Saltar al contenido

Fin del mundo - 90. página

Revelaciones 22

Sábado, 10 de Agosto de 1.996   Rezo…      10:52 h. a 11:40 h.

Yo.- Amado Dios, creo que no hay cosa más difícil en la vida, incluso mucho más difícil que ir a cazar leones, que esto, y es: Acordarme continuamente que he de olvidarme de mí, y vivir y actuar siempre  pensando sólo en Ti, Dios Mío; en amarte y en tratar a los demás por tu amor, y pensando en que son hijos tuyos, hermanos míos. Perdóname, pero, no me atrevo a decirte que es casi imposible, pero te diré, Amado, que es muy, pero muy difícil. ¿Cómo puedo olvidarme de mí? Es tan fácil pensar en mí y en mis gustos. Creo…creo, que jamás seré santa, y no podré venir Contigo al Cielo Eterno, pero yo quiero venir, de verdad, pero es que no me acuerdo de pensar en Ti, y es tan fácil pensar en mí.

+ Persevera en la fe, ora.

Sé siempre sincera contigo misma, que eso es serlo Conmigo, con Dios; y la sinceridad te ayuda a ser humilde, ya que la verdad es que los hombres sois unos pecadores.

Eso que te ocurre, amada y fiel Primavera, es debido al pecado original. Y es así con todos, amados y fieles hijos míos, de Dios.

Y además de tener el pecado original, que os sella la mente y el corazón, el alma toda, vuestras costumbres sociales, os dan de continuo mensajes para pensar sólo en vosotros mismos, y os  es difícil acordaros de la santidad, de lo perfecto, de pensar en darme gloria, que dar gloria a Dios, a Mí, es vivir de continuo por mis deseos.

Y Yo, sólo quiero lo bueno, lo santo, lo perfecto; quiero que me améis más que a nada ni a nadie; esto es lo santo, esto es darme gloria, lo demás son fantasmadas de gente mundana.

Y te digo, amada Primavera, ¡o conseguirás!; todo es sólo cuestión de quererlo, ponerlo en práctica y perseverar en ello. Lo conseguirás; ¡lo conseguiréis!

Yo, Dios, estoy dispuesto a ayudaros a ello; tengo todo el poder, toda la sabiduría y todo el tiempo del mundo. ¡Uníos a Mí!; uníos a Dios mediante la santa oración, que es la oración sincera; y uníos a Mí, a Dios; ¡Estoy aquí con vosotros!

¡Estoy en la Iglesia Católica y sus santos sacramentos!, y estoy en el silencio de la meditación sincera, no en el monólogo de uno mismo, sino en el diálogo entre tú y tu espíritu; en tu espíritu vive el mío, por la gracia de estar en Gracia.

Sí, es difícil, y para ti, Primavera, es muy difícil; eres una pecadora adulta, es decir, llevas muchos años sin pensar en Mí, en Dios, en vivir sin darme gloria; pero te pido que enseñes, ya, a tus hijos a vivir pensando en Mí, en Dios, en cómo agradarme, en cómo olvidarse de ellos mismos; cuanto antes lo aprendan, mejor para ellos y para el mundo.

Enséñales a trabajar, a hablar, a pensar, por Mí; tu esposo, Fuerza, te lleva ventaja, él sabe vivir pensando en Mí: ¡Enséñales a tu familia, amado Fuerza! Enséñales a vivir la fe. No te olvides de tus charlas espirituales, y pueden estar todos, todos, escuchándote. Los pequeños oyen y aprenden. Ese es tu deber para tu Dios.

Y tú, amada Primavera, pide ayuda a Fuerza; él puede ayudarte, sabe cómo hacerlo; déjate aconsejar espiritualmente por él. Os amáis y vuestro amor es cristiano, y por ser mío, de Cristo, es perfecto amor. No hay envidia, hay ayuda mutua; ¡ese es el amor que viene y proviene de Dios!

Y quien desee amarme sobre todas las cosas, acuda a la ayuda de un santo: de un sacerdote o de un laico que, con sus obras y palabras, sea fiel testigo de mi fe, de la fe en Cristo.

¡Ayudaos unos a otros!, ayudaos, los que vais a morir, para seguir viviendo eternamente.

