Saltar al contenido

Revelaciones 8

Sábado, 20 de Julio de 1.996   Rezo…      21:38 h. a 21:54 h.

Yo.- Una de las muchas cartas que nos escriben nuestros hijos, es la que te copio, Dios mío; Y es que deseo que la contestes.

.-Carta de Amor: “Mamá querida, te quiero mucho. 
Quiero que reces para que ame más a Jesús que a vosotros. 
No sé lo que me pasa; os amo más que a Jesús, pero no lo digas a nadie, por favor.
Dile a Jesús que me perdone y que haga que tenga más fe. 
Mamá te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. 
Amén… 
Mamá, me gustas. 
Tengo que dar gracias a Jesús por darme una madre tan buena. 
Mamá. ¡Adiós!”.

+ Bonita Amor, chiquilla traviesa; romántica niña. Tu Jesús juega contigo cuando tú juegas. Eres revoltosa y simpática, graciosa y parlanchina. Acudes a Mí, a Dios, a tu Jesús, por tus problemas. Y Yo, Dios, los comprendo y te contesto sin  tú oírme: te contesto con el amor que amas y te aman. Mi voz son los hechos.

Tú, Amor, bonita, me verás y me oirás cuando vengas a la eternidad celestial, pero Yo, Jesús, Dios, te veo y te oigo siempre.

¡Sigue hablando Conmigo, con Mamá y con tu ángel!  Todos te oímos y todos estamos pendientes de ti.

Y te contesto a la carta que escribiste a tu madre, hijita mía.

¿A quién conoces más; a tus padres, o a Mí, a Dios?

¿A quiénes ven tus ojos; a tus padres, o a Mí, a Dios?

¿A quién oyes; a tus padres, o a Mí, a Dios?

Eres pequeña, dulce flor, y aún te sientes chiquita, y por ser pequeña, necesitas de protección física; y ¿quién te la da?; ¡tus padres!, por eso los amas, ya que ves la verdad en sus hechos.

Yo, Jesús, soy ahora para ti, el Dios que tus padres te han enseñado, y tú me amas ahora, porque tus padres me aman.

Te irás haciendo mayor, crecerá tu espíritu junto con tu cuerpo físico, y me amarás por ti misma, no porque tus padres me amen.

Y tu fe será como la roca, por haber tenido cimientos en los labios y obras de tus padres.

Tu fe, hijita mía, mi Amor, bonita, moverá corazones encadenados por la lascivia, por el capitalismo, ya que tú crecerás en fe, por la fe verdadera de tus padres, tan amados por la Santísima Trinidad, Dios, en santa Unidad.

Ama a tus padres sin reparo alguno, que el amor tan grande que sientes por ellos, te llevará a Mí; y si es a Mí, a Dios, a Jesús, es al Cielo eterno con ellos y con tus hermanos.

Ama, bonita Amor, que cuanto más ames, más me amas; ¿lo harás? (Y veo a Jesús sonreír).

Rezo…

Yo.- Oh, Jesús qué bueno eres y qué bien explicas las cosas. Y te pido que contestes la siguiente pregunta de mi amada hija Castidad.

.-Pregunta de Castidad: “¿Dios mío, quieres decirme algo de mi comportamiento?”

+ Ay, bonita, bonita florecita, mi buena Castidad, que andas en lucha constante para ser buena, y tu congoja es mi santa alegría, ya que tu alma pura está a la expectativa de todo mal pensamiento que te separa de Mí, de Dios.

Sufres, ya que eres inteligente y ves lo bueno y lo malo.

Sufres por tus ansias indisciplinadas. A veces, tienes deseos de pegar a tus hermanos, de burlarte de ellos, de hacerles venir celos. Estos malos pensamientos te hacen sufrir, ya que luchas por no sucumbir. Has aprendido pronto a luchar; llevas mucha ventaja a muchos hijos míos de más edad que tú.

Tienes diez años, y a veces, no te ves feliz, por estar siempre pendiente de no pecar. Pero Yo, Dios mismo, te digo que eres la más feliz y lo serás mucho más. Sólo debes quitarte el miedo a no poder ganar. Ese miedo te martiriza y te hace infeliz. Piensa, bonita mía, mí bella Castidad, que cuando tú luchas, tu ángel, está contigo y te ayuda. Y está contigo, por obedecer mi orden, la orden de Dios, y de Mamá, de Santa María.

¡No estás sola, bonita Castidad!

Cuando tú luchas por ser santa, Yo, Dios, estoy siempre contigo, junto a tu valeroso corazón que ama: por tu lucha me lo demuestras, hijita buena.

Y mi consejo, el consejo de tu Dios, es que cuando te pasan estos malos pensamientos por tu cabeza, digas:

“Jesús, ¡Ven!”

 Y Yo, Dios, vengo rápido en tu ayuda, por tu lucha y por vivir en gracia de Dios.

¡No temas! Eres fuerte. Recibes con frecuencia mis sacramentos; ¡Vencerás siempre!

Yo, Dios, y Mamá, estamos contigo, mi buena Castidad Lluvia Dicha.