Miércoles, 29 de noviembre de 1995… rezo… (8:47) a (10:00)
Yo.- Amado Dios, tu Paz está en Mí. La tengo, sí, amor, sé que la tengo, porque la tengo. Y además, en Mí, tengo tu amor.
Si antes amaba, y amaba mucho, ahora, amo más, mucho más, infinitamente más. Pero mi amor no es tan “apasionado” como antes, es más, mucho más intenso y bello.
Mi amor; el amor que siento ahora por Ti, y por todo el mundo, es más sentido para adentro, y al ser más interior, es más espiritual y cariñoso, pero mucho, muchísimo más firme, más fuerte, más perdurable y lleno de Tu santa paz.
¿Qué deseas de mí, Dios y amor mío? Todo, ¡todo!, lo que desees, es ya tuyo.
Mi amor, mi amor, y sólo mi amor, te lo da, mi Dios y Señor.
Y si digo mi amor, es mi amor, y no hay miedo ni tristeza, ni pena por los demás o por mi misma; es amor, es mi total amor.
+ Amada mía, mi dulce flor. (- Y veo a Dios emocionado. Me mira despacio, como saboreando “algo”, con su dulce y melancólica mirada, profunda y llena de paz).
Sí, Primavera, así te mira tu Dios, y me plazco en la paz de tu gran amor, de esa entrega sin límites, que la Santísima Trinidad, en completa unidad a Dios, ayer te dimos, a ti, pequeña flor, al imponerte las manos mi amada hija Dol, y que todo aquel que quiera acudir a ella, para encontrarme a Mí, al Dios verdadero, que estoy en la Iglesia Católica, la encontrarán en la calle X. Anota también, amada Primavera, su teléfono: xxxxx. Y no taches su identidad en mis Escritos; es mi instrumento y no lo escondo Yo, su Dios, ni se esconde ella, mi criatura.
¡Llamadla y acudid a ella, todos los que deseéis sentir mi amor, mi paz y verdad! Ella os los transmitirá, por mi santa voluntad.
Amados míos: Primavera, Fuerza, Esperanza, Bondad, Niña, Castidad, Amor, Trabajo, Deber, Justicia, Luz, Libertad y Flos, ¡ya sois míos!, y es una expresión cierta y veraz. Vinisteis libremente a Mí, ¡a Dios!, y ya me pertenecéis, y ya vivo y viviré para siempre en y con vosotros. ¡Os amo!
(Y veo a Jesús ¡llorar!) ¡No llores! ¡¡No nos llores, por favor, te amamos!!
+ Por eso mismo, hijos míos, lloro: por vuestro amor. (.- Y yo lloro también).
Yo Jesús, estoy sediento de vuestro amor, hijos, hijas, y ¡lo necesito!
Un Dios de amor, necesita del amor de sus hijos, ¡de todos sus hijos!
Lo necesito para salvar a mis otros hijos, hijas, que tanto amo, y que no se han dado cuenta de mi amor, del amor que el Dios Hijo, dio hasta el máximo de su Pasión humana y Divina, por ser Dios, para vosotros todos.
¡Amadme!
Que Yo os amo tanto, tanto, con mi amor insaciable, lleno de bondad y dones espirituales, que os quiero dar; ¡necesito, hijos míos, dároslo!, ya que morí por eso, para poder daros este amor que nos une, que nos hermana y os hace hijos de Dios y herederos, Conmigo y mi Madre, del Cielo.
¡Os deseo a todos!
¡A la totalidad de todos!
¡Venid!
¡Dejadme amaros, por favor!
Hijos míos, es mi amor a lo que os negáis; es al amor del Hijo de Dios, ¡a Dios mismo!; y ¿por qué lo hacéis? Muchos, por ignorancia, otros por falta de voluntad, otros por tozudez, otros por maldad.
¿Dónde está vuestra justicia, en miraros a vosotros mismos, e ir tristes, solos, amargados, violentos, desesperados?
¡¡Yo, Dios, estoy aquí!!, aquí mismo, en estos Escritos, y os llamo y os deseo para amaros; sólo para daros mi amor. Y con Él, mi paz, mi felicidad, mis bienes espirituales y temporales, y por añadidura, la Vida Eterna Conmigo, en este Cielo de pureza, de amor y perfección.
¡Os deseo para daros lo mejor!
Sólo tenéis que decir: “Sí, Dios mío, ámame”.
Sólo eso, e incluso, sólo el sí, a secas.
Y aunque no lo digas con los labios; sólo con sentirlo en vuestro corazón, en vuestro interior, Yo Dios, ¡vengo rápido!, y te voy dando mi amor.