Yo, Dios, os ayudo a ayudarme a ayudaros; y Santa María y San José, os ayudan para ayudarme a ayudaros.

¡Tened fe!, que vuestras obras sean obras de fe, como los santos; sois santos, debéis ser santos.

Os quiero santos, Yo, Dios, el Santo, el dueño de la fe. Y si soy el dueño, es que la fe es mía: ¡Pedídmela!

Soy Dios Padre; amo a mis hijos, a todos vosotros, y os doy la fe, sólo por y con pedírmelo.

¡Pedid y os daré!

Yo.- Amado Dios, quisiera saber en qué parte del cuerpo reside nuestra alma. ¿Me lo dices?

+ Os lo digo; vuestra alma reside en vuestra vida, ya que el alma es lo que da vida a la vida. Así que en toda parte de vosotros que tenga vida, tienes alma, es alma; y eso que el alma no tiene cuerpo físico.

No está el alma sólo en el corazón, las entrañas o la mente, sino que está en todo vuestro cuerpo; incluso, cada cabello de vuestra cabeza, tiene alma, tiene vida.

No intentéis imaginar el alma como algo físico, ya que el alma es mi fuerza, la fuerza de Dios en Unidad, que desea y da vida a la vida.

No es siquiera reluciente, el alma es, como Yo, Dios, soy.

 

Rezo…  13:12 h. a 14:10 h.

+ Os han hablado mucho del pecado original.

Os habéis excusado muchas veces de vuestros actos, recordándoos que tenéis el sello del pecado original.

Pero, ¿sabéis realmente  a qué os limita el pecado original?

Sólo os limita a no amarme sobre todas las cosas y personas.

Al traicionarme Adán y Eva, vuestros primeros padres, rompieron su santa naturaleza de amarme sobre todas las cosas.

Su libertad los encadenó al pecado, ya que el pecado no es otra cosa que el actuar libremente mal.

Hay gente que peca pero no lo hace libremente, ya que no es libre en ese momento que peca, por estar dominado por el error que vive en su mente, y no sabe de la libre libertad que realmente posee.

Yo, Dios, siempre juzgo sabiendo cuál es y era vuestra libertad en el momento de pecar.

Y es bueno que lo sepáis, hijos míos, tan amados, ya que muchos, cuando descubrís mi doctrina, os sentís tan pecadores, que os creéis indignos del perdón de Dios, mío; y por miedo, no rectificáis vuestro corazón, y por tanto, vuestra conducta es incorrecta; el miedo os sujeta al error, no temáis, hijos de Dios.

Hay muchos que continuáis pecando, porque realmente no sabéis lo que hacéis, ¡no sois libres!, estáis encadenados por el pecado original, que os pone la venda en los ojos, de vivir sin amarme sobre todas las cosas.

Lo bueno, para vuestra naturaleza, amados míos, es amarme sobre todas las cosas, es hacer todo para agradarme; ¡eso es darme gloria!

Y como Yo soy Dios de amor, bueno y justo, sólo quiero lo bueno y justo que sale de vosotros; y por ser lo bueno y justo, es bueno y justo para el mundo; y entonces, el mundo se llena de bondad y justicia.

Y la perfección es buena y justa; ¡esto es la santidad!

Aprended, que en aprender lo bueno, está la libertad.

Lo malo, esclaviza, por ser lo falso, por ser el error y la injusticia.

Leed mis Escritos con mi hija Primavera, en ellos os hablo con amor de mi verdad, de vuestra naturaleza.

Haceos libres, y la libertad os ayuda a restituir vuestra naturaleza caída por el pecado original, que dio lugar a vivir en la esclavitud de vivir sin amar a Dios sobre todas las cosas y personas.

Sólo podréis ser felices, cuando restituyáis vuestra verdadera naturaleza.

¡Amadme! ¡Amad a Dios sobre todas las cosas, y seréis perfectamente libres, y seréis santos! Así os quiero, y así es como debéis ser para lograr la felicidad.

¿Deseas ser feliz, hijo mío, hija mía?; ¡ámame!, sobre ti mismo, sobre los demás; porque libremente lo desees, lo decidas, y lo pongas en práctica.

¡Te ayudaré!, ¡ten fe!