Martes, 5 de marzo de 1996… Rezo… (7:35 h) a (8:58 h).
Yo.- Oh amor mío, me quema tu amor y siento celo de darte a conocer, de que todos sepan cuánto nos amas y cuán Bueno, Maravilloso y Simpático eres. No eres un Dios extraño, ni estás lejano; eres un Dios amigo, un Dios que nos amas tanto, que con tu amor nos quemas dulcemente el corazón. ¡Quémanos a todos!, te lo pido, Dios mío. ¡Que tu amor nos queme el corazón y nos haga reaccionar, y sintamos por tu amor, ganas y ansias incontrolables de amar a los demás, a todos los demás sin discriminación! Oh Dios mío, concédenos este goce de sentirnos libremente vivos, y cuando digo vivos, quiero decir que sólo, sólo, vivamos por y para Ti, y por eso mismo, por y para los demás; para con nuestro amor, perfeccionarnos uno a uno, y hacer este mundo mejor. ¡De rodillas te lo pido! ¿Dónde está tu Mano? ¡Deseo agarrarla y no soltarme jamás, jamás! Te amo, Dios. ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!…
+ Y Yo, Dios, te amo a ti, sierva mía, y amo a todos, todos mis hijos: ¡¡Os amo!!
Dios os ama, y encenderé en vuestro corazón, el fuego dulce de mi amor.
Lo sentiréis, después de nacer mi hija Flos.
La fecha del Amor será un dato real, y mi amor andará quemando y rindiendo al mundo.
Y un nuevo amanecer, vivirá mi Santa Iglesia, la Católica, Apostólica y Romana; y todos los sacerdotes se unirán al sucesor del Dios Hijo, y Dios Espíritu, en voluntad y obediencia a Dios Padre, moverá con eficacia, a la conversión de millones de almas que beberán del Amor y la esperanza, que el Dios Hijo, Cristo, os di al obedecer en todo al Dios Padre y morir en la Cruz.
¡Alegrad los corazones, que las horas del nuevo florecer de mi Única y Santa Iglesia, están contadas!
Alegraos, porque Dios, Yo, Yo Dios, os amo de verdad, con verdad, para la verdad.
Y prosigo diciéndote, amada Primavera, que continúes plasmando en un papel, mi Santa Voz, la Voz de Dios.
Y deseo deciros, cómo se hacen, cómo ejecuto mis santos milagros, a través de mis fieles y útiles instrumentos, Fuerza y Primavera. Ante todo, está mi bondad, mi amor y misericordia, que al ser de Dios, mía, es infinita. Luego, está el amor de los hijos que me pedís derrame mi santo milagro; ese amor, se une al amor de mis instrumentos, y Primavera me pide, y Yo, Dios, doy. Así de sencillo y veraz, como toda acción que sale de mi voluntad.
Y Yo personalmente, Dios, le dicto a mi amado instrumento, Primavera, mis deseos, los deseos y palabras de Dios, para el hijo tan y tan amado, al que Yo, Dios, por mi amor, he decidido, en unidad divina, dar, conceder mi milagro.
Sí, pido que, para cumplirse mi milagro, tenga el hijo mío o hija mía, beber agua de Lourdes; le pido a Primavera que, con su dedo, toque primero esa agua, ya que le dimos, la Santísima Trinidad, Dios, le ha dado la gracia a mi amada Primavera, el don de que, por su contacto, dé mi Paz y Amor, la paz y el amor de vuestro Dios.
Y en el amor de Dios, está la perfección; y en la perfección, está la salud, la salud de alma y de cuerpo.
Luego, les pido a Primavera y a Fuerza, los dos juntos, ya que juntos y por amor, nos ofrecieron a sus hijos, primero Ana y luego Víctor, para que si Yo, Dios, lo aceptara, a través de ellos y con ellos, pudieran ayudarme a salvar al mundo; y como se aceptó en el Cielo, Yo, Dios, lo vi bueno, y por eso, y porque mi amado hijo Fuerza, por mi autoridad, la autoridad de Dios, le di el don de la fe, por eso, es nuestro deseo, el deseo de Dios, que tocando los dos, Fuerza y Primavera, el frasco que contiene el agua de Lourdes que tendrá que beber mi amado hijo, amada hija, para que se cumpla mi santo milagro, y recen así:
“Por el amor y misericordia de Dios, que se añada a los méritos de esta agua milagrosa de Lourdes, los deseos del Dios Uno y Trino. Amén, amén, amén”.