No te lo doy por tu bondad humana, sino por mi Bondad Divina.
¡¡Dime, sí!!
Sí.
Primavera, mi niña, mi vida: ya estoy en ti. (- Ahora lo veo feliz, con una felicidad estrenada en un rostro que ha estado triste)
Vuestro Dios, familia Lluvia, está feliz, feliz con todos vosotros, hermanos míos, hijos del mismo Padre Creador, y amados por la misma Madre: la dulce María, la bendita María, la sin par María. (Yo.- La veo con un vestido blanco, y su cara reluce con la luz que la envuelve, y la luz que le sale de dentro).
* A todos, a todos mis hijos que componéis esta maravillosa familia, los Lluvia-Dicha, a todos y a cada uno, beso con mi amor Maternal.
Sed bienvenidos a la libertad, ya que con vuestra libertad, habéis elegido la libertad de amar a Dios sobre todas las cosas.
Y me place veros y daros mi amor, mi consuelo y mi ayuda, en todo cuanto emprendáis por Dios.
Yo, ¡María!, ¡no os dejaré jamás! De noche y día os acompañaré y os protegeré de Satanás. Puedo hacerlo y me plazco en hacerlo.
Soy una Madre protectora, y amo con el amor que Dios me entregó, por ser su Esclava. Y ese amor, que es y viene de Dios, y está en Mí, es con el mismo amor que Yo, vuestra Madre Inmaculada, os amo.
+ Primavera, amada, ahora tienes mi amor; ahora Yo estoy en ti, y en mi hijo Fuerza, y en todos tus hijos; y ahora actuaré en vosotros, y vosotros me serviréis.
Yo.- Todos deseamos y esperamos, por nuestro y tu amor, servirte. Oh Dios: ¡te amamos!, todos, ¡todos!
+ (- Se ríe; oh cómo se ríe) Lo sé, lo sé, lo sé.
Y me plazco de ese amor que vive en vosotros y os une a Mí, a Dios todopoderoso.
Y al ser todopoderoso, lo puedo todo, todo lo puedo, y haré múltiples, millares, millones, infinitas maravillas a través de todos vosotros, hijos míos tan amados, fieles y dóciles.
Primavera, a través de tus dulces y cariñosas manos, mis hijos, tus semejantes, notarán y les transmitirás mi amor. Si ellos están dispuestos, a través de este sencillo gesto, recibirán el amor y la paz de su Dios.
Mi santa Voluntad está en ello.
Todos, a los que tus manos toquen, recibirán instantáneamente mi paz, la paz del Dios Amor. Y con mi paz, también mi amor. Es verídico lo que te digo, porque ha salido de la Divina Voluntad del Dios Trino.
Te amo, amada Primavera. Ve, y da dicha a los corazones de todos los hombres, sin excepción de personas. ¡Te lo ordeno, con todo el amor de un Dios Amor!
Fuerza, mi apóstol, a ti y a Bondad, por mi Voluntad, que es mi santa Voluntad, además de tener mi amor y mi paz, tendréis el poder de Dios, Mío, para que, a través de vuestras palabras y hechos, los demás, mis amados hijos, todos vuestros semejantes sin discriminación alguna, tendrán deseos de venir a Mí, a Dios, y de darme su amor, ya que vuestra humildad en la verdad de mi amor, y con palabras de Dios Espíritu Santo, serán escuchadas, sopesadas, en los corazones de mis hijos, vuestros hermanos; y vendrá a través de ellas, la fe, la fe en Mí, en mi amor, y en Mí y su cruz.
Esperanza y Niña, hijas mías, me serviréis con los frutos de mi Espíritu, del Espíritu de vuestro Dios Amor, que tanto y tanto ama al mundo.
Y el resto de mis niños, de mis pequeños Lluvia, Yo, Dios, actúo y actuaré con ellos, por su amor, su pureza y la verdad de sus labios.
¡Todos los Lluvia-Dicha, vais a trabajar para Mí, Dios!, y os gozaréis con vuestro útil servicio.
Las almas acudirán a Mí, y mi amor las rendirá a Dios; y vendrán tiempos nuevos, buenos tiempos de reconciliación.
Espero mucho de todos vosotros, mis tan amados apóstoles, y sé que me daréis fruto a través de vuestro servicio, que es por total amor a Mí, Dios, y a vuestros semejantes.
¡El mundo os espera!
¡Yo Dios, os guío!
¡No temáis! Vais prendidos de mi Corazón, del Corazón de Dios, que es Amor verdadero, y como tal, triunfa siempre, siempre sale vencedor.
Anda… Ve con tu esposo y mi amor. Vais a servirme, y ¡me serviréis!, lo sello.