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LAS HERRAMIENTAS DE LA FE - 41. página

Libro nº 5 de Primavera de la Gloria de Dios

Revelaciones 39

Viernes, 13 de Septiembre de 1.996   Rezo…      11:04 h. a 11:18 h.

Yo.- Amado Señor, mi Dios; Fuerza me comentó que hay muchos países que le obligan a uno a ir a la guerra, quiera o no, y que si se rebela, lo pueden encarcelar o matar.

+ La injusticia del mundo es desde antaño, mas Yo, Dios, soy anterior a todo lo creado; Soy el Primero, el Único, el Santo, el Perfecto. No hay injusticia en Mí, en Dios. Soy Justo, como justos son los astros en el firmamento, que brillan a pesar de las injusticias de los hombres, de los gobiernos y países.

Yo.- Señor, mi Amado, yo deseo decirte que en el antiguo testamento está lleno de guerras, guerras que tus ojos observaban, y que tus elegidos empezaban, ¿no es así?

+ Tú lo has dicho, fiel instrumento Mío. Yo, soy el mismo de ayer y hoy. Mas, ayer, no existía el sí de María, y por no haber aún pronunciado su Sí, Yo, Dios, no me había hecho hombre. Hoy, Yo, Dios, ya me hice Hombre en las entrañas purísimas de María. Hoy, la Sangre de Dios ha hermanado a los pueblos, el mundo entero es un solo rebaño. No hay discriminaciones ante Dios, ante Mí. Todos los pueblos sois hermanos, todos formáis parte de mi Santo Rebaño, ¡por mi muerte en la Cruz! Ayer, tenía que proteger a los hijos del Dios vivo, a los que eran Míos, de los que nacería el Mesías, el Redentor, El Salvador. Hoy, ya estáis todos salvados; Yo mismo, Dios, di mi Sangre por todos, por todo el mundo; por cada uno de vosotros, por ti y por tu enemigo, tanto como por tu amigo.


Rezo… 13:23 h.

Yo.- Sabes, Dios mío, tengo mi mente llena de ti. Es decir, estoy pensando en ti, en tus mandamientos, y me he dado ahora cuenta de que al pensar en ti y en tu voluntad, no me queda espacio en la mente para el mundo y el qué dirán. Ya no pienso en el mundo; mi mundo eres Tú. Pero no es que me saque el mundo de mi mente; es que al estar Tú en ella, el mundo no tiene lugar en mi mente. Es un lío. Pero lo que sí veo, es que no es mérito mío, sino tuyo, ya que yo no hago nada para no pensar en el mundo; sólo te amo y Tú, Dios mío, haces lo demás. Y veo que es muy sencillo, a pesar de no tener mérito por mi parte. ¿Cómo lo haces?

+ Cuando os abandonáis, por amor, a mi Santa Providencia, y con humildad, la aceptáis, aceptáis lo bueno y lo malo que Yo, Dios, permito, luego os llenáis de pureza, y ya no hay más intención que amarme, y por amor, obedecerme, incluso fuera de lógica mundana.

Hija mía, aún te falta mucho para ser totalmente mía, de Dios, pero caminas el camino que te lleva a conseguirlo. Camináis, toda la familia Lluvia, este camino, que aunque lleváis la carga de vuestras imperfecciones, por estar en mi camino, Yo, Dios, limo las asperezas de la convivencia y os sello con mi santa paz.

Es natural que cuando uno tiene pensamientos de bien, no cabe en su mente el mal. Es lógico que donde estoy Yo, Dios, vive la cruz, y uno se aviene a ella, la ama y se conforma, sin pensar siquiera que el mundo la desecha y lucha desesperadamente contra ella.

Cuando hay mi santo fuego azul en vosotros, es la pureza la que no permite los pensamientos mundanos, ya que su aire es sano, y sana a las almas de la imperfección, que es la impureza.

Reza más, hija mía, reza por el Santo Padre, por el mundo, por vosotros y por ti.

Reza, ya que Satán, antes de dejar el mundo será cruel y despiadado, astuto y malvado.

Rezad, a todas horas, en todo lugar y ocasión.

No deis a vuestra mente descanso, no seáis ociosos; rezad, pedid la santidad del mundo.