Y siguiendo tocando, los dos juntos, el frasco que contiene agua de Lourdes, y que Primavera ha tocado, añaden otra oración, oración que rezan con profundo y comprobado amor, que Yo, Dios, veo:
“Por el poder y la voluntad de Dios, del Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te pido por el cuerpo y el alma de… (dicen el nombre), para que se obre Tu milagro, por Tu amor, Tu misericordia e infinito poder. Ten Dios nuestro, compasión de… (él, ella, ellos); te lo pedimos por la muerte y pasión de Dios Hijo, por intercesión de María santísima, san José y todos los santos y ángeles, por nuestro amor a Ti, nuestra fe en Ti, Dios bueno y fiel. Amén, amén, amén”.
Y el milagro de Dios será cumplido, cuando mi hijo, mi hija, beban del agua de Lourdes que ha sido tocada por Primavera, y a la que han rezado los dos, Fuerza y Primavera, sus dos oraciones a Mí, ¡al Dios de dioses, al Único Dios!, al Dios que creé y fundé el mundo, al Dios que soy también Cristo, y que mi Espíritu, es el Espíritu de Dios que vive en mi Única Iglesia, la Santa, la Católica, la Apostólica, la Romana, la que tiene por Reina y Madre, a mi Madre Virginal, a María Inmaculada, y que fundé Yo, Dios, en Pedro; y el Santo Padre, es su sucesor, ¡Mi sucesor!, ¡el sucesor de Dios!, del Dios creador de todo lo creado, ¡Yo!, que tengo infinito poder e infinito amor, y por mi amor, derramo mi poder y hago milagros, por ser Dios, ¡Dios!
A veces, hago milagros sin que mis hijos tengan que beber agua de Lourdes, por ser esta mi santa voluntad, y entonces, les pido a mis instrumentos, que los dos juntos recen la última oración:
“Por el poder y la voluntad de Dios, del Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te pido por el cuerpo y el alma de… (dicen el nombre o nombres), para que se obre tu milagro, por Tu amor, Tu misericordia e infinito poder. Ten Dios nuestro, compasión de… (él, ella, ellos). Te lo pedimos por la muerte y pasión de Dios Hijo, por intercesión de María santísima, san José y todos los santos y ángeles; por nuestro amor a Ti, nuestra fe en Ti, Dios bueno y fiel. Amén, amén, amén”.
Y el milagro de Dios, será cumplido.
Pero mis milagros, amados hijos, aunque Yo, Dios, os amo a todos, deseo también que vosotros me correspondáis; por lo tanto, si me correspondéis, creeréis en Mí, y si Yo, Dios, os digo que mi Única y Verdadera Iglesia es la Católica, ¡la que dirige el Papa desde Roma!, vosotros, amados míos, si me amáis, creeréis en Mí, en Dios, y en la verdad que os digo, y me seguiréis, y por vuestro bautismo, formaréis parte de mi Única y Verdadera Iglesia, la Católica, Apostólica y Romana. Y no sólo estaréis bautizados en Ella, sino que al amarme, al amar a Dios, cumpliréis con mi santa voluntad, por vuestro amor, y obedeceréis y cumpliréis con todos mis diez mandamientos y los cinco de mi Única Iglesia, ¡la Católica!; y confesaréis vuestros pecados, para iros así perfeccionándoos, y comulgaréis, ya que Yo, Dios, estoy en cuerpo y alma, presente, en la Sagrada Hostia, y vendréis a Mí, por vuestro amor, para sentir el mío.
Si deseáis ver y comprobar mi milagro, el milagro que os doy por mi amor y fidelidad, Yo, Dios, deseo ver vuestro amor y fidelidad a Mí.
Es justo que si Yo, siendo Dios, dé, vosotros, mis hijos, me deis.
Y lo deseo ver con vuestras obras, con las obras del amor y la fe.
Debéis creer en Mí y obedecerme: ¡Confesaos y comulgad!
Y mi milagro será comprobado, y seréis felices; no sólo por mi milagro, sino por amarme, ya que Yo, Dios, os amo tanto.