús, el Dios Hijo, junto con Dios Padre y Dios Espíritu, que somos y es Dios, Uno y Trino, hoy empieza un año. Desde lo alto del Cielo os bendecimos a todos, ¡a todos!, hijos de Dios, y permitimos que vuestra Madre, ¡la Madre de Dios!, os sonría al corazón, derramando a él sus amorosas palabras.

Yo.- (Veo el Cielo, y a los Tres, y delante de Ellos, muy sonriente, se ha puesto María, nuestra Madre; y Jesús se ha acercado a Ella, y con dulzura amorosa de un Hijo cariñoso, la agasaja con sus caricias. La coge del brazo izquierdo y nos la muestra: Dios muestra a los hombres a su y nuestra Madre María. Han empezado a desfilar ante Ellos, multitud de ángeles que, al pasar ante Ella, María, la saludan con sonrisa dulce y ojos brillantes y llenos de amor; ¡todos aman a Mamá! Le hacen una reverencia y le dicen:

“Bendita Tú, María, entre todas las criaturas. Te amo, excelsa María”.

Y todos dicen lo mismo, y María con su dulce mano amorosa, se la coloca en la cabeza del ángel que le dice el saludo, y en el momento, Dios Hijo mira a Dios Padre y a Dios Espíritu, y en el acto de María al ángel, éste se enciende de luz y, si antes brillaba, ahora su potencia es fulgurante.

¡Es precioso, es maravilloso verlo! Oh, si vosotros pudierais verlo como yo lo veo; es sublime ver la unidad de Dios a los deseos de María. ¡Acudid siempre a María, yo veo que tiene la llave del Corazón de Dios! Dios, en Unidad, la aman tanto, como no se puede explicar, y siento en mi corazón humano una felicidad celestial. Es una felicidad que yo os la deseo a todos, a todos mis semejantes, a quienes tanto amo. Yo, Primavera, os amo por el amor que Dios ha puesto en mi corazón, y os deseo sintáis en vuestra alma el resultado del sí que dais a Dios).

+ Hija mía, Mamá y la Divina Trinidad, te amamos a ti, como a cada uno de tus hermanos, los hombres, y deseamos que este amor que tú sientes por Nosotros y por ellos, sea sentido en todos, ¡en todos!

Yo, Dios, os lo doy; pedídmelo, y Yo, ¡os lo doy!

Y ahora, después de mis palabras, y la veraz y verídica visión que le hemos concedido a nuestra hija, Primavera, viene a vosotros la voz más dulce de la Creación, la voz de María, la Madre de Dios, ¡mía! (- Y sonríe complacido).

* Hijos de Dios, hijos de María. Soy vuestra Madre, que os habla y con mi voz os acaricio el corazón.

Tenéis penas, pero Yo os consuelo.

Tenéis alegrías, y Yo María, las comparto contigo.

Deseo hablaros de Mí, de la Madre de Dios, ¡¡lo soy!! Jesús, el Dios Hijo, estuvo en mi vientre, y fue carne de mi carne, y en mi barriga me daba pataditas, como cualquier niño de vosotros ha hecho en el vientre de su madre.

Pero, amados míos, hijos míos, si soy y fui y seré la Madre de Dios, mi sí a la voluntad Divina, está muy unido al sí de san José, mi amado esposo. Si él me hubiera rechazado, repudiado, ¿qué habría sido de María, sola, con Dios Niño? ¿Qué habría sido de Jesús, joven, sin su “padre” san José? De él aprendió a comportarse como un hombre. Como todos los hijos, Jesús, encontró en José el apoyo, la imagen en quien mirarse y copiar.

Si Yo soy la Madre de Dios, no olvidéis jamás, ¡jamás!, hijos míos, que el Patriarca san José, actuó en Jesús, Dios, como un padre de verdad. Si mi sí os ha dado la vida, el sí de las obras de san José, es en unidad al mío, la voluntad del Dios Trino. Recordad, amados hijos, que soy la Madre de Dios; acudid a Mí, y Yo os reconciliaré con el Amor, ¡con Dios!

¡¡Viva Dios en las Alturas y Paz entre todos vosotros, amados hijos de los hombres, y que viva Dios por vuestro sí, en vuestros corazones!!

María, vuestra Madre, os ama, os cuido y soy la Madre de Dios, el Dios que os ama. ¡Amadlo, hijos míos!

+ Amado Fuerza, amada Primavera, benditos todos, hijos míos, os digo Yo, Dios, que este año que empieza hoy, será un año lleno de milagros de reconciliación a Dios, por mis hijos descarriados.

Y deseo Yo, Dios, que a través vuestro, me rindáis el alma de mi amado hijo, el sacerdote Hos Hus. Ya os diré lo que tenéis que hacer.

¡No te parezca imposible, amada hija Primavera, no hay nada imposible para tu Dios! ¡Tú lo verás!

(.- Y sonríe emocionado).