Vienen tiempos de sumo dolor para las naciones.

Los que sois míos, de Dios, rezad, rezad. ¡Vosotros salvaréis la Iglesia! El mundo perecerá, mas, mi Santa Iglesia es inmortal.

Sed humildes, sed puros, no dañéis al mundo con deseos mundanos.

Sed reservados, no os infiltréis en los desmanes mundanos. Cada día habrá más perversión. Cada día parecerá el último día.

Rezad cada día por el Santo Padre, por mi Santa Iglesia, Católica, Apostólica y Romana.

Rezad vosotros, los santos de los últimos tiempos.

Quien tenga tierras, las venda y compre su parcela en el Cielo.

No profanéis vuestros cuerpos, cargándolos de oro, plata y piedras preciosas.

Vosotros, los santos, dad de lo que os sobra, y preservad vuestros cuerpos de la destrucción final.

Los padres no amarán, no aman a los hijos; no les dan vida, no les enseñan mi camino.

Los hijos no amarán, no aman a los padres; no les honran, no los cuidan, los matan en su ancianidad.

¡Ha llegado el tiempo del fin!

Vosotros, los míos, los de la Casa del Padre, limpiad vuestra mente y pensamientos de lo que hacen los mundanos; y llenad vuestra mente y pensamientos, de lo que deseo Yo, Dios.

Y cumpliendo Conmigo, olvidaos del mundo y sus pecados, y al mismo tiempo, seguid en el mundo, siendo libremente individuales y conscientes, de que si estáis en mi camino, todo es providencial; mi cruz es la mejor para ti.

Acepta tus circunstancias, tu cruz, y reza para que te ayude a aliviar el peso; reza aceptando la carga, reza, esperando con fe, en mi Santa Providencia; reza.

Y mientras rezas, ve tranquilo hijo mío, hija mía, ya que, ciertamente, lo que vives, es lo que Yo deseo que vivas. Lo sabrás, si estás en Gracia, ya que todo lo que os sucede estando en Gracia, es decir, sin pecado mortal, por haber usado del Santo Sacramento de la Penitencia, de la Confesión, todo lo que vivís, cualquier circunstancia, todo es providencial, para un buen fin. Y si alguien os aconseja luchar contra tal circunstancia o circunstancias, y os aconseja yendo contra mis diez mandamientos, aunque este alguien sea un sacerdote o un director espiritual o un amigo, dicho alguien es Satanás mismo. Quien da consejos que van contra mis diez mandamientos, no tiene autoridad del Cielo, ni mi Santo Espíritu lo dirige, sino que es el poder de las tinieblas, que se ha disfrazado y es un lobo feroz con aspecto de cordero. ¡No os fieis de nadie que vaya contra mis diez mandamientos! ¡No os fieis de nadie!

Es bueno que luchéis por las cosas lícitas que os aligeran la carga, pero sólo podéis luchar, teniendo como norma de conducta mis santos diez mandamientos; todo lo demás, ¡no es mío!, ¡no lo ha sido jamás!

Yo, Dios, en Cristo Jesús, morí en la Cruz para haceros santos. ¡Hay que matar, liquidar, los malos pensamientos!

No podéis pensar bien y mal a la vez. Si lo hacéis así, podéis estar seguros de que es mal. El mal puede daros ráfagas de bien, para teneros contentos y engañados, pero sólo el bien es totalmente bien.

Yo, Dios, morí, no «me mutilaron y sobreviví», ¡no!, morí del todo. Vosotros, santos, debéis morir del todo, para vivir.

Primavera, aquí termina mi libro “Las herramientas de la fe”; y aquí empezará mi próximo libro, que te voy dictando, al que pondrás por título: «San José y las obras de fe».

Deseo amados míos, que tengáis los ojos puestos en San José. El es, fue igual, totalmente igual a vosotros, santos del último siglo. El nació como vosotros, con pecado original, con imperfección, y él, como tú, es santo. Tú, debes, puedes, ser santo. Yo, Dios, os contaré innumerables cosas de mi padre San José. Vosotros iréis conociéndolo, y con el conocimiento, llegará el amor; y por vuestro amor a él, os daréis cuenta de que como él, podéis ser santos.